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Actividad física contra la depresión

JANO.es y agencias · 16 octubre 2007

Según el psiquiatra Luis Rojas Marcos, 20 minutos de ejercicio al día tres veces por semana previenen el trastorno mental y el sentimiento de soledad

“La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.”

Con este párrafo se abre la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género aprobada por unanimidad el 28 de diciembre de 2004. Nos acercamos, pues, al segundo año de su entrada en vigor en un momento en el que las noticias, lejos de acercar al optimismo, llevan a pensar que algo está fallando.

Afirman los expertos que, aunque ninguna ley acaba con el delito, en el caso de la violencia de género falta apoyo para que las personas maltratadas sigan denunciando y protección una vez que las denuncias se han producido. Además, los juzgados especializados están saturados y las órdenes de alejamiento para los agresores —en torno a 15.000 en el momento actual— se vulneran con relativa facilidad.

Otra de las demandas urgentes de los especialistas se refiere a un plan de prevención contra la violencia. Los efectos de esta medida no serían a corto plazo, añaden, pero en 10 años podrían constatarse significativas mejoras en una situación en la que el número de víctimas sigue aumentando.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno de múltiples dimensiones, la expresión de un orden social basado en la desigualdad y que acaba produciendo terribles efectos en las víctimas y en la sociedad en su conjunto. Una macroencuesta realizada por el Instituto de la Mujer concluye que el 12,4% de las españolas vive en situación objetiva de violencia en su entorno familiar, es decir, más de 2 millones de mujeres. Sin embargo, las encuestas realizadas entre personas que han sufrido malos tratos indican que sólo una tercera parte de ellas se consideraba a sí misma víctima de éstos, lo que refleja la complejidad de las relaciones que se establecen entre los maltratadores y sus víctimas.

La mujer puede permanecer junto a su agresor debido a muchos motivos, ya sea por dependencia económica, baja autoestima, idea de la familia unida, así como por la vergüenza y el sentimiento de fracaso ante un proyecto de vida. También pueden permanecer en el hogar por temor a una reacción violenta que puede llegar hasta el asesinato, final que es 6 veces más frecuente si la decisión de ruptura ha sido adoptada por la mujer. Además, para autoprotegerse la víctima puede estrechar sus vínculos con el agresor de una forma tan intensa que, cuando la situación se hace insostenible, tiene grandes dificultades para romper emocionalmente con él.

Por todas estas razones los malos tratos suelen persistir durante un período largo y las mujeres tardan una media de 7 años en denunciarlos. No obstante, en los dos últimos años ha aumentado considerablemente el número de denuncias. En los seis primeros meses de este año 29.835 mujeres han denunciado por maltrato a su pareja o ex pareja, un 3,9% más que en el mismo período de 2005. De las 52 víctimas mortales en lo que va de año, 16 perdieron la vida tras presentar la denuncia.

Los expertos coinciden en considerar a la violencia doméstica como un importante problema de salud pública que deja graves secuelas físicas, psíquicas y familiares. En este sentido, la atención primaria puede tener un papel muy importante en el abordaje integral y multidisciplinario del maltrato, tanto en la atención a la agresión como en la detección precoz, y utilizando la escucha activa, reforzando las decisiones que toma la mujer y defendiendo su derecho a vivir sin miedo. No debemos olvidar que la calidad de la atención médica inicial que recibe la mujer maltratada determina a menudo que ésta siga adelante en su lucha por cambiar la situación que padece y acuda a las instituciones sociales recomendadas.

Por otra parte, si se tiene en cuenta que los malos tratos se producen, según revelan distintos estudios, con una frecuencia comparable a la hipertensión arterial o el cáncer de mama, lo aconsejable es extender el cribado a toda la población, por lo que, en condiciones ideales, debería realizarse de forma rutinaria como parte de la anamnesis de cualquier historia clínica. El simple hecho de preguntar por su existencia y registrarlo rutinariamente supone, a medio plazo, que las preguntas sean esperadas por las pacientes y recibidas con naturalidad.

La violencia de género es también un problema de salud pública frente al que los estamentos, organizaciones y profesionales de la sanidad pueden, y deben, desempeñar un papel relevante.

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