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HIPERTENSIÓN

Control inadecuado en más de la mitad de los hipertensos españoles

JANO.es y agencias · 07 abril 2008

El estudio "Objetivo Kontrol" cita como causas la actual presión asistencial, una formación deficiente y la no aplicación de los conocimientos teóricos a la práctica clínica

Desde 1998, Médicos del Mundo convoca anualmente al Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña. La edición de este año coincide con el décimo aniversario del asesinato en Ruanda de los cooperantes de la ONG Manuel Madrazo, Flors Sirera y Luis Valtueña, cuando trataban de ayudar a las víctimas del conflicto que vivía ese pequeño país africano, y doce años del crimen que acabó con la vida de Mercedes Navarro en Bosnia. El humanitarismo, el compromiso y la solidaridad de estas personas no sólo son la esencia de este premio, sino que también guían al personal humanitario que trabaja en zonas en peligro.

En ésta, su décima edición, el certamen ha recibido más de 972 fotografías de 338 fotógrafos procedentes de 46 países, un auténtico récord de participación. Las imágenes ganadoras revelan las secuelas de la guerra civil de Sierra Leona a través de la serie “Vivir como un mutilado”, del griego Yannis Kontos. Completan la lista de galardonados, Fernando García Arévalo con su obra “Náufragos”, que retrata el fenómeno de la inmigración en las costas Canarias, y Paolo Pellegrin por la serie “Epidemia del cólera en Angola”. Además, Lana Slezic por las instantáneas “Mujeres afganas” ha sido galardonada con el premio especial “Mujeres y niñas, protagonistas del cambio social”.

El jurado de esta décima edición estuvo formado por: Gervasio Sánchez, fotógrafo; Yann-Arthur Bertrand, fotógrafo; Marisa Flórez, redactora jefe de Fotografía del diario El País; Carlos Bascones, jefe de producción de la agencia Cover; Ignacio Cabrero, responsable del Área de Cultura de la Casa Encendida, Obra Social de Caja Madrid; Begoña Rivas, fotógrafa del diario El Mundo; Carmen Gayo, directora de Comunicación de Médicos del Mundo y Javier Arcenillas, fotógrafo ganador de la pasada edición.

Un premio, un homenaje

El Premio de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña se convoca anualmente en recuerdo de Luis Valtueña, Flors Sirera, Manuel Madrazo y Mercedes Navarro, cooperantes de Médicos del Mundo asesinados en Ruanda en 1997 y Bosnia (1995) cuando trabajaban en proyectos de acción humanitaria.

Manuel Madrazo. Licenciado en Medicina y Cirugía, nacido en Sevilla en 1954. Dejó temporalmente su trabajo para sumarse al proyecto que Médicos del Mundo desarrollaba en Ruanda. Tenía dos hijas cuando fue asesinado junto a dos compañeros.

Mercedes Navarro. Sevillana de nacimiento (1956) y pamplonica de adopción, fue consultora para Naciones Unidas en Brasil y en Guinea Bissau. En 1995 formó parte del equipo de Médicos del Mundo que se desplazó a Mostar (Bosnia-Herzegovina) para atender a las víctimas de la guerra. Allí murió asesinada.

Flors Sirera. Nacida en Tremp (Lleida) en 1963, trabajó con Médicos del Mundo en el campo de refugiados de Mugunga (Zaire) durante 1994 y en el Centro de Salud de Escaleritas, en Las Palmas. Murió asesinada en Ruanda en enero de 1997.

Luis Valtueña. Fotógrafo de profesión, este madrileño nacido en 1966 colaboró con el Magazine de El Mundo y después dirigió el Departamento de Fotografía de Antena 3. Comenzó a colaborar con Médicos del Mundo como logista del equipo que se desplazó a Líbano en 1996. Un año después perdía la vida en Ruanda.

Primer Premio

Vivir como un mutilado
Yannis Kontos Ioannina, (Grecia, 1971)

Yannis Kontos ha obtenido el reconocimiento internacional por su trabajo en el campo del fotoperiodismo. Como fotógrafo independiente ha cubierto los conflictos de Kosovo, Irak, Afganistán, Nepal y Sierra Leona, entre otros, así como los acontecimientos internacionales más importantes. Sus trabajos han sido publicados en los principales medios internacionales y han obtenido, entre otros, el premio World Press Photo, 2006 y el premio Fujifilm al Fotógrafo de Prensa Europeo de 2005.

Vivir como un mutilado I 

Entre 1991 y 2002, la República de Sierra Leona sufrió las consecuencias devastadoras de una espiral de violencia civil y política derivada del conflicto provocado por los diamantes. Sierra Leona sigue llenando los escaparates de las joyerías con piedras con valor de entre 300 y 450 millones de dólares anuales, lo que lo convierte en uno de los países más ricos del mundo en reservas, pero es una nación extremadamente pobre y sufre una terrible desigualdad en la distribución de la renta. Las personas que se benefician del régimen son cada vez más ricas mientras que el resto de la población tiene la renta media más baja del mundo. Durante la guerra civil murieron 75.000 personas y se calcula que otras 20.000 fueron mutiladas. Los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (RUF) desarrollaron la espantosa táctica de cortar las manos o las piernas de los civiles como medio para aterrorizar a la población. Abu Bakarr Kargbo, de treinta y un años, fue una de las miles de personas afectadas por esta práctica.

Vivir como un mutilado II

Abu sostiene en su brazo a su hijo menor, Morris, en un refugio familiar. Los rebeldes lo agredieron el 20 de enero de 1999 cuando atacaron la parte este de la capital, Freetown. A diferencia de otras víctimas, no le dieron la posibilidad de elegir entre perder el brazo o la mano (manga larga o manga corta). En la actualidad, vive con su esposa y sus tres hijos en un campo para mutilados abandonado al noroeste de la ciudad. Aunque el suministro de víveres y atención médica se interrumpió en 2003, Abu y el resto de afectados siguen viviendo allí con la esperanza de recibir una pequeña ayuda de las comunidades cristianas. La Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sierra Leona declaró que debían cobrar una pensión, pero ellos afirman no haberla recibido hasta el momento. Abu trabajaba como obrero de la construcción; hoy, al igual que otros muchos mutilados de guerra, rechaza la implantación de prótesis artificiales y lucha por sacar adelante a su familia mendigando en las calles de Freetown, no lejos del lugar en el que le amputaron ambas manos y parte de los antebrazos .

Vivir como un mutilado III

Abu posa en el exterior del campo de mutilados en el que vive, el 9 de noviembre de 2005. Cree que los mutilados de Sierra Leona merecen ser tratados de forma justa y disfrutar de una vida plena. Recuerda perfectamente al rebelde que le cortó los brazos y espera encontrarse con él un día cara a cara. No confía mucho en el futuro de su país ni en el proceso de unificación de una nación profundamente dividida. En su opinión, la posibilidad de que se logre un acuerdo entre los antiguos rebeldes y sus víctimas es muy remota. Nunca olvidará y dice que no está preparado para perdonar. Los que están en su situación son el recuerdo visible, rotundo y conmovedor de la naturaleza salvaje del conflicto civil que asoló este país. Son también un símbolo y un legado permanente de los horrores de una guerra en la que las diferentes facciones transformaron a los niños en soldados y asesinos, violaron a mujeres de todas las edades y convirtieron a las niñas en esclavas sexuales. A pesar de que ya han pasado tres años de la introducción de un costoso plan de paz por parte de Naciones Unidas, el país sigue sufriendo como consecuencia de la corrupción y las secuelas de la guerra.

Accésit

Náufragos 
Fernando García Arévalo, Castellar de la Frontera (Cádiz, 1967)

Fernando García Arévalo estudia fotografía en Madrid y desde 1995 trabaja como fotógrafo independiente y colabora con la agencia Cover. En el año 2000 gana el primer premio del Certamen de Fotoperiodismo de Gijón. Entre sus numerosas exposiciones destaca “En lo más ancho del estrecho”, una serie de 55 imágenes sobre el drama de la inmigración en las costas gaditanas. Esta iniciativa merece el reconocimiento de los Premios Andalucía de Migraciones, reconocimiento que recibe de nuevo en 2004 por el reportaje “Esperanza Rota” en el que relata el viaje de repatriación de los cadáveres de varios inmigrantes muertos en las playas de Cádiz.

Náufragos I

Un voluntario de Cruz Roja reparte galletas a un grupo de indocumentados llegados en cayuco al puerto de los Cristianos en Tenerife, el 20 de agosto de 2006.

Náufragos II

Una voluntaria de Cruz Roja friega el suelo de la carpa donde momentos antes han sido atendidos los indocumentados llegados en cayuco al puerto de Los Cristianos en Tenerife. Uno de ellos, muy débil por el viaje, espera en una camilla la llegada de una ambulancia que lo trasladará al hospital. 17 de agosto de 2006.

Las imágenes ganadoras revelan las secuelas de la guerra civil de Sierra Leona a través de la serie “Vivir como un mutilado”, del griego Yannis Kontos.

Fernando García Arévalo retrata en su obra “Náufragos”, el fenómeno de la inmigración en las costas canarias.

Accésit II

Epidemia de cólera en Angola 
Paolo Pellegrin Roma, (Italia, 1964)

Paolo Pellegrin forma parte de la agencia Magnum y de Newsweek. El reconocimiento internacional le llegó en 1995 cuando ganó el World Press Photo por su reportaje sobre el sida en Uganda. Desde entonces es una de las referencias del fotoperiodismo actual. Durante su carrera ha cubierto los acontecimientos internacionales más importantes, desde el funeral de Yasir Arafat hasta la última guerra del Líbano, donde resultó herido. Además, ha publicado multitud de libros sobre la infancia en Uganda, Rumania y Bosnia, sobre Kosovo y sobre Camboya.

Epidemia de cólera en Angola I

Desde febrero de 2006, Angola está sufriendo la peor epidemia de cólera de toda su historia: se han diagnosticado 33.000 casos y han muerto más de 1.200 personas. De los más de 16.200 casos registrados en Luanda, la capital, más de 13.000 han sido tratados por la organización Médicos sin Fronteras (MSF). La enfermedad se extendió rápidamente de Luanda a las provincias y, hasta la fecha, 11 de las 18 provincias registran casos de esta afección. El brote surgió en Boa Vista, uno de los barrios de chabolas más pobres que rodean el centro de Luanda. En la fotografía, el padre de un niño con cólera en un centro de tratamiento de esta enfermedad (CTC) gestionado por MSF en Malanje. Mayo de 2006.

Epidemia de cólera en Angola II

Desde hace treinta años, durante la guerra civil en la que se vio inmerso el país durante veintitrés años y después de ella, Luanda ha experimentado un rápido incremento de su población, especialmente en sus barrios más marginales. La capital ha sido golpeada de forma particularmente dura por este brote de cólera: más de la mitad de las personas infectadas residen en esta ciudad y un 20 % de las muertes se han producido allí. La epidemia no ha respetado un solo rincón. En la fotografía, un niño con infectado y su madre, en un centro de tratamiento de cólera de MSF en Malenje. Mayo de 2006.

Premio especial “Mujeres y niñas, protagonistas del cambio social”

Mujeres afganas 
Lana Kristina Slezic, (Canadá/Croacia)

Lana Slezic nació en Canadá donde sus padres habían inmigrado desde Croacia. Comenzó su carrera en el año 2000 con colaboraciones en periódicos de Toronto y para la agencia Magnum en Nueva York. Desde el año 2002, trabaja como fotógrafa independiente y sus trabajos se han publicado en revistas como Paris Match, The Observer y Time, y en periódicos como The New York Times, The Independent o The Guardian entre otros. Su serie de instantáneas sobre las mujeres afganas ha merecido el reconocimiento de los Premios Internacionales de Fotografías (2006) y ha sido expuesta en Canadá, Croacia y Turquía.

Mujeres afganas I

Cuando el régimen de los talibanes fue derrocado en 2001, los medios de comunicación contaban historias acerca de la desaparición del burka, el retorno de las niñas a las escuelas y la recuperación de los derechos y las libertades de la mujer. En la actualidad, esto sólo es cierto para un pequeño número de mujeres. Las áreas urbanas han experimentado cierto progreso, pero los avances han sido muy escasos en las zonas rurales. Los matrimonios forzosos, el tráfico de niños, el aislamiento, la autoinmolación, la violencia doméstica y los asesinatos en defensa del honor son solamente algunos de los problemas a los que se enfrentan las niñas y mujeres afganas hoy en día. Estas dos fotografías reflejan una visión más positiva de la situación.

Esta imagen se tomó en el día de elecciones en Kabul, el 9 de octubre de 2004, la primera vez que las afganas tuvieron derecho a votar en unas elecciones democráticas. A pesar de las cifras exageradas y de un proceso electoral fraudulento, las mujeres de Kabul —al menos algunas de ellas— votaron según su propio criterio. En las regiones rurales, lo más probable es que las mujeres (la mayoría analfabetas) votasen por quien sus maridos, padres y hermanos les hubiesen dicho que votasen.

Mujeres afganas II

En esta imagen se muestra un grupo de niñas estudiantes en un edificio abandonado de Kabul. El antiguo Teatro Kabul fue prácticamente destruido junto con otros centenares de edificios durante la peor parte del conflicto que sufrió la ciudad. Escuelas, hospitales, ministerios, mezquitas y miles de hogares fueron literalmente arrasados. Con el fin del régimen talibán muchas niñas de Kabul pudieron volver a las escuelas, pero sólo encontraron sus ruinas. Sin embargo ellas estaban resueltas a recuperar los cinco años de educación perdidos y, con la ayuda de sus padres y profesores, construyeron nuevas escuelas donde pudieron hacerlo. En el momento de sacar esta fotografía, el teatro no tenía ventanas ni tejado, pero las niñas continuaban estudiando a pesar del frío viento y la lluvia que azotaban sus aulas.

Seleccionados

Conflicto entre Líbano e Israel I 
Davide Monteleone, (Italia)

Bombardeo en un barrio musulmán de Tiro (Líbano). Israel ha dicho al mundo que su objetivo es exclusivamente Hezbollah, en ningún caso la población civil. Esto es verdad sólo hasta cierto punto: los bombardeos se suceden día tras día. Hasta el 14 de agosto de 2006 murieron más de 1.000 civiles libaneses. Estas fotografías fueron tomadas en el sur del Líbano a finales de julio y principios de agosto de 2006.

Sur de Sudán: la lucha contra la enfermedad del sueño I 
Miguel Cuenca Candel, (España)

A pesar del alto el fuego firmado por el gobierno sudanés y el Sudan People’s Liberation Army, la tensión tribal ha sido continua en este país africano. En este contexto inestable, las políticas de salud pública no llegan a las remotas zonas rurales y las estructuras de salud han sido devastadas. Las consecuencias son nefastas. Las epidemias se suceden a veces sin que las autoridades lleguen a saberlo. Enfermedades que estuvieron bajo control hace décadas vuelven a resurgir.

La tripanosomiasis humana africana o enfermedad del sueño, es causada por un parásito (tripanosoma) transmitido a los humanos por la mosca tsé-tsé y sin el adecuado tratamiento es mortal. Cuando llega al sistema nervioso, los pacientes presentan problemas neurológicos, trastornos del sueño y alteraciones del comportamiento que van de la confusión a la locura.

En esta imagen, una paciente espera preocupada los resultados de sus pruebas durante el proceso de detección activa de casos en un proyecto de tripanosomiasis en Tambura, Western Equatoria.

Sur de Sudán: la lucha contra la enfermedad del sueño II 
Miguel Cuenca Candel, (España)

Las intervenciones contra la tripanosomiasis suelen tener dos componentes: el tratamiento y seguimiento de los pacientes en un hospital y la búsqueda activa de casos. Es muy importante encontrar el mayor número posible de personas infectadas y tratarlas para que, aunque reciban picaduras de la mosca, no transmitan la enfermedad. Para ello hay que movilizar a las comunidades, desplazarse y hacer las pruebas de laboratorio in situ. En la imagen, un técnico practica una punción lumbar a un jefe local de Tambora para conocer la gravedad de su estado.

Sólo hay tres fármacos para tratar la tripanosomiasis (uno de ellos es antiguo y muy tóxico) y la investigación para el desarrollo de nuevos medicamentos no se fomenta. Las comunidades afectadas suelen dedicarse a la agricultura de subsistencia y no tienen ningún impacto en la economía global, por lo que enfermedad del sueño no capta la atención internacional y convierte a los que la sufren en pacientes olvidados de una enfermedad olvidada.

38.663.854: Anatomía de una pesadilla global I 
Miki Alcalde, (España)

Existe la suposición de que si uno tiene el sida es que ha hecho algo malo. El VIH es la etiqueta que señala una vida inmoral. El gran estigma que se vive en Etiopía en relación con esta enfermedad significa que muchas personas seropositivas son expulsadas de sus familias y no tienen otra opción que enfrentarse a un futuro en soledad, en unos hospitales atestados o en alguna de las organizaciones establecidas por las ONG locales. Norte de Etiopía, 2006.

Los serbios de Croacia
Ivor Prickett ,(Gales/Reino Unido)

Estas imágenes son parte de un trabajo realizado para la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). Durante un mes Prickett vivió con la población serbia retornada a Croacia y documentó la situación de las personas a las que la OSCE está ayudando a retornar y a reconstruir sus vidas en la Croacia moderna.

Unos 300.000 serbocroatas se vieron desplazados en julio de 1995 por la ofensiva del ejército croata denominada “Operación Tormenta” y se vieron obligados a huir de sus hogares en toda la región croata de Krajina. Aunque la guerra duró poco, la mayor parte de estas personas no comenzaron a volver sino hasta finales de los años noventa. Un elevado porcentaje de ellos encontró sus hogares destruidos u ocupados por otras personas; este problema convirtió el retorno en un proceso lento y descorazonador.

La fotografía muestra a Neboisha y Slavica Eremic en su casa de Jurga, en el centro de Croacia. Slavica, croata, se casó hace dos años con Nebojsha, serbio. Su hogar está ocupado por un refugiado bosnio. Actualmente viven con Nikola, su pequeño hijo, en lo que fuera la pequeña casa de su abuela.

Refugiadas en la ceniza 
Borja Alegría Hernández, (España)

Esta fotografía fue tomada en el barrio Ponte Mammolo de Roma (Italia), un campo de barracas construido por una comunidad de inmigrantes, la mayoría provenientes de Eritrea, a los que se ha concedido refugio al salir de su país huyendo del conflicto que estalló en 1998 entre Eritrea y Etiopía.

La noche del 21 de junio de 2006, se produjo un incendio que arrasó el 80% de las infraviviendas. Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas. Protección Civil acudió para sofocar las llamas y repartir algunas camisetas y cajas de comida. La mayoría de los inmigrantes perdió lo poco que tenía y no obtuvo una respuesta para solucionar su precaria situación.

En la fotografía, una de las habitantes del barrio, Sara, de veinticinco años, desconsolada, dentro de una de las pocas chabolas que quedaron en pie.

Superpoblación en Manila, Filipinas I
Mads Nissen, (Dinamarca)

Barrio de chabolas de Vitas, próximo al antiguo vertedero denominado “Montañas humeantes” (“Smokey Mountains”). En tan sólo unos metros, la gente vive en 27 edificios de 4 alturas. Cada uno tiene 88 apartamentos de tan sólo 18 metros cuadrados cada uno, los cuales albergan a familias de seis miembros. En la fotografía, un joven pasa el tiempo en la azotea. Es la única manera de conseguir un poco de intimidad en este lugar superpoblado.

Se calcula que la población mundial alcanzará la cifra de 9.000 millones en el año 2050, lo que supone un enorme incremento con respecto a los 6.500 millones actuales. La superpoblación significa que un excesivo número de gente vive en un reducido espacio y disponen de unos recursos extremadamente escasos. Así es la vida en la capital de Filipinas, Manila, una de las ciudades más grandes y densamente pobladas del mundo. Son muy pocos los lugares del planeta en los que hay tantas personas viviendo tan juntas: una media de 41.282 personas por kilómetro cuadrado, y llega hasta 88.000 personas por kilómetro cuadrado en algunas regiones.

Superpoblación en Manila, Filipinas II 
Mads Nissen, (Dinamarca)

Dos niños duermen en uno de los vertederos de residuos tóxicos de la ciudad. Hasta en este lugar viven personas que comen, duermen y coexisten rodeadas de basura putrefacta.

La superpoblación es un problema global de gran complejidad. Sin embargo, para las personas que residen en Manila se trata de una cuestión bastante simple: lo que ocurre, sencillamente, es que no hay suficiente espacio. Jóvenes y mayores se ven obligados a vivir en barrios marginales y de chabolas. Familias enteras se alojan en chozas construidas en cementerios, entre las vías del tren o bajo los puentes. Habitan allí donde encuentran algo de espacio. Incluso los vertederos de residuos tóxicos de la ciudad pueden ser un hogar. Con un número tan grande de residentes, los recursos de la ciudad se tensan hasta el límite. Buena parte de los 11 millones de personas que viven en Manila carecen de agua limpia para beber, de un trabajo remunerado y de acceso a los servicios educativos y sanitarios.

Aitaroun, Líbano. 1 de agosto de 2006 
Farah Nosh, (Canadá)

Residentes en Aitaroun, en el sur del Líbano, aprovechan un alto en los ataques aéreos israelitas para huir de su pueblo donde los soldados de Hezbollah fueron objeto de asedio durante una semana por parte de las fuerzas israelíes, el 1 de agosto de 2006. Muchas familias quedaron atrapadas en sus casas durante varios días mientras los bombardeos israelíes arrasaban gran parte de los edificios a su alrededor. En aquel momento, estos hermanos temían dejar a su padre atrás, en el pueblo, ya que solamente había vehículos suficientes para evacuar a las mujeres y los niños.

La fotografías seleccionadas y premiadas son un tributo a las personas que un día decidieron que valía la pena intentar cambiar el mundo.

El precio de la novia I 
Giovanni Marrozzini, (Italia)

La ablación es un tipo de violencia que afecta cada año a cerca de dos millones de niñas. La edad de las víctimas oscila generalmente entre los cuatro y los doce años. Estas operaciones se practican a menudo con herramientas rudimentarias, sin anestesia de ningún tipo y sin cumplir las condiciones higiénicas más básicas. Las infecciones que producen causan la muerte a muchas niñas.

El precio de la novia II 
Giovanni Marrozzini, (Italia)

La mutilación representa una flagrante violación del derecho a disfrutar de un cuerpo intacto. Aquellas niñas que no superan esta práctica, arrastran sus secuelas durante el resto de la vida: dolores en la menstruación y en las relaciones sexuales.

El precio de la novia III 
Giovanni Marrozzini, (Italia)

En muchas zonas de África, las mujeres a las que no se ha practicado la ablación son consideradas impuras y de clase social baja. Más de un 90% de las mujeres etíopes han sufrido esta operación, la cual se ve como un rito de iniciación o purificación para entrar en la edad adulta, y se practica para reprimir conscientemente el placer sexual. Para justificar esto, las niñas a las que se ha practicado la ablación son consideradas más saludables que las que no han sido sometidas a esta operación; existe la creencia de que estas últimas no podrán encontrar marido. Las familias más pobres, que siempre esperan la dote de su hija, nunca osan evitar esta costumbre que cuenta con tanta aceptación social.

El equipo de la esperanza 
Olivier Asselin, (Canadá)

En muchos lugares de África, las personas discapacitadas viven en los márgenes de la sociedad. A menudo se las considera inútiles e incapaces, y gran parte de ellas termina mendigando en las calles para sobrevivir. Para un grupo de jóvenes discapacitados ghaneses el fútbol va a cambiar esta situación.

Todos los sábados por la mañana el grupo se reúne a entrenar en un sucio campo de Accra, la capital de Ghana. Los jóvenes juegan duro e impresionan a los espectadores, quienes no tienen discapacidad alguna y apenas pueden creer que personas discapacitadas puedan moverse por el campo con semejante destreza.

Muchos hombres han perdido un brazo o una pierna como consecuencia de la polio; otros fueron víctimas de accidentes de tráfico (una de las mayores causas de muerte en Ghana). Para muchos de los jugadores, encontrar dinero para el transporte es un desafío semanal constante. Pero la esperanza de convertirse en el primer equipo de discapacitados de Ghana los mueve a seguir entrenando.

Richard Ofei (izquierda) y Richard Opentil (derecha) compiten por el balón durante la práctica del fútbol. Aunque les falta una pierna, ambos hombres se encuentran entre los jugadores más rápidos del equipo y siguen fácilmente el ritmo de sus compañeros.

Refugiados congoleños en Ruanda
Sergi Camara, (España)

Salida de clase en Gihembe, campo de refugiados congoleños en Ruanda. Esta fotografía fue tomada como parte de un trabajo realizado en mayo de 2006 para la Fundación La Caixa, la cual colabora en proyectos de educación en los campos de refugiados de Ghihembe y Kiziba.

Hiyab; el vestido de la mujer islámica 
Pooyan Tabatabaei, (Canadá)

El chador es una prenda que visten algunas mujeres musulmanas cuando se atreven a mostrarse en público; se trata de una de las formas en las que una mujer musulmana puede seguir el código islámico en materia de vestimenta.

Tradicionalmente, el chador se llevaba con un pañuelo en la cabeza, una blusa y una falda, o una falda sobre los pantalones. El rostro debía estar cubierto con un largo velo rectangular situado inmediatamente bajo los ojos (el chador moderno no precisa de dicho velo rectangular). En el hogar, las mujeres podían quitarse el chador y el velo y vestir prendas más ligeras y frescas.

Desde la revolución islámica de 1979, las mujeres iraníes están obligadas a llevar el atuendo islámico en público. Desde entonces, el hiyab de las mujeres ha experimentado muy pocos cambios. Hoy en día es un verdadero problema para las jóvenes cubrirse con el hiyab islámico. El chador ha sido tradicionalmente de color negro, pero en la actualidad las jóvenes iraníes tratan de utilizar en público ropas de colores más llamativos. Así buscan comenzar a un nuevo movimiento de liberación.

Pies de una pequeña explotada 
Seila Montes González, (España)

Niñas aprendiendo un oficio en el centro que la pequeña ONG VCAO tiene en Phnom Penh, Camboya. Las niñas, que acuden dos veces por semana al centro, trabajan en el servicio doméstico en casas de familias ricas. Son víctimas de explotación: la mayoría de ellas no reciben un salario, trabajan día y noche por una cama y comida, y las más afortunadas reciben cinco dólares mensuales. VCAO ofrece clases de cocina, costura y peluquería a estas niñas para que cuando se vean en la calle (la mayoría de las veces porque el hombre de la casa las ha violado, y la mujer las expulsa de la casa) puedan encontrar un trabajo. Muchas de las familias no acceden a que las niñas acudan a estas clases, a otras no se les permite ni salir de la casa y son encerradas bajo llave.

Barrios de barracas: de la marginalidad a la extrema miseria 
Enric Vives-Rubio, (España)

En 1975, un año después de la Revolución de los Claveles, Portugal otorgó la independencia a sus colonias de África y Asia, cuyos habitantes tenían derecho a escoger entre la nacionalidad del nuevo país o conservar la portuguesa. Una onda migratoria llegó a Portugal; ciudadanos de escasos recursos económicos decidieron asentarse en la vieja metrópoli. Aparecieron los llamados bairros de barracas, barrios ilegales, que fueron creciendo hasta que en 1993, a través del Programa Especial de Realojamiento (PER ) se censó y realojó a las familias en casas de protección oficial, para, finalmente, demoler las viviendas ilegales. La demora en la demolición facilitó que otras familias ocupasen, y en algunos casos comprasen, las casas que iban quedando vacías.

La situación se fue agravando con los años. Hoy en día, en los bairros de barracas de los suburbios de Lisboa viven los llamados inmigrantes de segunda generación, que están siendo desalojados. Ellos nunca serán beneficiados por el PER, como el hombre de la imagen, que, sentado en el tejado de su casa, intenta evitar la demolición de su vivienda.

¿Anuncian los bairros de barracas portugueses lo que le espera a la inmigración europea en el futuro?

Se pueden contemplar todas las imágenes ganadoras y seleccionadas en el X Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña en la página web de Médicos del Mundo. Esta edición del premio ha sido patrocinada por Lilly y ha contado con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional, Sun Microsystems y La Casa Encendida de la Obra Social Caja Madrid.

www.medicosdelmundo.org

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