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VACUNAS

Descienden en Estados Unidos los casos de enfermedad neumocócica invasiva

JANO.es y agencias · 19 marzo 2008

Desde la introducción de la vacuna en el año 2000 se han prevenido cerca de 170.000 nuevos casos y 9.800 muertes, según un estudio de los CDC

La vacuna de la difteria se introdujo en España en 1945, aunque con baja cobertura. La vacunación sistemática se inició de forma masiva en 1965 en combinación con la del tétanos y la tos ferina, dirigida a la población infantil. Sin embargo, los varones con 65 años o más, que nacieron con anterioridad a 1936 y realizaron el servicio militar antes de 1966 —fecha en la que se introdujo la vacuna antidiftérica— no se beneficiaron de las campañas de vacunación masivas.

Los brotes epidémicos ocurridos en Suecia, Reino Unido y, sobre todo, en la antigua Unión Soviética, que afectaron principalmente a adultos y tuvieron una alta morbimortalidad en los ancianos, hacen pensar en la baja protección frente a la difteria en este colectivo, ya sea por no estar vacunado, en algunos casos por falta de revacunación o por la pérdida de inmunidad natural adquirida.

Protección absoluta

El infrarregistro de la vacunación contra la difteria en los ancianos hace que el estudio serológico sea el único método fiable para conocer el estado inmunitario en esta población. En este sentido, un reciente estudio realizado en atención primaria en Segovia y publicado en Medicina Clínica (Med Clin [Barc]. 2005; 125:409-11) confirma la necesidad de proteger a la práctica totalidad de los ancianos de la difteria, en el 50% iniciando la primovacunación —por ausencia del título aconsejado de anticuerpos— y en la otra mitad con una dosis de recuerdo inmediata, ya que casi todos los seropositivos tienen los títulos de anticuerpos en el límite inferior de la seropositividad y perderán su inmunidad en un período corto.

Por consiguiente, ante un riesgo de epidemia, casi la cuarta parte de nuestros ancianos estarían en situación de contraer la difteria, sin olvidar el riesgo adicional de los viajes internacionales a países donde aún hay difteria y al fenómeno de la globalización, donde la aparición de un caso en cualquier parte del mundo es un riesgo para los no protegidos.

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