Alrededor 36 millones de personas murieron a causa de enfermedades crónicas no transmisibles en el mundo durante 2008, lo que significa que el 63% de los fallecimientos ese año fueron causados por estas patologías que, para 2030, pueden acabar anualmente con la vida de cerca de 52 millones de personas.

 

Así lo advierte el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), presentado ayer miércoles por su directora general, Margaret Chan, en el Foro Global que celebra con la Federación Rusa en Moscú para hablar de estas patologías, que no sólo son un problema del mundo desarrollado, ya que el 80% de las muertes se registraron en países de ingresos medios y bajos.

 

Las enfermedades cardiovasculares generan la mayoría de estas defunciones, alrededor de 17 millones anuales, seguidas del cáncer, con 7,6 millones; las enfermedades respiratorias, con 4,2 millones, y la diabetes, con 1,3 millones.

 

Estos cuatro grupos acumulan cerca del 80% de todas las muertes por enfermedades crónicas no transmisibles y comparten cuatro factores de riesgo: el tabaquismo, el sedentarismo, el abuso del alcohol y las dietas pobres.

 

Según explicó Chan, “el aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles representa un enorme reto”. De hecho, destacó que “para algunos países no es exagerado describir la situación como un desastre inminente, un desastre para la salud, la sociedad y sobre todo para las economías nacionales”.

 

“Las enfermedades crónicas no transmisibles lanzan un golpe doble al desarrollo. Causan billones de dólares en pérdidas de recursos nacionales y empujan a millones de personas por debajo de la línea de la pobreza, todos los años”, dijo.

 

Según el subdirector general para Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la OMS, Ala Alwan, “cerca del 30% de las personas que mueren a causa de enfermedades crónicas no transmisibles en los países de ingresos medios y bajos tienen menos de 60 años y están en su etapa vital más productiva”. “Estas muertes prematuras son lo más trágico porque se podrían prevenir”, subrayó.

 

“Esta es una gran pérdida, no sólo a nivel individual, también afecta de forma profunda a la familia y a la fuerza de trabajo del país. Para los millones de personas agobiadas por la pobreza, el círculo vicioso continúa”, afirmó, concluyendo que “la pobreza contribuye a las enfermedades no transmisibles y ésta a la pobreza. A menos que no se enfrente de forma decidida la epidemia, el objetivo global de reducir la pobreza será difícil de alcanzar”.