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NEUROLOGÍA

El vino parece proteger frente a la demencia

JANO.es · 11 abril 2008

Un estudio sueco iniciado en 1968 con 1.458 mujeres muestra que las consumidoras de vino tuvieron menos riesgo de desarrollar la patología

Valencia acogió del 12 al 17 de noviembre la XXVII Reunión del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que contó con la presencia de 400 delegados de más de 130 países. En este encuentro se adoptó un informe de síntesis, el cuarto y definitivo, destinado a los dirigentes mundiales. Su mensaje es claro: las emisiones de gases de efecto invernadero tienen que empezar a bajar drásticamente a partir de 2015. En caso contrario, su concentración causará un aumento de temperatura de entre 2 y 2,4 grados.

Las conclusiones fundamentales del IPCC son que el calentamiento del sistema climático es inequívoco, una seria amenaza al desarrollo mundial y está relacionado directamente con la actividad humana. Entre las consecuencias de este fenómeno, el informe cita el incremento de la temperatura de la atmósfera y los océanos, el aumento del nivel del mar y la reducción de los niveles de nieve y hielo.

“Si este documento no consigue establecer los cimientos para que los políticos de todo el mundo se pongan en marcha, no lo conseguirá nada”, señaló Rajendra Pachauri, presidente del IPCC, que ha compartido este año el Premio Nobel de la Paz con el ex vicepresidente de EE.UU., Al Gore.

En cuanto a Europa meridional, el cambio climático empeorará las condiciones (temperaturas altas y sequía) en una región ya vulnerable al clima extremo y reducirá la disponibilidad de agua —las lluvias se reducirán en España un 40%—, el potencial de generación hidroeléctrica, el rendimiento de los cultivos y el turismo.

Repercusiones sanitarias

Pero, además, los diferentes informes del IPCC recuerdan que el sistema climático mundial es parte integrante de los complejos procesos que mantienen la vida y que un cambio drástico afectaría a su funcionamiento y tendría también efectos sobre la salud humana, algunos de los cuales serían beneficiosos: por ejemplo, los inviernos más suaves reducirían el pico invernal de mortalidad, mientras que unas temperaturas aún más altas podrían reducir la viabilidad de vectores de enfermedades.

Sin embargo, los científicos consideran que la mayoría de sus repercusiones en la salud serían adversas. De hecho, se estima que el cambio climático causa alrededor de 150.000 muertes cada año, una cifra que se podría duplicar para 2030. Sin embargo, la estimación de la carga de enfermedad debida a este fenómeno es mucho más compleja. Es probable que los primeros cambios consistan en modificaciones de los límites geográficos (latitud y altitud) y la estacionalidad de ciertas enfermedades infecciosas, en particular de las transmitidas por vectores (como la malaria y el dengue) y por alimentos (por ejemplo, la salmonelosis), cuya frecuencia es máxima en los meses más cálidos.

Tanto en verano como en invierno, unas temperaturas medias más altas, combinadas con una mayor variabilidad climática, alterarían el patrón de exposición a temperaturas extremas, lo que repercutiría en la salud. Por el contrario, las consecuencias de la alteración de los ecosistemas naturales y gestionados que producen alimentos, la subida del nivel del mar y los desplazamientos demográficos por peligros físicos, pérdida de tierras, perturbaciones económicas y conflictos civiles probablemente no se manifiesten hasta pasados varios decenios.

Los más vulnerables

El cambio climático afectará a la salud de millones de personas, específicamente a aquellas que poseen una baja capacidad de adaptación: la población pobre que vive en zonas urbanas, los ancianos y los niños, las sociedades tradicionales, los agricultores de subsistencia y las poblaciones costeras. Entre las consecuencias más importantes para la salud humana los científicos mencionan las siguientes:

–Aumento de la malnutrición y sus consiguientes trastornos, con implicaciones para el desarrollo y crecimiento de los niños.

–Aumento de muertes, enfermedades y lesiones a raíz de las olas de calor, inundaciones, tormentas, incendios y sequías.

–Aumento de la carga de las enfermedades diarreicas.

–Aumento de la frecuencia de enfermedades cardiorrespiratorias ocasionadas por mayores concentraciones de ozono a nivel del suelo.

–Modificación de la distribución espacial de algunos vectores de enfermedades infecciosas. Algunas proyecciones estiman que el cambio climático podría incrementar un 2-4% la población en riesgo de malaria en 80 años, así como duplicar la de aquellos que habitan en áreas de riesgo de dengue.

El nuevo Kioto

El objetivo que se marcó en Valencia pasa por lograr que las temperaturas no suban en este siglo más de 2,5 grados, lo que significa que para 2050 habría que reducir un 50- 80% las emisiones con respecto a 2000.

El secretario general de la ONU, Ban Kimoon, lo expresó con claridad: “Los científicos han hablado con una sola voz. El cambio climático es el reto de nuestra época. Espero que los dirigentes mundiales hagan lo mismo. Conocemos el problema y tenemos los medios suficientes, reales y accesibles para frenarlo. Los países industrializados tienen que seguir al frente de la lucha contra el cambio climático, pero no podemos ignorar que sólo se frenará si participan también los países en desarrollo”, advirtió el secretario general de la ONU en referencia a economías emergentes no incluidas en Kioto (China —este año primer emisor mundial de CO2—, India o Brasil, entre otras).

Ban incidió en que el informe del IPCC no deja resquicio alguno para que no haya acuerdo en la próxima cumbre de Bali (Indonesia), donde los países se reunirán del 3 al 14 de diciembre para comenzar a discutir un tratado que sustituya al de Kioto de 1997, y que la ONU espera que esté desarrollado en 2009.

El acuerdo de 1997 obligaba a los países desarrollados a reducir sus emisiones un 5,2% en 2012 respecto al nivel de 1990. El protocolo probablemente se cumplirá, pero aun así las emisiones en todo el mundo crecieron un 24% entre 1990 y 2004 (un 9,6% en los últimos 4 años).

Clinton, Zapatero y 3 millones de euros

En plena precampaña electoral, José Luís Rodríguez Zapatero recibió un apoyo inesperado. El ex presidente de EE.UU., Bill Clinton, de visita en Madrid, alabó la política medioambiental del Gobierno, llegando a afirmar que “España puede ser un ejemplo” de cómo es posible crecer y reducir al mismo tiempo las emisiones de gases con efecto invernadero: “¿Y por qué me emociona y me ilusiona tanto trabajar con el Gobierno del presidente Zapatero? Pues porque en España en estos años ha habido un crecimiento del 3,8%; porque se han creado 3 millones de puestos de trabajo; y porque ha habido una reducción de un 4% de las emisiones”.

En 2004, las emisiones de gases de efecto invernadero de España eran un 47% superiores a las del año de referencia que marcaba Kioto, 1990, cuando el compromiso era y es no sobrepasar el 15% en 2008-2012. En 2006, se produjo por primera vez un descenso de las mismas —5,3%—, pero en 2007 se espera un nuevo repunte del 1% respecto a las del año pasado. En consecuencia, al finalizar el presente ejercicio las emisiones estarán previsiblemente un 49% por encima de las del año de referencia.

En cuanto al efecto de este fenómeno sobre la salud, el presidente del Gobierno anunció en su intervención en la reunión sobre cambio climático celebrada el pasado 24 de septiembre en la Nueva York que España apoyará a la OMS con 3 millones de euros adicionales para el desarrollo de la “Estrategia Global de la Salud y el Cambio Climático”. La OMS anunció recientemente que el tema del Día Mundial de la Salud 2008 se centrará en la “protección de la salud frente al cambio climático”.

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