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MEDICINA DEPORTIVA

Dopaje, un problema médico

JANO.es y agencias · 10 octubre 2007

El secretario de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín, considera se debe expulsar a los médicos que estén implicados en esta práctica

A caballo entre los dogmas y filosofías del pasado siglo y el avance hacia el profesionalismo médico que reclama desde dentro la propia profesión y la sociedad del siglo xxi, la Organización Médica Colegial organizó las III Jornadas de Reflexión en las que, bajo el epígrafe "El médico ante los nuevos retos profesionales y sociales", se suscribió la Declaración de Toledo sobre cinco ámbitos esenciales: políticas educativas y demografía médicas; excelencia y desarrollo profesional continuo; asociaciones profesionales, ámbitos y adecuación; regulación de la profesión, regulación compartida, y contrato social.

En relación con las políticas educativas y demografía, se concluyó que la adecuación a los planes de estudio de medicina pasa por establecer el acceso directo al doctorado para el grado de medicina y contemplar la especialidad como máster profesional. La formación de los médicos debe centrarse en un médico de base y no de múltiples miniespecialidades.

Se insta a que todo el personal facultativo de los hospitales y centros de salud participe en la docencia de grado.

La introducción del ideario del profesionalismo médico es crucial para avanzar en la profesión, para lo que se considera prioritario remarcar como valores de la docencia el compromiso, altruismo, disciplina y eficiencia, e introducir aspectos de gestión y habilidades de comunicación.

La necesidad de contar con un registro fiable de profesionales médicos es fundamental para abordar políticas demográficas y laborales del Sistema Nacional de Salud. Para ello, los profesionales, a través de sus asociaciones y organizaciones, han de conocer y participar en los planes, a corto plazo, de la Administración respecto a la creación de centros sanitarios y participar en la elaboración de estudios de previsión.

La Declaración puntualiza que, para abordar las necesidades de los médicos, es fundamental considerar el incremento de las jubilaciones de profesionales y el envejecimiento de la población, con la consiguiente demanda sanitaria y de cuidados de salud, de manera muy especial, en las próximas dos décadas. Como solución a esta perspectiva social y profesional, es necesario flexibilizar los horarios, conciliar la vida familiar y laboral, adecuar los contratos a las necesidades del trabajador, incentivar a los médicos que realizan su ejercicio en zonas y puestos de especial dificultad y mejorar las condiciones laborales económicas y profesionales.

Respecto a la carrera profesional, se considera que el ejercicio de la medicina conlleva el desarrollo profesional continuo que está en la base de la evaluación de la competencia y representa, por sí mismo, una motivación para el médico. La evaluación de la competencia debe ser realizada por la profesión, pero será siempre voluntaria, incentivada y no punitiva para los profesionales que se sometan a ella.

A las funciones de los colegios de médicos recogidas en sus correspondientes estatutos habría que sumar y desarrollar, de forma explícita, las relativas a la relación con la universidad para intervenir en la elaboración de planes de estudio; la participación activa en la formación de posgrado; la colaboración con la Administración y la participación en la elaboración del mapa sanitario de la zona; la implicación en la educación para la salud, la ordenación de la profesión y el registro de profesionales.

En cuanto a la regulación de la profesión, se considera absolutamente fundamental un registro de colegiación. Los colegios de médicos deben velar por la competencia profesional y se han de implicar especialmente en cuestiones relativas a la publicidad sanitaria, la información médica, la información médico-paciente y el manejo de la información clínica.

El médico ha de asumir una actitud preactiva en la información facilitada al paciente, de forma comprensible y personalizada. Para ello es necesaria la homogeneización de los protocolos de consentimiento informado y potenciar el uso del documento de voluntades anticipadas.

La forma de preservar la autonomía del profesional dentro de su contexto organizativo obliga necesariamente a la defensa activa de la libertad de prescripción.

En su capítulo final, la Declaración puntualiza que la profesión médica ha de suscribir un contrato social, en primer lugar porque la persona, más allá de su condición de paciente, ha sido, es y será la razón de ser de la profesión médica. Además, es necesario como forma de abordar conjuntamente con el gobierno y las administraciones sanitarias los problemas estructurales del sistema nacional de salud, que no son sólo los económicos. Y, concluye, es necesario porque un médico insatisfecho y no comprometido produce una sanidad ineficiente.

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