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El estrés, los cambios hormonales o incluso la ingesta de determinados alimentos y bebidas son algunos de los factores desencadenantes de episodios de migrañas, una patología que afecta al 12 % de los varones y al 16% de las mujeres de la población europea y a unos 5 millones de españoles, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) recogidos  por el doctor Antonio Yusta Izquierdo, neurólogo del Hospital USP San Camilo, con motivo de la celebración del Día Europeo de Acción contra la Migraña, que se celebra este lunes, 12 de septiembre.

Durante las crisis migrañosas, más del 60% de los pacientes se ven incapacitados para llevar a cabo cualquier tarea laboral, social o familiar. Pese a que se trata de una enfermedad altamente discapacitante -según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la duodécima causa de discapacidad entre las mujeres y una de las veinte enfermedades más discapacitantes- más de un 30% de los afectados no ha acudido nunca al médico y casi la mitad no han consultado a un neurólogo. Asimismo, menos de un 10% utiliza un tratamiento preventivo para mejorar la calidad de vida y evitar el consumo excesivo de analgésicos (que puede desembocar en una cefalea).

El paciente migrañoso pierde casi 8 jornadas laborales al año por culpa de sus dolores de cabeza, además de que su productividad se resiente los días en que, aún doliéndole, acude al trabajo.

La migraña, considerada una cefalea primaria (aquella que no está relacionada con el uso de fármacos, o infecciones, enfermedades sistémicas, lesiones cerebrales o traumatismos), se da por una predisposición genética a que determinados factores produzcan una liberación de sustancias en el cerebro que, a su vez, desencadenan la sensación de dolor en algunas estructuras cerebrales.

El doctor Antonio Yusta considera que “la migraña es una enfermedad mal tratada". La mitad de los pacientes, detalla, abandona el tratamiento tras las primeras consultas.

Entre los tratamientos preventivos más actuales se halla la toxina botulínica, que se aplica como preventivo cuando han fallado otros tratamientos farmacológicos preventivos o éstos no se toleran. Este tratamiento consiste en inyectar toxina botulínica (Xeomín, Botox) en puntos determinados en la frente, sienes y la parte posterior de la cabeza (total 6 puntos).