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La sífilis navegó desde América hasta Europa a bordo de las carabelas en las que Cristóbal Colón regresó de su primer viaje al Nuevo Mundo. Más concretamente, según concluye un estudio publicado en la edición digital de PLOS Neglected Tropical Diseases(doi:10.1371/journal.pntd.0000148), la tripulación de Colón importó una variante venérea del Treponema pallidumpertenue, patógeno causante de la treponematosis no venérea tipo Yaws, que una vez en Europa evolucionó rápidamente –el regreso de Colón dista tan sólo 2 años de la primera epidemia registrada en nuestro continente, en 1495– a T. pallidum pallidum, subespecie responsable de la actual sífilis venérea. Posteriormente, ya desde el Viejo Continente, la infección se diseminaría por todos los rincones del mundo.

Los indígenas americanos precolombinos ya sufrían las enfermedades treponémicas hace más de 7.000 años, pero, ¿también la sífilis venérea? Así se aceptó universalmente hasta que, ya en el pasado siglo, la paleopatología encontró casos aislados de infectados por treponemas en la Europa precolombina. Es decir, ¿es posible que la sífilis ya estuviera presente en el Viejo Mundo antes de los viajes de Colón? Entonces, ¿en qué margen del Atlántico se localizó su origen?

Distintas subespecies

Y es que el estudio de las enfermedades treponémicas presenta numerosas dificultades, caso, sobre todo, de la homogeneidad genética, casi total, que presentan las distintas subespecies de T. pallidum: endemicum, responsable de la sífilis endémica, propia de los climas áridos; pertenue, causante de la treponematosis tipo Yaws, localizable en las zonas húmedas; y pallidum, patógeno de la sífilis venérea. De hecho, como recogen los autores, “aún hoy en día numerosos investigadores defienden la existencia de una única especie cambiante con distintas manifestaciones”. A las mismas se suma un cuarta espiroqueta, T. carateum, difícilmente distinguible y causante de la enfermedad conocida como pinta o pian, propia de Iberoamérica. Tampoco la paleopatología –las enfermedades causadas por los treponemas, con excepción del pian, dejan marcas características en los esqueletos– es capaz de distinguir entre las distintas infecciones.

El objetivo del trabajo de los investigadores de la Universidad de Emory en Atlanta (EE.UU.) era el de probar el origen americano –y por tanto su posterior exportación a Europa– de la sífilis venérea. Para ello, y en aras de establecer la filogenia del parásito, llevaron a cabo un análisis comparativo del genoma de 23 cepas humanas de T. pallidum, entre las que se contaban 5 de la subespecie pertenue –2 obtenidas de indígenas aislados de Guayana– y 2 de la subespecie endemicum; de una cepa de T. pallidum de un babuino salvaje; y de 3 cepas de T. paraluiscuniculi, responsable de la sífilis venérea en conejos.

Globalización renacentista

Las similitudes encontradas entre las cepas de T. pallidum de babuino y de la subespecie pertenue refuerzan la hipótesis de que la treponematosis tipo Yaws, que también afecta a los primates superiores, es una herencia de un antropomorfo ancestral común. Y lo que es más importante, las cepas de pertenue de los indígenas de la Guayana mostraron, en comparación con las obtenidas en Europa, mayor similitud genética con las cepas actuales de T. pallidum pallidum, por lo que, según los autores, “T. pallidum emergió en Europa como infección no venérea y a) se propagó por Oriente Próximo / Europa Oriental dando lugar a la sífilis endémica y por América causando la treponematosis no venérea tipo Yaws; y b) una cepa regresó desde América al Viejo Mundo, probablemente como resultado de la exploración europea, y se convirtió en el progenitor de las cepas causantes de la sífilis moderna. Posteriormente, las cepas de la subespecie pallidum se diseminaron desde Europa por el resto del planeta”. Un auténtico ejemplo no ya sólo de adaptación al ambiente –tropical por templado–, sino también de globalización.

Una enfermedad, distintos males

La conquista de Nápoles en 1495 por el rey Carlos VIII de Francia supuso la disolución de un ejército francés compuesto en su mayor parte por mercenarios que, de regreso a sus lugares de origen, propagaron la sífilis venérea por toda Europa. Se trata de la primera epidemia documentada en el mundo de una infección que, aún a día de hoy, se conoce despectivamente como “mal francés” o “mal napolitano”.

La repentina eclosión de la enfermedad, hasta entonces inédita en el continente, fue inmediatamente relacionada –como atestigua la obra Sumario de la natural historia de las Indias de Fernández de Oviedo y Valdés, fechada en 1526 – con el principal acontecimiento de la época: el inicio de la colonización europea de América. Tanto el origen en el Nuevo Mundo como el papel de los navíos españoles se mostraban claros… y todavía en la actualidad la sífilis también se conoce como “el mal de la Española” –en referencia al primer desembarco de Colón en la isla de La Hispaniola–. Hoy, transcurridos 5 siglos desde su aparición, el nombre parece haber cobrado sentido a los ojos de la ciencia.

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