ONCOLOGÍA
Deficiencia de vitamina D y cáncer de mama
JANO.es · 30 mayo 2008
Las pacientes que presentan esta deficiencia vitamínica en el momento del diagnóstico presentan más probabilidades de recidiva o de fallecimiento a causa de la enfermedad
Si el escaso interés que mostraron los berlineses por la continuidad del aeropuerto berlinés de Tempelhof es signo de indiferencia por los símbolos del nazismo, podemos quedar tranquilos. Ante una cierta oposición al cierre y desmantelamiento de las instalaciones, se convocó un referéndum y el chasco habrá sido descomunal para los fanáticos: de los 2.44 millones de ciudadanos convocados, más de tres cuartas partes no votaron o lo hicieron en contra.
La razón se ha impuesto sobre la visceralidad. El aeropuerto se puso en servicio en 1923 y tenía la particularidad de que el viajero salía del edificio aeroportuario y aparecía en el extremo de una plaza de la capital, lo que era una comodidad insólita en las estaciones aéreas. Su grandiosidad lo convirtió en símbolo del nazismo en piedra y cemento, que tuvo como guía al arquitecto Albert Speer. Era la puerta de entrada en Alemania y se decía que Hitler se sentía divinizado cuando aparecía en la obra arquitectónica de mayores dimensiones en todo el mundo, en aquellos momentos. En 1936 fue reinaugurado, precisamente para la ceremonia con que se abrieron los Juegos Olímpicos, los que contemplaron el gesto ofensivo del tirano, que no estrechó la mano del atleta norteamericano Jesse Owens por ser negro.
La atención de la ciudadanía ha hecho salir la historia de los archivos. Desde junio de 1948 hasta mayo de 1949, dos millones de berlineses occidentales recibieron la ayuda de las fuerzas aliadas, que obligó a desplegar el mayor puente aéreo de la historia. El bloqueo del enlace por tierra obligó a mandar la asistencia para sobrevivir por el aire. Fue un gesto solidario, que necesitó el convencimiento de que la Unión Soviética cumplía sus amenazas, lo que estimuló la capacidad de resistencia de militares y paisanos. Un monumento recuerda la llegada y salida de aviones norteamericanos, británicos y franceses. Un monumento al Puente Aéreo deja saldada la deuda de la gratitud.
Y si todas las posibles causas del cierre no han influido en el no, ¿cuál ha sido el motivo del voto mayoritario de los berlineses?Sencillamente, el económico. El alcalde considera que la ciudad no es lo bastante rica para permitirse un dispendio tan elevado. Es un lujo que no se puede permitir. Un argumento prosaico, pero irrebatible.