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NEUROLOGÍA

Definen las causas subyacentes de los espasmos infantiles, al tiempo que se apunta a una nueva estrategia terapéutica

Europa Press · 05 julio 2022

Un reciente estudio demuestra que la administración de un análogo del IGF-1 a un modelo animal de espasmos infantiles elimina con éxito la sintomatología y la actividad cerebral anormal.

Un estudio liderado por el Texas Children's Hospital (Estados Unidos) ha descubierto que los niveles del factor de crecimiento de la insulina-1 (IGF-1) y su señalización descendente se reducen en el cerebro, tanto de los pacientes con espasmos infantiles (EI) como de los modelos animales.

Además, en su investigación, publicada en Annals of Neurology, han demostrado que la administración de un análogo del IGF-1 a un modelo animal de EI elimina con éxito los espasmos y la actividad cerebral anormal. Así, este estudio tiene el potencial de transformar el panorama del tratamiento de los bebés con espasmos infantiles.

El espasmo infantil es un síndrome epiléptico grave de la infancia y representa el 50 por ciento de todos los casos de epilepsia que se producen en los bebés durante el primer año de vida. Las opciones actuales de tratamiento de este trastorno son limitadas y la mayoría de los bebés afectados crecen con retrasos en el desarrollo, discapacidades intelectuales y otros tipos de epilepsia grave.

"Se ha informado anteriormente de que los pacientes con EI con anomalías cerebrales preexistentes tienen niveles bajos de IGF-1 en su líquido cefalorraquídeo y, basándonos en ese estudio, nos interesaba investigar si los niveles de IGF-1 estaban alterados en los cerebros de los animales y pacientes con EI", apunta el líder del estudio, John Swann.

Para sus investigaciones, el equipo utilizó un método bien establecido para inducir espasmos epilépticos espontáneos en roedores. Esta metodología, desarrollada en 2008 en el laboratorio de Swann, consiste en la infusión crónica de tetrodotoxina (TTX) en la corteza del cerebro de ratas infantes, lo que provoca una lesión en el lugar de la infusión y da lugar a espasmos prácticamente idénticos a los observados en los pacientes con EI.

"Como es de esperar tras una lesión cerebral, observamos un aumento de los niveles de IGF-1 en las células de apoyo no neuronales (también conocidas como glía) en el lugar de la infusión de TTX. Sin embargo, lo que más nos intrigó fue la notable y generalizada disminución de la expresión de IGF-1 en las neuronas corticales de las regiones cerebrales adyacentes o más alejadas del lugar de la inyección de TTX, un fenómeno del que nunca se había informado antes", detalla Swann.

A continuación, el equipo estudió el tejido cortical resecado de pacientes con EI que habían sufrido accidentes cerebrovasculares perinatales y se habían sometido a cirugía para controlar sus convulsiones intratables. Los resultados fueron notablemente similares a los que habían observado en los animales con EI.

"Y lo que es más importante, descubrimos que esta reducción de los niveles corticales de IGF-1 tenía consecuencias significativas en los modelos animales de EI porque amortiguaba la actividad general de las vías de señalización molecular del IGF-1 que regulan muchos procesos biológicos importantes implicados en el desarrollo temprano del cerebro y la función neuronal", añade Carlos Ballester-Rosado, primer autor del estudio.

Para determinar si el aumento de los niveles de IGF-1 en la corteza de los animales con SI podría mejorar los espasmos, el equipo utilizó una versión más pequeña de IGF-1 que puede atravesar la barrera hematoencefálica con mayor facilidad que la hormona completa. El tripéptido de IGF-1 que probaron es un subproducto natural de la descomposición del IGF-1 que se encuentra normalmente en el cerebro.

Además, se ha demostrado que este análogo revierte con éxito los defectos de comportamiento en modelos animales de otros trastornos del neurodesarrollo, como el síndrome de Rett y el síndrome de Phelan-McDermid.

"Utilizando varias líneas de evidencia, primero confirmamos que este tripéptido de IGF-1 era capaz de activar la cascada de señalización de IGF-1 en ratones. A continuación, descubrimos, para nuestro asombro, que la administración de IGF-1 eliminaba con éxito los espasmos y un patrón de actividad cerebral caótico específico de la EI llamado hipsarritmia en la mayoría de los animales con EI. Estamos entusiasmados porque estos resultados plantean la tentadora posibilidad de que este análogo del IGF-1 pueda utilizarse para tratar a los pacientes con EI en el futuro", remacha Swann.

Referencia: Ann Neurol. 2022 Jul;92(1):45-60. doi: 10.1002/ana.26383. Epub 2022 May 10.

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