INMUNOLOGÍA
JANO.es · 15 febrero 2012
Cuando el virus ya ha matado a ciertas células, éstas liberan unos componentes celulares que advierten de una lesión, las interleuquinas 33 (IL-33), encargadas de formar el andamiaje de las células 'asesinas' T en el bazo y los ganglios linfáticos.
Científicos del Charité and German Rheumatism Research Center de Berlin (Alemania) y la Universidad de Ginebra (Suiza) han identificado un novedoso mecanismo que explica cómo nuestro sistema inmune se crece al enfrentarse a un virus intruso, un hallazgo que permitirá desarrollar vacunas y tratamientos más eficaces contra las enfermedades infecciosas y el cáncer, según informa Science.
Las células T 'asesinas', también llamadas linfocitos T citotóxicos, juegan un papel determinante en el sistema inmune de los seres humanos, ya que son capaces de matar a aquellas células afectadas por virus, bacterias o algunos tipos de cáncer. De hecho, siempre se ha especulado sobre el papel que podrían jugar en el futuro desarrollo de vacunas contra el VIH, la hepatitis C o la malaria, o el tratamiento de muchos tumores.
Desde hace tiempo se sabe que a la infección viral en humanos le sigue la formación de un ejército de linfocitos T aunque, hasta el momento, se desconocían los mecanismos que provocaban tal respuesta. En principio, se pensaba que la señal de alerta la daban las células dendríticas, capaces de identificar la presencia de determinados virus.
Sin embargo, en este estudio se ha descubierto otro mecanismo que subyace en esta activación del sistema inmune. Cuando el virus ya ha matado a ciertas células, éstas liberan unos componentes celulares que advierten de una lesión, las interleuquinas 33 (IL-33), encargadas de formar el andamiaje de las células 'asesinas' T en el bazo y en los ganglios linfáticos.
En un estudio con ratones de laboratorio, observaron que aquellos roedores que carecían del gen que codifica la IL-33 no activaban a su 'ejército' de células T 'asesinas' tras una infección viral. Además, las células que quedaban tenían habilidades de combate muy pobres, lo que hacía a estos animales más sensibles a determinadas infecciones.
En cambio, cuando se consiguieron aumentar de forma artificial estas interleuquinas, los animales consiguieron aumentar su producción de células T, lo que les permitía generar una respuesta a la vacunación.
El problema, según los autores del estudio, es que han observado cómo las células T 'asesinas' siguen siendo pésimos combatientes a menos que sean alertados por una muerte celular en determinadas partes del organismo.