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MICROBIOLOGÍA

Los seres humanos se clasifican en tres grandes grupos según su tipo de flora intestinal

JANO.es · 21 abril 2011

Se trata de un hallazgo del proyecto europeo MetaHIT, cuyo fin es investigar el microbioma humano y que en nuestro país coordina el Dr. Francisco Guarner desde el Instituto de Investigación Vall d’Hebron.

Investigadores del Instituto de Investigación Vall d’Hebron (VHIR) han contribuido al descubrimiento de la existencia de tres grupos de poblaciones bacterianas que clasifican a la población mundial según tres tipos de flora intestinal (microbioma humano), algo parecido a lo que sucede con los grupos sanguíneos. Esta clasificación a escala mundial permite a los investigadores acotar, en su búsqueda, el número de variables que pueden estar implicadas en enfermedades, acercando más la correlación entre el estado de la flora intestinal y el estado de salud de la persona.
 
Los resultados de esta fase del estudio, que supone un avance importante del proyecto europeo MetaHIT, acaban de ser publicados en Nature. Los investigadores esperaban hallar diferencias en el microbioma según razas, nacionalidades, entorno o tipo de dieta. En cambio, de manera sorprendente, estos resultados han agrupado a los humanos –independientemente de su procedencia- en tres grandes grupos, según la bacteria dominante, y será esta bacteria la que determina qué otras especies conviven con ella y, por tanto, qué otras especies conforman el microbioma de un individuo.
 
“Es como si la población de bacterias del intestino de una persona constituyera un ecosistema. En nuestro planeta disponemos de diferentes ecosistemas terrestres (bosques tropicales, desiertos, sabana, bosque mediterráneo, etc.) y en cada uno de ellos crecen determinadas especies vegetales. No encontraremos un abeto en medio del desierto ni un pino mediterráneo en un bosque tropical ni una liana en un bosque mediterráneo. A su vez, las especies dominantes de estos ecosistemas determinan qué otras especies vegetales crecerán a su alrededor. Pues lo mismo sucede en el intestino humano: existen tres tipos de flora intestinal, cada uno con una determinada bacteria dominante que da pie a que haya más o menos bacterias de otro tipo”, explica el Dr. Francisco Guarner, responsable del proyecto MetaHit en España y coordinador del grupo de investigación en fisiología y fisiopatología digestiva del VHIR, además de participante en el consorcio biomédico CIBERehd.
 
Este avance da información de gran valor a los investigadores, pues habrá que tener muy en cuenta a estos grupos a la hora de buscar diferencias entre el microbioma humano en situación de salud y enfermedad y, también, según el Dr. Guarner, “se trata de información crucial en el momento de plantear la posibilidad de trasplantes de esta flora intestinal”. También podría dar pie a otras investigaciones que revelaran las diferentes respuestas de estos tres grupos a la ingesta de dietas y fármacos. Por otra parte, en el artículo también se muestran algunos resultados que correlacionan ciertos marcadores genéticos y funcionales de la flora intestinal con la edad, índice de masa corporal y sexo del paciente.
 
En 2010 se logró descifrar la caracterización y variabilidad genética de las comunidades microbianas que viven en el tubo digestivo de los humanos. Después de este hallazgo, la investigación ya se encaminó hacia la búsqueda de la funcionalidad de estos genes en determinadas patologías para así establecer las diferencias entre el microbioma intestinal en individuos sanos y enfermos.
 
Con este objetivo se sometieron a un estudio multifactorial las muestras de flora intestinal de pacientes de España, Dinamarca, Francia, Italia, Japón y Estados Unidos con el fin de agruparlas según su similitud. Debido a la gran cantidad de datos de secuenciación generados en este estudio (más de un terabyte de secuencias), este primer análisis necesita de una capacidad computacional que sólo está al alcance de unos pocos centros europeos, como el Barcelona Supercomputing Center, que colabora en el proyecto. Después de un complejo análisis bioinformático, los resultados fueron sorprendentes: las muestras se clasificaban en tres grupos bien diferenciados, que no respondían ni a nacionalidad, ni enfermedad, ni raza; sino al tipo de microbioma intestinal. “Antes -explica el Dr. Guarner- se decía que cada individuo tenía una flora intestinal propia y diferente, algo así como las huellas digitales. Ahora deberemos cambiar este concepto y pensar que la funcionalidad de la flora intestinal permite clasificarla en tres grupos”.
 
Aunque no se conoce el origen de esta diferenciación ni tampoco, si se podrán mezclar o no estos microbiomas entre sí. “Tal vez tenemos que empezar a pensar en el tipo de flora intestinal como si se tratara de un grupo sanguíneo, especialmente cuando se aborden determinados tratamientos como en el caso, por ejemplo, de los trasplantes del microbioma como el que logró nuestro equipo el año pasado”, apunta el Dr. Guarner. Este descubrimiento supone un gran avance para desvelar los parámetros de la flora intestinal que caracterizan el estado de salud del paciente. “Ahora ya sabemos qué bacterias nos clasifican en uno de estos tres grupos y sólo queda ver qué parámetros, dentro de cada uno de estos grupos, nos sitúan en un estado de normalidad o enfermedad. De hecho, ya estamos trabajando en ello y esperamos tener resultados muy pronto”, sigue Guarner.
 
 
El proyecto MetaHIT pretende estudiar los microorganismos del intestino y sus actividades biológicas con el fin de adquirir suficiente conocimiento como para poder determinar qué parámetros indican un funcionamiento de la actividad intestinal normal y cuáles pueden relacionarse con algún desorden intestinal o nutricional (colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, obesidad, etc.), para que, frente a una determinada enfermedad, se pueda realizar un análisis de la flora intestinal, ver qué falta o qué hay en exceso y corregirlo como parte del tratamiento del desorden intestinal.
 
Este proyecto europeo MetaHIT formado por 13 entidades europeas, entre la que se incluye VHIR como único participante del Estado español recibió, a mediados del 2008, 11,4 millones de euros de la Unión Europea para investigar el microbioma humano. El presupuesto total del proyecto se aproxima a los 22 millones de euros y cuenta además con las aportaciones individuales de los 13 miembros del consorcio y de la multinacional farmacéutica UCB.
 

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