GINECOLOGÍA
JANO.es · 19 mayo 2009
Los empleos con alta demanda física y horarios prolongados o irregulares elevan el riesgo de parto prematuro o de neonatos con bajo peso
Las embarazadas con trabajos físicamente importantes y horarios prolongados o irregulares presentan un riesgo elevado de tener un parto prematuro o dar a luz un bebé de bajo peso, según las conclusiones de un estudio desarrollado por investigadores del University College de Dublín (Irlanda) y publicado en el último número de la revista BJOG. An International Journal of Obstetrics and Gynaecology (2009;116:943-952).
Llevado a cabo a partir de las entrevistas realizadas a más de 1.000 embarazadas, el estudio muestra que las mujeres que desarrollan trabajos con alta demanda física presentan un riesgo superior de tener un bebé de bajo peso. Concretamente, el 21% de las mismas tuvo un bebé de bajo peso, a diferencia del 14% de las participantes con menor exigencia física laboral.
De la misma manera, el horario prolongado y el trabajo por turnos o temporal también se asocian con parto prematuro o bajo peso al nacer. Así, las mujeres que trabajaron más de 40 horas por semana o por turnos tuvieron un riesgo incrementado de tener un bebé de bajo peso. Por su parte, las que hacían trabajos temporales tenían cuatro veces más riesgo de parto prematuro que aquellas con un empleo estable.
Sin embargo, el estudio no pudo identificar los motivos de esas relaciones. En palabras de la Dra. Isabelle Niedhammer, investigadora principal del trabajo, “en el caso de los empleos temporales, podría ser que ese tipo de trabajo tenga peores condiciones, incluido un mayor estrés”. Y como apuntaron los autores, la bibliografía recoge numerosas evidencias en las que se constata que el trabajo con alta demanda física, como los que exigen levantar peso, transportar cargas pesadas o estar de pie durante mucho tiempo, se encuentra fuertemente relacionado con complicaciones del embarazo.
Factores socioeconómicos
En el nuevo estudio, las mujeres con empleos que no requerían demasiadas habilidades eran más propensas a trabajar por turnos, tener horarios prolongados o tener ocupaciones físicamente exigentes.
El equipo tuvo en cuenta también factores como la educación de las mujeres y sus hábitos, como fumar, y halló que las condiciones laborales afectaban al resultado del embarazo con independencia de los factores socioeconómicos.
Según la Dra. Niedhammer, “los resultados indican que las mujeres deberían hablar con sus médicos sobre sus ocupaciones en la primera consulta prenatal y, si es necesario y posible, modificar sus condiciones laborales”. No en vano, y dado que dichas condiciones son modificables, los autores concluyen que “es necesario realizar más estudios sobre cómo ciertas condiciones pueden afectar la salud de un embarazo”.