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Estreñimiento frecuente en el embarazo

JANO.es · 28 diciembre 2007

Un estudio norteamericano concluye que la mitad de las mujeres embarazadas experimentarán estreñimiento en algún momento de la gestación

Berlin Mitte

La división de la guerra fría hizo crecer la parte occidental hasta convertirse ella misma en una propia ciudad, a espaldas del verdadero núcleo urbano, situado al este del extinto muro. Esa es la primera de las impresiones visuales desde la cúpula del Reichtag. La antigua ciudad oriental se divisa desde ese mirador privilegiado en toda su extensión, mientras que la ciudad occidental queda ocultada por la infinitud del Tiergarten. A escasos 300 metros, hacia la derecha, está el más universal de los símbolos berlineses, la Brandenburger Tor, la Puerta de Brandenburgo, coronada por su célebre cuadriga y lugar obligado para la fotografía de rigor. De ella arranca la amplia avenida Under der Linden (Bajo los Tilos), eje histórico de la ciudad prusiana que durante decenios estuvo aislada tras el muro y que ahora vuelve a ser el corazón de la ciudad. La recuperación de su esplendor ha sido una cuestión de Estado desde que se decidió el traslado del Gobierno y las instituciones federales a la vieja capital alemana.

Las calles que cruzan la avenida Under der Linden, especialmente Friedrichstrasse, se han poblado de hoteles y tiendas de lujo, señal inequívoca del papel central que ocupa en la nueva cartografía urbana. En su tramo final se encuentra la densidad más alta de la simbología arquetípica germánica, con los grandes edificios prusianos de los Hohenzollern: la Universidad Humbolt, la Biblioteca Nacional, el Museo de Historia y la monumental Berliner Dom, la catedral protestante berlinesa. Otros edificios históricos quedan a ambos lados de la amplia avenida central, muchos de ellos abandonados durante el periodo comunista y ahora felizmente restaurados por la tenaz voluntad del gobierno federal, que con una evidente intención reunificadora ha levantado sus nuevas sedes sobre el trazado antiguo del muro. Estas construcciones, los Deutschen Bundestages, sobrios bloques de hormigón y cristal esparcidos por las inmediaciones del Reichtag, han convertido la ribera serpenteante del río Spree en un paseo de arquitectura funcional contemporánea, al lado y en contraste con la llamada Isla de los Museos, la Museumsinsel, con sus célebres edificios neoclásicos de la época prusiana de los Federicos y los Guillermos: la Altes Nationalgallerie, el Altes Museum, el Neues-Museum y el espectacular e inacabable Pergamon Museum. Posiblemente, no haya en el mundo una mayor concentración de arte y cultura como en esa pequeña isla sobre el Spree.

La cúpula del Reichtag

Merece la pena la larga espera en las interminables colas de entrada al Reichtag. A la espalda queda la magnífica explanada bordeada al sur por el Tiergarten, el gigantesco y selvático jardín central de Berlín, y por el lado norte la hilera de los nuevos edificios del Bundestag, el Parlamento de la nueva Alemania unificada. En esa cola se oyen todas las lenguas de Europa, gente expectante y curiosa, que intuye que detrás de las dóricas columnas de la entrada al edificio hay una de las claves geopolíticas del mundo contemporáneo.No son turistas al uso habitual —de hecho en Berlín esa especie no existe—. Aquí no se viene buscando ni sol ni playa, ni exotismos turísticos. Se trata de otro asunto, que se comprende perfectamente cuando después de pasar los muy germánicos controles de seguridad se asciende hacia las terrazas del histórico edificio y aparece la enorme cúpula de cristal que Norman Foster diseñó como una alegoría arquitectónica de los tiempos nuevos. Subiendo por las pasarelas espirales de la cúpula cristalina se hace un barrido visual de 360 grados sobre la gran ciudad y entonces el peso de la historia, del pasado y del futuro, se deja caer en la conciencia del espectador como si el cielo entero descendiese sobre Berlín.

El dinamismo de Alexanderplatz

Junto al Mitte oficial también existe la ciudad urbana, centrada en torno a la gigantesca Alexanderplatz, más hacia el este. De hecho este enorme espacio fue el centro de la vida social de antes de la guerra. En ella se levantan dos elementos muy representativos del paisaje urbano berlinés, la medieval iglesia de Marienkirche y la espectacular Fernsehturm, la torre de televisión que el régimen comunista oriental levantó en su inútil competencia con el Berlín Oeste, y que ahora se ha convertido, para los berlineses, en su símbolo de identificación. Esa es la paradoja de la reunificación, el hecho que la destartalada y gris ciudad oriental se haya convertido en el nuevo centro urbano, con un dinamismo mayor que la parte occidental. La multitud de restaurantes, galerías de arte y hoteles abiertos en los últimos años y las continuas restauraciones de antiguos edificios abandonados o muy deteriorados están dando color a la antigua ciudad.

Potsdamer Platz

Situada sobre un solar antiguamente desolado, primero, por los bombardeos de la guerra y, después, por el muro, la Plaza de Potsdam se ha convertido en el epicentro del nuevo Berlín. Está situada a un tiro de piedra de la Puerta de Brandenburgo y de la antigua cancillería de Hitler, sobre la que actualmente se ha levantado el Monumento al Holocausto, un impresionante espacio laberíntico de bloques de hormigón que recuerda la peor tragedia que Europa haya sufrido jamás. Con voluntad de mirar hacia el futuro, sin olvidar el pasado, Alexander Platz se ha levantado como una isla urbana semejante a las grandes ciudades mundiales de arquitecturas verticales y tecnológicas. Hasta aquí se ha desplazado el festival de cine de Berlín y las multinacionales han optado por llevar sus sedes centrales a sus espectaculares edificios. La plaza interior del Sony Center, cubierta por una insólita cúpula semejante a un paraguas de cristal, es el centro de ese nuevo espacio berlinés, cuyo eje temático es el mundo del cine. El Kulturforum, al lado de Potsdamer Platz, complementa el mundo de la cultura cinematográfica con otra de las pasiones berlinesas, la música, con la universalmente célebre Philarmonie Kammer-Musikaal.

No lejos de la plaza, en la Niederkirchnerstrasse, se alza el Martin Gropius Bau, la principal sala de exposiciones berlinesa, situado junto al antiguo y destruido edificio de la Gestapo y a tan escasos metros del muro que fue necesario levantar una puerta lateral para acceder a sus exposiciones. En sus inmediaciones, y con una clara voluntad pedagógica, se han dejado en pie, en su lugar original, 200 metros de muro y se ha montado una exposición permanente sobre los horrores del nazismo, con fotografías y documentos personales. Esta “Topografía del terror”, como se ha llamado a la exposición, al reunir juntos dos elementos emblemáticos de los totalitarismos del siglo xx, ha vacunado a la ciudad contra cualquier tentación dogmática. Seguramente Berlín sea la ciudad planetaria que más respete la idea de libertad. Eso se aprecia en sus ciudadanos, tolerantes, abiertos y amables como pocos otros en Europa.

Berlín Oeste

Continúa siendo, sin duda, una gran ciudad, con sus amplias avenidas, sus parques y sus edificios perfectamente conservados, como cualquier otra ciudad europea. Pero se respira una rara sensación de que su tiempo ha pasado, que ya no es el lugar del que Leonard Cohen cantaba aquello de “Firts we take Manhattan, then we take Berlín”. Un cierto dinamismo se percibe en el borde sur del Tiergarten, donde se han levantado la mayoría de las nuevas embajadas en una curiosa especie de competición de arquitectura de diseño. Pero poco más. La Kurfurstendamm, popularmente conocida como Ku’Damm, ya no es aquel eje que Bismark soñó como los Campos Elíseos berlineses, repleta de tiendas, terrazas y restaurantes. La mayoría de las tiendas de prestigio se han trasladado a Mitte y sus célebres aparadores de vitrina situados en las amplias aceras están vacíos en su mayoría. La que fuera estación central de ferrocarriles del Berlín occidental, la Zoo- Banhof, está sucia y en un estado de progresivo deterioro, esperando ser desmantelada. El Europa Center, que fue punto central de reunión, parece uno de esos centros comerciales de los sesenta absolutamente pasado de moda. A su lado, la desmochada iglesia de Gedachtnskirche, la iglesia del kaiser Guillermo, otro de los símbolos del Berlín occidental parcialmente destruido por la guerra y que se mantiene en ese estado semiderruido, resulta una perfecta metáfora de lo que le sucede a Berlín occidental.

Templo para gourmets

En Berlín Oeste aún queda un lugar inigualable, una visita del todo obligada en esta parte de la ciudad y una de las sorpresas que raramente salen en las guías turísticas al uso. Se trata de los grandes almacenes Kaufhaus des Westens, abreviado como KaDeWe, y que representan a Berlín lo que Harrods a Londres. El lugar es único, no por su carácter comercial, sino por sus increíbles dos últimas plantas dedicadas por entero a la gastronomía. En la sexta, entre múltiples cosas, se puede elegir cualquier carne o pescado bien para llevar o para comerlo allí mismo; es un auténtico templo para gourmets, a precios asequibles. No existe un lugar parecido en toda Europa. La séptima planta, el llamado Wintergarten, también dedicado a la gastronomía, es un espacio parecido a un gigantesco invernadero de cristal con un aspecto selvático donde uno se puede tomar relajadamente la mejor cerveza de su vida mientras contempla el cielo sobre Berlín.

Texto y fotos: Francisco F. Maestra

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