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GERIATRÍA

El ejercicio en ancianos debe prescribirse con la "misma exactitud" que los fármacos

JANO.es · 25 abril 2014

Según expertos reunidos en la VI Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG).

El ejercicio físico en el anciano debe prescribirse con la "misma exactitud" que las terapias farmacológicos, según han asegurado diversos expertos reunidos en la 6ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), que estos días se celebra en Navarra.

Tal y como han señalado estos especialistas, "ninguna medicación" ha demostrado, en "múltiples" ámbitos, los beneficios que ha mostrado el ejercicio en la prevención y tratamiento de enfermedades como, por ejemplo, cardiovasculares, respiratorias, obesidad, diabetes, osteoporosis, cáncer, depresión, fragilidad y enfermedades neurodegenerativas como el deterioro cognitivo y la demencia.

Según ha explicado el vicepresidente de la jornada, Álvaro Casas, "la práctica de ejercicio físico es la intervención más eficaz en la fragilidad para retrasar la discapacidad y otros eventos adversos que asocia habitualmente este síndrome. El entrenamiento de fuerza y, en particular, los programas multicomponente (resistencia, equilibrio, fuerza y flexibilidad) tienen cada vez más resultados favorables en este grupo poblacional y sus efectos son más destacados en otros dominios del síndrome, como las caídas y el deterioro cognitivo".

En este sentido, Casas ha recordado que el entrenamiento debe ser individualizado y planificado; ajustarse a las características, necesidades futuras y limitaciones del paciente, y los programas multicomponente deben incluir aumentos graduales de volumen, intensidad y complejidad en los ejercicios de resistencia cardiovascular, fuerza muscular y equilibrio.

En concreto, el entrenamiento de fuerza debería realizarse dos o tres veces por semana, utilizando tres series de 8 a 12 repeticiones con intensidades que empiecen en el 20-30 por ciento de una repetición máxima y que pueden progresar hasta el 70% de una repetición máxima.

Además, para optimizar la mejora de la capacidad funcional, prosigue, el programa de entrenamiento de fuerza debería incluir ejercicios que simulen actividades de la vida diaria. Por su parte, el experto ha señalado que el entrenamiento de resistencia cardiovascular debería incluir bloques de caminatas en diferentes direcciones y ritmos, y en cinta rodante, subir escalones y escaleras, o montar en bicicleta estática.

Respecto al entrenamiento de resistencia aeróbica, Casas ha recomendado comenzar con 5-10 minutos durante las primeras semanas y progresar hasta 15-30 minutos. Además, ha destacado la importancia de que el entrenamiento de equilibrio incluya ejercicios en la posición de 'tándem' y 'semitándem', desplazamientos multidireccionales con pesos extra (2-4 kilogramos), caminar con apoyo talón-punta, subir escaleras con ayuda, transferencias de peso corporal (desde una pierna a la otra) y ejercicios de 'taichí' modificados.

Efectos secundarios

Entre los problemas frecuentes del ejercicio físico en ancianos frágiles se encuentran los relacionados con las patologías asociadas a la propia fragilidad y la sarcopenia. "Por sí mismas no contraindica realizar un programa de ejercicio, pero sí hace precisa una evaluación médica previa y cuidadosa al comienzo del programa", ha recordado el geriatra.

En general, según ha explicado, las contraindicaciones absolutas suelen ser cardiovasculares como, por ejemplo, infarto cardíaco reciente o angina inestable, hipertensión no controlada, insuficiencia cardiaca aguda y bloqueo auriculoventricular completo.

"En población anciana frágil se recomiendan programas más conservadores en cuanto a intensidades, potencia, volumen y frecuencia de entrenamiento. Cuanto más gradual sea la progresión, mejor será la tolerancia y menores serán los efectos secundarios", ha añadido.

Concretamente, la fragilidad es una condición clínica, normalmente asociada al envejecimiento, donde hay un aumento de la vulnerabilidad a padecer eventos adversos en respuesta a determinados estresores. La inactividad física, que frecuentemente asocia el envejecimiento, es uno de los factores fundamentales que contribuye a la aparición de sarcopenia, aspecto central de la fragilidad.

De hecho, la sarcopenia se define como la pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento, pero también de fuerza y potencia. "Probablemente la pérdida de fuerza y potencia tenga mayor importancia en el mantenimiento de la capacidad funcional de que la pérdida de masa muscular. Las causas son comunes a la fragilidad pero la inactividad física es el factor más importarte", ha zanjado el experto.

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