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OSTEOPOROSIS

Denosumab continúa aumentando la densidad mineral ósea a los cinco años de iniciado el tratamiento

Max Ortega. Toronto · 26 octubre 2010

Resultados de la extensión del estudio FREEDOM, presentados en la reunión de la ASBMR en Toronto, confirman el buen perfil de seguridad de este anticuerpo monoclonal aprobado para tratar la osteoporosis.

Los resultados de los dos primeros años de la extensión del estudio FREEDOM han confirmado el buen perfil de seguridad de denosumab como tratamiento de la osteoporosis en mujeres posmenopáusicas y, además, han permitido comprobar que el fármaco incrementa de forma continuada la densidad mineral ósea (DMO) de las pacientes tratadas. Estos resultados fueron presentados en Toronto (Canadá), en el marco de la reunión anual de la Sociedad Americana para la Investigación Ósea y Mineral (ASBMR), por el Dr. Socrates Papapoulos, del Departamento de Endocrinología y Metabolismo de la Universidad de Leiden (Países Bajos).
 
De este modo, el anticuerpo monoclonal desarrollado por la compañía biotecnológica Amgen y aprobado en Estados Unidos y la Unión Europea –además de otros países- para el tratamiento de la osteoporosis en mujeres posmenopáusicas demuestra que los resultados obtenidos en el estudio FREEDOM se mantienen a largo plazo.
 
El FREEDOM (Fracture REduction Evaluation of Denosumab in Osteoporosis every six Months) fue un ensayo clínico de fase III de tres años de duración en el que se incluyó a más de 7.800 pacientes, distribuidas aleatoriamente para recibir inyecciones subcutáneas de 60 mg de denosumab cada 6 meses o placebo. A la conclusión del estudio se comprobó que el fármaco redujo en un 68% el riesgo de fracturas vertebrales, en un 40% las fracturas de cadera y en un 20% las fracturas no vertebrales.
 
Estudio de extensión
Tras aquellos tres años comenzó la extensión, con idea de disponer de datos con diez años de seguimiento. Según explicó el Dr. Papapoulos, “el objetivo de esta extensión es responder a preguntas relacionadas con la seguridad y tolerabilidad a largo plazo de denosumab, así como evaluar los efectos a largo plazo de este tratamiento sobre la remodelación ósea, la DMO y la incidencia de fracturas osteoporóticas”.
 
Se trata de un estudio abierto en el que se ofreció participar a todas las pacientes que completaron los tres años del FREEDOM. En total, se incluyó a 4.550 pacientes del ensayo original. De ellas, 2.343 habían recibido inyecciones de denosumab durante esos tres años y 2.208 habían recibido placebo. Todas pasaron entonces a recibir inyecciones subcutáneas del anticuerpo monoclonal cada 6 meses, además de continuar con las dosis de calcio y vitamina D que ya tomaban durante el estudio.
 
Los resultados presentados por el Dr. Papapoulos muestran que, en el primer año de la extensión, en el grupo de mujeres que recibieron denosumab desde el principio la DMO en la columna lumbar aumentó en un 2%, lo que significa que desde el valor basal al inicio del FREEDOM, 48 meses atrás, se incrementó en un 12,1%. En la cadera aumentó un 0,8% adicional (6,5% a los 48 meses).
 
Entre las pacientes que habían recibido placebo durante los tres primeros años y les fue administrado denosumab en el primer año de la extensión, la DMO en columna lumbar aumentó un 6% y en cadera un 1,7%, incrementos que fueron estadísticamente significativos.
 
En opinión del Dr. Papapoulos, “el hecho de que la DMO de las mujeres tratadas con denosumab continúe aumentando al cabo de 4 y 5 años es algo que nos parece sorprendente y que todavía debemos comprender, puesto que se trata de un fenómeno extraordinario para un agente antirresortivo”.
 
Por otra parte, durante el primer año de la extensión se comprobó que la incidencia de fracturas tanto vertebrales como no vertebrales continuó disminuyendo, aunque en mayor medida entre las pacientes recibían el fármaco desde el comienzo del FREEDOM. “Los datos disponibles –concluyó el Dr. Papapoulos- indican que denosumab sigue aumentando la DMO de forma significativa a largo plazo y reduce los marcadores de remodelación ósea con un patrón y un grado similares a los observados en el primer año de tratamiento.
 
Seguridad a largo plazo
Por lo que respecta a la incidencia de efectos adversos, en el grupo que recibió denosumab durante el ensayo y la extensión fue del 70,4%, mientras que entre las mujeres que comenzaron a recibir el fármaco en la extensión del estudio fue del 67,9%. La incidencia de efectos adversos graves fue del 9,8 y 11,2%, respectivamente. “En otras palabras –dijo el Dr. Papapoulos-, las tasas de efectos adversos observadas en este estudio son muy similares a las registradas en el grupo placebo durante los tres primeros años, por lo que los resultados son muy tranquilizadores respecto a la seguridad del fármaco, que fue el principal objetivo de esta extensión”.
 
Un aspecto importante que destacó el ponente es que en todos los años de estudio no se registró ningún caso de osteonecrosis mandibular en el grupo tratado todo el tiempo con denosumab. No obstante, sí que se contabilizaron dos casos en el grupo tratado con placebo durante los tres primeros años y que pasó a recibir denosumab en la extensión. “Esto demuestra que la incidencia de este grave efecto adverso fue extremadamente baja. En cualquier caso –añadió el Dr. Papapoulos-, denosumab cuenta con la ventaja de que reduce la remodelación ósea al administrar una dosis, pero va aumentando durante el tiempo que transcurre hasta la siguiente inyección. Dado que el fármaco no se acumula en el organismo, resulta más fácil manejar esa complicación”.
 
Concienciación y necesidad de cumplimiento
Asimismo, el Dr. Papapoulos subrayó que sigue siendo necesario que los propios médicos se conciencien de la importancia de la osteoporosis. “Los tratamientos no se administran para aumentar la DMO sino para prevenir fracturas –declara este especialista-, del mismo modo que no se trata la hipertensión arterial simplemente para reducir las cifras tensionales sino para prevenir el ictus y la enfermedad cardíaca. Hay médicos obsesionados con el colesterol que conceden poca importancia a la osteoporosis. Pero hay que subrayar que la DMO tiene un valor predictivo mucho mayor del riesgo de fractura que el colesterol del riesgo de infarto de miocardio. Y la DMO para las fracturas tiene el mismo peso predictivo que la hipertensión para el riesgo cerebrovascular”.
 
Finalmente, señaló que unas ventajas de denosumab es su régimen de dosificación, que requiere únicamente una inyección subcutánea cada 6 meses. “Uno de los grandes problemas de las enfermedades crónicas es que muchos pacientes no toman la medicación que se les prescribe o lo hacen de manera irregular –apuntó-. Los médicos debemos disponer de tiempo para educar a los pacientes y dejarles claro que si no toman la medicación o lo hacen de forma inadecuada, el tratamiento no funciona por muy eficaz que sea el fármaco”.
 
En la misma línea se expresó el Dr. Peyman Hadji, de la Universidad Philipps de Marburg (Alemania), quien en rueda de prensa habló de las necesidades no cumplidas en el tratamiento de la osteoporosis, enfermedad que afecta aproximadamente al 30% de las mujeres posmenopáusicas en Europa. Según este especialista, “más del 40% de éstas tendrán alguna fractura ósea a lo largo de su vida, fracturas que, tanto las vertebrales como las de cadera, incrementan la mortalidad a corto y largo plazo”.
 
El problema es que solamente un 20% de las pacientes con osteoporosis y riesgo de fractura recibe tratamiento. En cerca del 80% de los casos consiste en bifosfonatos orales. Sin embargo, tal como expuso el Dr. Hadji, la osteoporosis en una de las enfermedades crónicas que presenta un peor índice de adherencia al tratamiento, inferior al de la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y la diabetes tipo 2.
 
Los datos presentados por este experto muestran que para el tratamiento en dosis diarias, el cumplimiento cae al cabo de un año del 100% al 9,6%. De las mujeres que reciben dosis semanales, a los 12 meses sólo continúan el 28,5%. Y para el tratamiento mensual, la tasa de adherencia al cabo de un año es tan sólo del 29,4%.
 
A este respecto, el Dr. Rafael Sánchez-Borrego, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, explica que, “aunque los bifosfonatos funcionen muy bien en cuanto a eficacia para tratar la osteoporosis, todos sabemos que las tasas de buen cumplimiento terapéutico son muy bajas debido a los efectos secundarios y a las obligaciones que comporta la toma de estas medicaciones. Hemos visto que mujeres muy concienciadas de su riesgo de fractura y de la necesidad de ser tratadas no cumplen luego adecuadamente con la terapia. Nuevas formulaciones semanales y mensuales han ayudado a mejorar la adherencia, pero todavía estamos en cifras muy bajas. Creo que denosumab, por su particular dosificación en inyección subcutánea cada 6 meses, nos puede ayudar en este sentido”.
 
POSSIBLE EU Study
El Dr. Serge Ferrari, del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza), presentó nuevos datos procedentes del estudio POSSIBLE EU, que incluyó a 3.402 mujeres posmenopáusicas que recibían tratamiento para la osteoporosis y que se llevó a cabo en cinco países europeos (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido), con la participación de 215 investigadores de 196 centros médicos.
 
Los objetivos globales del estudio POSSIBLE EU fueron, entre otros, conocer las limitaciones de los actuales tratamientos para la osteoporosis, mejorar la comprensión de estos tratamientos, cuantificar los niveles de adherencia y evaluar la calidad de vida de las pacientes. No obstante, el Dr. Ferrari se refirió en concreto a tres investigaciones enmarcadas en este estudio que fueron presentadas en la reunión anual de la ASBMR. La primera analizó la prevalencia de factores de riesgo clínicos de fractura y sus resultados subrayan que el principal es la historia de fracturas previas, que presentaba el 39% de las mujeres participantes. Sin embargo, se trata de un porcentaje que varía entre los distintos países, desde el 28% de Italia al 52% del Reino Unido. Un T-score igual o inferior a -2,5 es el segundo factor de riesgo más destacable. Otros factores citados por el Dr. Ferrari fueron la historia familiar de fractura de cadera, el consumo de tabaco o alcohol, el tratamiento con glucocorticoides y la presencia de artritis reumatoide.
 
La segunda investigación consistió en evaluar la calidad de vida de las pacientes incluidas en los estudios POSSIBLE EU y POSSIBLE US (llevado a cabo en Estados Unidos con casi 5.000 mujeres). Los datos combinados de estos dos estudios observacionales, en los que se utilizaron las escalas EQ-5D1 y OPAQ2, muestran que diversos parámetros analizados dieron lugar a puntuaciones más bajas en las escalas de evaluación de calidad de vida, destacando entre ellos las fracturas vertebrales previas, el número de enfermedades concomitantes y el miedo a caerse. “Tenemos claro que la calidad de vida disminuye entre las pacientes con osteoporosis entre un 30 y un 40% de media respecto a lo que consideramos una calidad de vida óptima”, dijo el Dr. Ferrari.
 
El tercer estudio realizado a partir del estudio POSSIBLE EU analizó los patrones de cambio de tratamiento a lo largo de 12 meses. El cambio de tratamiento se llevó a cabo en el 9% de las pacientes del estudio. En la gran mayoría de los casos, se pasó de un bifosfonato a otro fármaco de la misma familia. Además, se observó que un 14% de las mujeres a las que se prescribió otra medicación volvieron a cambiar de tratamiento al menos una vez más a lo largo de los 12 meses de seguimiento.
 
Para el Dr. Ferrari, estos estudios ponen de manifiesto que la osteoporosis reduce claramente la calidad de vida de las afectadas, incrementa la morbimortalidad y eleva los costes económicos de los sistemas sanitarios, un panorama que se presenta más grave si se tiene en cuenta que muchas pacientes no reciben tratamiento y que, de aquellas que lo reciben, la mayoría no lo cumple adecuadamente.
 
 

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