PALEOPATOLOGÍA
Localizan un tumor ovárico en un esqueleto romano de 1.600 años de antigüedad
JANO.es · 23 enero 2013
Se trata de una formación redondeada e incompleta de superficie rugosa, del mismo color y textura que los huesos, de unos 43 mm de longitud y 44 de diámetro, que se hallaba en la pelvis del esqueleto de una mujer entre 30 y 40 años de edad.
Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha encontrado restos de un teratoma ovárico calcificado en la pelvis de un esqueleto de la época romana. El hallazgo confirma la presencia en la antigüedad de este tipo de tumores -formados por restos de tejidos u órganos-, muy difíciles de localizar en el estudio de restos antiguos. Dentro de la pequeña masa redonda se han hallado cuatro dientes y un pequeño fragmento de hueso.
Los teratomas suelen ser benignos y contienen restos de materia orgánica, como pelo, dientes, huesos y otros tejidos. En la literatura científica no hay ningún caso referenciado de teratoma ovárico en restos antiguos, como el hallado por el equipo de investigadores en este trabajo, liderado por Núria Armentano, de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB, y publicado en la revista International Journal of Paleopathology.
El tumor consiste en una formación redondeada e incompleta de superficie rugosa, del mismo color y textura que los huesos, de unos 43 mm de longitud y 44 de diámetro. Se hallaba en la parte derecha de la pelvis del esqueleto de una mujer entre 30 y 40 años de edad y unos 1600 años de antigüedad, procedente de la necrópolis romana del yacimiento arqueológico de La Fogonussa (Lleida). El estudio macroscópico y el escáner permitieron identificar en su interior cuatro dientes de morfología anómala, dos de ellos adheridos a la pared interna del tumor, y un pequeño fragmento de hueso.
“La calcificación y preservación de las paredes externas de este tumor son excepcionales, dado que lo normal en este tipo de restos es que se conserven sólo las estructuras internas y desaparezcan las externas, muy frágiles”, explica Assumpció Malgosa, coautora del estudio.
De hecho, hay muy pocos diagnósticos diferenciales de calcificaciones pélvicas y abdominales realizados en contextos arqueológicos, entre otros motivos por la dificultad de detallar con precisión su naturaleza –pueden ser cálculos renales, fibromas, teratomas, restos de arterias y un largo etcétera -. Además, son difíciles de reconocer durante la excavación y pueden ser confundidas fácilmente con piedras.
87 esqueletos
Los teratomas son asintomáticos en el 60% de los casos, pero en ocasiones, sobre todo si son voluminosos, provocan torsiones y problemas funcionales de los órganos cercanos. El embarazo parece favorecer algunas complicaciones de los teratomas, como, por ejemplo, dificultades en el momento del parto. Actualmente es difícil que crezcan y menos que se calcifiquen porque se detectan muy pronto y se intervienen rápidamente.
En el caso de la mujer romana, los investigadores no descartan que el tumor le causara la muerte, aunque no lo pueden precisar; también es posible que viviera con el tumor calcificado sin más complicaciones durante toda su vida.
El esqueleto analizado se recuperó en 2010 durante la excavación de 46 tumbas de La Fogonussa y formaba parte de un total de 87 esqueletos. Estaba completo y bien conservado, enterrado en una tumba de tejas.
En la investigación han participado investigadores de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB, de ANTROPÓLOGOS.LAB, del Instituto de Medicina Legal de Cataluña, del Hospital Universitario Sagrado Corazón de Barcelona y de la empresa Iltirta Arqueología de Lleida.