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OBSTETRICIA

Desigualdad social en el control del embarazo

JANO.es · 11 octubre 2007

Un trabajo publicado en "Gaceta Sanitaria" revela que el control de la gestación ha mejorado en los últimos años, aunque no de forma igualitaria entre las distintas clases sociales

Hace tan sólo dos semanas (JANO 1639), bajo el título "Alcohol y adolescencia, permisividad cero" la editorial con la que arrancaba nuestra publicación, se hacía eco de las conclusiones del informe de la Comisión Clínica del Plan Nacional sobre Drogas en las que se pone de manifiesto que el alcohol es la sustancia psicoadictiva de mayor consumo en España. Esta realidad se traduce en incrementos muy significativos en las tasas de siniestralidad vial, doméstica y laboral, y en la incidencia de, según corroboran diferentes estudios, hasta 60 patologías consecuentes.

El mencionado informe recordaba que aun consumido en cantidades mínimas, el alcohol provoca importantes e irreversibles daños sobre la salud de los adolescentes por lo que se insistía en la necesaria aplicación de medidas y actuaciones dirigidas a proteger a una población especialmente vulnerable.

En consecuencia, el anteproyecto de ley de Medidas Sanitarias para la Protección de la Salud y la Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas por Menores, popularmente rebautizada como "ley del alcohol", elaborada por el Ministerio de Sanidad y Consumo, constituye (a estas horas habría que decir "constituía") un importante avance en esta dirección.

Hasta ahí, todo bien. Pero por razones que tienen poco o nada que ver con la salud y el interés de los ciudadanos, el martes 20 de febrero las autoridades pertinentes comunicaron de forma oficial la retirada del anteproyecto, del que ya se habían elaborado tres borradores. Mal, francamente mal.

Mal por cuanto se aparca "indefinidamente", según expresión textual de la titular de Sanidad, un texto legal que además de reafirmar la necesidad de prohibir el alcohol en los menores de edad --un precepto que, no debe olvidarse, permanece vigente en nuestro país desde hace ya muchos años--, contempla la limitación de las actuaciones dirigidas a promocionar su consumo entre los jóvenes.

Mal, por cuanto las medidas contempladas en el anteproyecto, tal y como han ratificado la inmensa mayoría de las sociedades científicas y médicas y la propia Organización Médica Colegial, resultan necesarias y urgentes. Se ha ignorado la voz de la medicina que, a través de sus representantes, ha manifestado su pesar por el hecho de que otro tipo de intereses hayan estado por encima de los sanitarios.

Mal por cuanto se ha obviado que el daño no obedece a la naturaleza fermentada o destilada de cualquier bebida en particular, sino a la cantidad de alcohol que contiene. El vino es, por tanto, una bebida alcohólica y no, tal y como recogen las leyes vigentes, un "alimento natural".

Mal por cuanto desde el primer momento se explicó y se comunicó confusamente el texto, de tal forma que se crearon malentendidos y algunos creyeron ver que iba a prohibirse el consumo de alcoholes y vinos en España.

Mal, por cuanto han primado intereses (económicos y políticos) muy alejados del bien común (léase público) y, lo que es peor, se han impuesto por encima de lo que la ciencia y la medicina han demostrado con contundencia.

Mal, por cuanto una vez más se ha olvidado que los destinatarios de las decisiones políticas no son --y nunca deben ser-- los políticos sino los ciudadanos a los que aquéllos tienen el compromiso y la obligación de representar con honestidad e inteligencia. Pero no debe ignorarse que estamos ya en período de precampaña electoral.

Mal por cuanto el Ministerio de Sanidad, tras una serie de titubeos y rebajas en temas clave --como por ejemplo el relativo a la publicidad, que los expertos señalan como uno de los principales responsables, si no el primordial, del cambio de patrón de consumo experimentado por la juventud española--, ha terminado sometiéndose a las presiones llegadas desde la industria vinícola, un sector meramente económico y nunca sanitario.

Mal, por cuanto el papel de la oposición, marcado por un lamentable oportunismo político, ha dificultado decisivamente el logro de un consenso nacional que hubiera permitido adoptar decisiones más acordes con la razón y la búsqueda de la mejor salud para los españoles. Tampoco la actitud de los gobiernos de algunas comunidades autónomas ha ayudado en absoluto en este sentido.

Mal, en suma. Muy mal, cuando sabemos que los jóvenes españoles cada vez beben más, a edades más tempranas y de forma más compulsiva. Ningún interés de ningún tipo vale lo que su salud. El coste es demasiado elevado.

Como queda apuntado, los encargados de velar por nuestra salud, los profesionales sanitarios, así lo han comprendido y han denunciado la inexcusable moratoria. Confiemos en que la clase política se haga eco de éstas y otras racionales voces y reconsidere posturas y actitudes. Es su obligación; es nuestro derecho.

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