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INVESTIGACIÓN GENÉTICA PIONERA SOBRE EL ICTUS

Demuestran las diferencias genéticas entre los tres subtipos de ictus isquémico

JANO.es · 23 octubre 2012

Un estudio internacional con participación española concluye que los tres subtipos conocidos de ictus son, en realidad, enfermedades diferentes, lo que abre un nuevo abanico de posibilidades terapéuticas.

El mayor estudio genético jamás realizado hasta la fecha sobre el ictus, para el que se ha analizado el código genético de más de 72.000 personas entre enfermos y controles, ha concluido que la clasificación de los ictus según su causa va más allá de la propia enfermedad y se traduce también en claras diferencias genéticas entre los tres subtipos de ictus isquémicos conocidos. Según los autores, entre los cuales se hallan investigadores del VHIR, el hallazgo abre la puerta a la obtención de dianas terapéuticas específicas para cada uno de estos subtipos. Los resultados del estudio METASTROKE se han publicado en The Lancet Neurology.

La investigación ha demostrado que, a nivel genético, los tres subtipos conocidos de ictusisquémico (aterotrombótico, lacunar y cardioembólico), son enfermedades diferentes, lo que abre un nuevo abanico de posibilidades diagnósticas y terapéuticas.

Tal y como explica el Dr. Joan Montaner, director del Laboratorio de Investigación Neurovascular y Coordinador del Área de Neurociencias del VHIR, "si las causas de un ictus cardioembólico, lacunar o aterotrombótico son diferentes y genéticamente están claras las diferencias, los neurólogos debemos preguntarnos si estamos realmente ante una misma enfermedad. Quizás el ictus, tal y como lo conocemos hasta hoy, no es propiamente una enfermedad, sino un síndrome, una manifestación clínica de diferentes procesos de origen aterotrombótico, lacunar o cardioembólico ".

Hasta ahora, los tres subtipos de ictus isquémico y sus causas se tenían en cuenta en el estudio de la enfermedad y en las estrategias de prevención de un segundo episodio (prevención secundaria). Los hallazgos genéticos de este estudio, que incorpora unos 12.000 pacientes de ictus y unos 60.000 controles, "abren la puerta a la posibilidad de encontrar tratamientos específicos para cada subtipo de ictus y, por tanto, dianas terapéuticas orientadas, de forma muy específica incluso, hacia un tratamiento preventivo o una profundización de diagnóstico más temprano ", comenta el Dr. Montaner.

Para identificar diferencias genéticas significativas entre pacientes con ictus y controles, los investigadorse se han valido de lo que se conoce como GWAS (Genome-wide association studies). Tras estudiar 15 grupos de pacientes con un ictus isquémico (12.389 individuos afectados y 62.004 controles) y replicar los hallazgos, se confirmaron dos polimorfismos para el ictus cardioembólico, localizados cerca de los genes PITX2 y ZFHX3. Estos polimorfismos ya se habían encontrado en estudios previos y ahora se han confirmado, además, en estudios con modelos animales. Si se manipulan los modelos animales para que presenten o no estos polimorfismos, el riesgo de tener ictus debido a un problema cardioembólico aumenta.

Concretamente, la presencia de estos polimorfismos determina un aumento del riesgo de padecer fibrilación auricular, la arritmia cardíaca más frecuente, que se caracteriza por latidos desorganizados y poco efectivos para hacer un vaciado adecuado de la sangre del corazón. Esta sangre que se acaba acumulando puede llegar a producir un coágulo que viaje por las arterias hasta obturar una arteria cerebral y causar un ictus.

El ictus aterotrombótico (debido a aterosclerosis) se ha relacionado claramente con un polimorfismo del gen HDAC9 y una región específica del código genético-el locus 9p21- y este último se había asociado con un mayor riesgo de infarto agudo de miocardio (IAM). En el caso de los ictus lacunares, no se ha encontrado ningún polimorfismo relevante. Se trata de una de las paradojas del estudio, ya que, según explica el Dr. Montaner, "los ictus lacunares tienen una fuerte asociación familiar y, por ese mismo motivo, pensábamos que encontraríamos una fuerte asociación genética. No ha sido así en el caso de estos ictus".

"Esto nos lleva a pensar que a pesar de que la tecnología del GWAS nos da una información muy valiosa y necesaria, hay áreas 'de materia oscura genética' de la que no conocemos las funciones y que seguramente con el avance de la ciencia veremos que son determinantes", aclara el Dr. Israel Fernández-Cadenas, responsable de la línea de investigación en genética de ictus del VHIR.

El estudio también ha servido para localizar nuevas regiones genéticas potencialmente importantes pero que habrá que validar.

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