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JANO.es · 06 mayo 2008

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Hoy quiero hablarles de la patata, un tubérculo que tras los cereales es el alimento que más consume la humanidad. Vivimos el Año Internacional de la Patata, un legado de tierras andinas, de Perú concretamente, donde hace 8.000 años los antiguos pobladores desarrollaron los primeros cultivos. Esta planta desde entonces tiñó de morados y flores las punas de los Andes peruanos y la llamaron kausay, sustento para la vida. La Conquista de América nos trajo, entre otros, este alimento imprescindible en nuestra cocina desde mediados del siglo XVII. Fue un farmacéutico, Antoine Parmentier, el descubridor de las propiedades alimentarias de la patata, puesto que durante un largo período sólo sirvió de adorno en el París de aquella época. Les confieso que soy un enamorado de este producto tan versátil y asequible. Patatas que se convierten en un placer, cuando se cortan en rodajas finas y se fríen a alta temperatura, son las famosas chips, invento americano del año 1853.

Y las patatas soufflées, tan difíciles de encontrar en nuestros restaurantes, por no decir imposible. Esta exquisitez, esta forma magistral de comer patatas fritas, tuvo su origen en una espera, en un retraso. Fue en la inauguración de la primera línea férrea de la región parisina en el año 1837. El cocinero preparaba el banquete que iba a presidir la reina María Amelia y ante la tardanza de ésta, tuvo que suspender la fritura de patatas y cuando posteriormente la recuperó en aceite muy caliente, la sorpresa fue mayúscula, aquellas lonchas de patatas se hincharon como pequeñas bolas doradas, ¡qué maravilla! Además, las patatas son ingrediente de una gloria de nuestra cocina, la celebérrima tortilla de patatas, una joya de la mejor cocina popular, cada vez peor tratada en bares y restaurantes. Y también me gustan, cuando están bien elaboradas, las patatas bravas, que con una caña de cerveza bien tirada, me encantan.

Pero lo que me enloquece son las patatas a la riojana, un sencillo plato que impresionó en la fiesta de una bodega de Rioja a Paul Bocuse, el cual, al probarlas, exclamó: "Si ustedes saben hacer este guiso, ¿para qué me han invitado a mí?".

La receta de estas patatas es sencilla. Para cuatro personas, necesitaremos 750 g o un kilo de patatas, peladas y cortadas a dados —el truco es practicar una incisión con el cuchillo e ir arrancando trozos—, 200 gramos de chorizo fresco de la zona, una cebolla picada, dos dientes de ajo, aceite de oliva virgen y sal al gusto. El secreto está en sofreír el chorizo cortado en rodajas gruesas, al mismo tiempo que la cebolla y los ajos picados. Se incorporan las patatas, dándoles unas vueltas y justo en ese momento, se añade agua que las cubra. Se salan y se cuecen a fuego lento unos treinta minutos.

Por supuesto nada mejor que un vino tinto de Rioja, un crianza, para acompañar este delicioso plato, que nos regala todo el perfume y sabor de la cocina de ebullición.

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