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Luz verde en la UE a una vacuna prepandémica para la gripe aviar

JANO.es y agencias · 19 mayo 2008

Se trata de Prepandrix, desarrollada por GlaxoSmithKline, y es la primera vacuna que se autoriza en Europa con esta indicación

El paraguas semántico de phármakon se podría expandir aún más para cobijar en el concepto a los alimentos, objeto desde hace años del interés de una literatura científica deseosa de explorar su capacidad terapéutica o preventiva

Referentes históricos
El alimento de los dioses 
Hernán Cortés escribió a Carlos I de España lo siguiente respecto del cacao: “Es un fruto como de almendras que venden molida y tiénenla en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias”. Pero la bebida de cacao que Cortés había conocido era muy diferente a la que hoy conocemos. El xocolatl, que así era como se llamaba, era un agua amarga. Los aztecas mezclaban chile con las semillas del cacao tostadas y molidas, y añadían harina de maíz como emulsionante básico para absorber la manteca de cacao. La espuma era una de las partes más importantes y deliciosas de la bebida.

La historia de la Medicina nos muestra lo borroso de los límites entre las ideas de enfermedad y vicio y cómo ciertas causas –reales o figuradas– de las enfermedades han servido para poner el acento, más que en el dolor del paciente, en las conductas reprobables supuestamente relacionadas con su aparición. En la época moderna, más allá de las peregrinas teorías masturbatorias sobre la histeria –a las que llegó a apuntarse Freud– o la epilepsia, el paradigma de esta visión desenfocada son las enfermedades infecciosas, en las que la terapéutica ofrece al enfermo la posibilidad no ya de curación, sino de redención. Aunque el advenimiento de la penicilina había redimido a quienes padecían enfermedades venéreas, la llegada del VIH rescató la vieja idea de la enfermedad como retribución sin redención posible para la conducta depravada1, lo que demuestra la disposición del pensamiento humano (y médico, por lo tanto) a retomar concepciones y clichés.

Sin aparcar definitivamente la sexualidad como origen de la enfermedad-castigo, en nuestra época lo médicamente pecaminoso se ha desplazado hacia otros atentados contra la pureza corporal, entre los que destacan las conductas juzgadas insanas desde el punto de vista metabólico o cardiovascular, vicios posmodernos que se contraponen a los virtuosos hábitos saludables en la alimentación y las costumbres. Rizando el rizo, el ser humano, siempre desmedido y proclive al fundamentalismo, ha generado formas fanáticas, por exceso, de estos hábitos saludables que, unidas al celo descriptivo y analítico de la Medicina, han permitido la identificación de dos nuevas especies morbosas: la ortorexia y la vigorexia.

Remedio, cura o veneno

La dualidad de los hábitos saludables, según su intensidad o contexto, evoca inevitablemente la de los fármacos, que combinan su acción terapéutica con una amplia gama de efectos colaterales y secundarios, en continuidad con el griego phármakon, apto para designar a drogas y medicamentos por incorporar significados tan dispares y contrapuestos como remedio, cura o veneno. El amplio paraguas semántico de phármakon se podría expandir aún más para cobijar en el concepto a los alimentos, objeto desde hace años del interés de una literatura científica y divulgativa deseosa de explorar su capacidad “terapéutica” o preventiva. Se atribuye a los carbohidratos un efecto ansiolítico y antidepresivo, por potenciación serotoninérgica, demostrado en el potente efecto analgésico, superior al de los anestésicos, que la glucosa oral, a concentraciones bajas, tiene para neonatos sometidos a venopunción2. Los carbohidratos también estimulan las vías colinérgicas, lo que ha convertido al desayuno copioso en un principio alimentario saludable básico. Los aminoácidos –con los clásicos Triptófano y S-Adenosil-Metionina– se han usado como antidepresivos. Las grasas, en particular los ácidos omega-3, amén de sus virtudes sobre el aparato circulatorio, se propugnan como reguladores del humor y potenciadores de antidepresivos3, y podrían tener una acción preventiva sobre el deterioro cognitivo, por lo que no sería de extrañar que en un plazo corto cuenten con bendiciones psicofarmacológicas. En justa contraposición (phármakon), el potencial nocivo de carbohidratos y proteínas, según la dosis y las condiciones del paciente, es incluso más evidente en las grasas.

El chocolate, alimento de los dioses, cuenta con una larga tradición de efectos psicotrópicos, reales o supuestos. Su clásica reputación como euforizante, vigorizante o afrodisíaco podría relacionarse, según modernas teorías, con su riqueza en xantinas y cannabinoides. Más sugerente es su posible efecto preventivo de algunas enfermedades, en especial las cardiovasculares, que se empezó a intuir al observar el bajo riesgo de hipertensión de los indios kuna que se mantienen en sus islas próximas a Panamá, frente al riesgo normalizado de quienes emigran al continente. La respuesta al enigma parece radicar en la costumbre isleña de consumir grandes cantidades de cacao puro, rico en procianidinas, mientras el chocolate industrial continental es mucho menos rico en estas sustancias4.

Capacidad antioxidante

En esta era en la que la fisiopatología de toda enfermedad o proceso deletéreo (incluido el envejecimiento) se explica a través de perversos procesos oxidativos, la capacidad antioxidante de las procianidinas del cacao, superior a las de otros reputados productos como el vino tinto, el té verde y el té negro, otorga al alimento divino unas prometedoras virtudes preventivas de patologías cardiovasculares y cancerosas5,6 que invitan a considerar su inclusión, en cantidades moderadas, en la dieta saludable7. Un estudio holandés encontró que la ingesta habitual de cacao se asoció con una menor tensión arterial y una reducción, en los quince años de seguimiento, de la mortalidad no sólo cardiovascular, sino de cualquier origen8, mientras que un reciente metaanálisis confirma que el cacao posee un efecto hipotensor que no se objetiva en el té9.

Las virtudes del cacao se extienden a otras áreas, como el abordaje del estreñimiento infantil10 o el control de la tos. Aquí la molécula benéfica es la teobromina, de capacidad antitusígena superior a la de la codeína, lo que le permite bloquear la tos producida experimentalmente por capsaicina, posiblemente al inhibir la despolarización del nervio vago desencadenada por esta sustancia11.

Más insospechada es la virtud desvelada por un estudio finlandés en el que se entrevistó a 305 madres de niños sanos para comprobar si el consumo de chocolate y las experiencias estresantes durante el embarazo guardaban relación con el temperamento del bebé (según valoración materna) a los seis meses de vida. Las madres que a lo largo del embarazo habían comido chocolate a diario percibían de forma más positiva el temperamento de sus hijos. Las valoraciones negativas se asociaban a un mayor estrés materno previo al parto, sobre todo en las mujeres que habían ingerido poco chocolate. Para los autores, “además de producir sentimientos subjetivos de bienestar psicológico”, el chocolate “puede tener efectos en múltiples niveles ambientales y psicológicos”, como si su consumo hubiera protegido frente al estrés a las madres propiciándoles una mayor armonía con sus hijos12. Aunque puede proponerse alternativamente que el consumo de chocolate sería más bien un “marcador” de una actitud general optimista frente a la vida, ¿quién se atrevería, a la luz de este estudio, a negar un antojo chocolatero a una embarazada?

También excitación y estrés

Pero, cómo no, el PharmaKao tiene también efectos secundarios y colaterales, como su acción hiperinsulinemiante de significado incierto13, o sus riesgos psicológicos. El proyecto “Alimentación y Estado de Ánimo” (www.foodandmood.org), auspiciado por la asociación británica Mind, afirma que frente a los alimentos que estabilizan el estado de ánimo (agua, verduras, fruta, pescado rico en ácidos grasos, frutos secos, cereales integrales, fibra, proteínas y alimentos ecológicos), otros productos como el chocolate (junto al azúcar, la cafeína, el alcohol, los cereales industriales, los aditivos, la leche y las grasas saturadas) producen excitación y estrés.

También se ha sugerido que la cafeína del chocolate fomenta los trastornos conductuales ligados al sueño REM14. En otros ámbitos inquieta su potencial adictivo, ya sea por su riqueza en andanamidas (modelo de dependencia química), ya por la estimulación que, como muchos otros alimentos, ejerce sobre circuitos dopaminérgicos implicados en la adicción15.

La síntesis y el ejemplo más adecuado de la dualidad del cacao como phármakon la aporta una amistosa disputa publicada en el American Journal of Psychiatry. Una primera carta describía dos casos de pacientes depresivos cuyo craving por chocolate desapareció a los pocos días de iniciar tratamiento antidepresivo con bupropion16. En opinión de los autores, la adicción no era secundaria a la depresión y la querencia no desapareció simplemente al mejorar el cuadro afectivo, por lo que concluían que la respuesta tenía que estar en el fármaco. Como faltaban aún tres años para que se descubriera la andanamida, centraron sus pesquisas en la estructura química del bupropion, similar a la de la feniletilamina del chocolate, y sugirieron que el antidepresivo podría producir en los pacientes una “saciación” que eliminaría el ansia de chocolate.

Farmacología creativa

Meses después, en la misma sección, el doctor Rakatansky ofrecía una explicación alternativa17. En su opinión, los casos ponían al descubierto un efecto secundario grave del bupropion consistente en la abolición del placer de consumir chocolate. ¿Qué sería, se preguntaba, de quienes obtienen un beneficio hedonista del chocolate si se les privara a golpe de psicofármaco de su placentero consumo? Al tiempo, imaginaba un escenario pavoroso en el que la gente, abandonado el chocolate, se entregaría a otras actividades, como el sexo (con el consiguiente riesgo de un baby boom) o –peor aún– el ejercicio compulsivo. Aunque estas alternativas, a la larga, pudieran ser provechosas, a corto plazo requerirían una atención psiquiátrica y unos recursos humanos que generarían un gasto sanitario inasumible. Por todo ello, sugería la prohibición del bupropion o la limitación de su uso, y se preguntaba cuándo cesaría el afán de lo que llamaba farmacología creativa por modelar la conducta alimentaria de la ciudadanía, algo que, a su modo de ver, tenía un incómodo regusto orwelliano.

Más allá de la ironía de Rakatanski, el cruce de cartas ilustra la dualidad conceptual propia del phármakon, tanto del chocolate como del antidepresivo. Y posiblemente también la facilidad que los humanos tenemos para dar la vuelta a nuestras concepciones. 

“El chocolate, alimento de los dioses, cuenta con una larga tradición de efectos psicotrópicos, reales o supuestos.”

Bibliografía

1. Bud R. Antibiotics. From germophobia to the carefree life and back again: the lifecycle of the antibiotic brand. En: Tone E, Siegel Watkins E. Medicating modern America. Prescription drugs in history. New Cork: New Cork University Press; 2007. p 17-41.

2. Gradin M, Ericsson M, Holmqvist G, Holstein A, Schollin J. Pain reduction at venipuncture in newborns: oral glucose compared with local anesthetic cream. Pediatrics. 2002;110:1053-7.

3. Peet M, Horrobin DF. A dose-ranging study of the effects of ethyl-eicosapentaenoate in patients with ongoing depression despite apparently adequate treatment with standard drugs. Arch Gen Psychiatry. 2002;59:913-9.

4. K Hollenberg N. Vascular action of cocoa flavanols in humans: the roots of the story. J Cardiovasc Pharmacol. 2006;47 Suppl 2:S99-102.

5. Weisburger JH. Chemopreventive effects of cocoa polyphenols on chronic diseases. Exp Biol Med (Maywood). 2001;226:891-7.

6. Wan Y, Vinson JA, Etherton TD, Proch J, Lazarus SA, Kris-Etherton PM. Effects of cocoa powder and dark chocolate on LDL oxidative susceptibility and prostaglandin concentrations in humans. Am J Clin Nutr. 2001;74:596-602.

7. Steinberg FM, Bearden MM, Keen CL. Cocoa and chocolate flavonoids: implications for cardiovascular health. J Am Diet Assoc 2003;103:215-23.

8. Buijsse B, Feskens EJ, Kok FJ, Kromhout D. Cocoa intake, blood pressure, and cardiovascular mortality: the Zutphen Elderly Study. Arch Intern Med. 2006;166:411-7.

9. Taubert D, Roesen R, Schomig E. Effect of cocoa and tea intake on blood pressure: a meta-analysis. Arch Intern Med. 2007;167:626-34.

10. Castillejo G, Bulló M, Anguera A, Escribano J, Salas-Salvadó J. A controlled, randomized, double-blind trial to evaluate the effect of a supplement of cocoa husk that is rich in dietary fiber on colonic transit in constipated pediatric patients. Pediatrics. 2006;118:e641-8.

11. Usmani OS, Belvisi MG, Patel HJ, Crispino N, Birrell MA, Korbonits M, Korbonits D, Barnes PJ. Theobromine inhibits sensory nerve activation and cough. FASEB J. 2005;19:231-3.

12. Räikkönen K, Pesonen AK, Järvenpää A-L, Strandberg TE. Sweet babies: chocolate consumption during pregnancy and infant temperament at six months. Early Hum Dev. 2004;76:139-45.

13. Brand-Miller J, Holt SHA, de Jong V, Petocz P. Cocoa powder increases postprandial insulinemia in lean young adults. J Nutr. 2003;133:3149-52.

14. Vorona RD, Ware JC. Exacerbation of REM sleep behavior disorder by chocolate ingestion: a case report. Sleep Med. 2002;3:365-7.

15. Wang GJ, Volkow ND, Telang F, et al. Exposure to appetitive food stimuli markedly activates the human brain. Neuroimage. 2004;21:1790-7.

16. Mitchell GF, Mebane AH, Billings CK. Effects of bupropion on chocolate craving. Am J Psychiatry. 1989;148:812.

17. Rakatansky H. Chocolate: pleasure or pain? Am J Psychiatry. 1989;146:1089.

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