Sábado, 20 de Abril del 2024

Últimas noticias

FARMACOLOGÍA

Fármacos basados en el vino contra el envejecimiento

Óscar Giménez, Barcelona · 29 noviembre 2007

Un artículo en "Nature" muestra que sustancias basadas en el resveratrol, antioxidante que se encuentra en el vino tinto, previenen en modelos animales enfermedades asociadas a la edad

El Prof. Daniel Callahan, eminente filósofo y experto en bioética, visitó Barcelona, invitado por la Fundación Víctor Grífols i Lucas, aportando su punto de vista sobre el cambio que está viviendo la medicina contemporánea. Cofundador en 1969 del Hastings Center de Nueva York —una de las más prestigiosas instituciones en el campo de la bioética—, del que fue presidente durante casi 30 años y hoy es director de su Programa Internacional, Callahan es una figura clave en temas tan importantes como la distribución de los recursos sanitarios en relación con la edad de los pacientes, la equidad o la aplicación en medicina del concepto de desarrollo sostenible.

–¿Qué papel debe tener el libre mercado en el sistema sanitario?

–En mi país se considera el libre mercado como un derecho fundamental y el campo sanitario no es una excepción. Sin embargo, en estos momentos hay un gran debate al respecto y numerosas voces claman por una reforma sanitaria. A muchos nos gustaría que la cobertura del sistema sanitario estadounidense fuera universal. Ahora estoy estudiando los modelos europeos en los que, aunque no hay un debate tan fuerte sobre el papel del mercado, se está comenzando a experimentar con algunas de sus medidas por razones económicas, para controlar los costes crecientes, como la competencia entre los hospitales. Pero las reformas nunca son suficientes dado el envejecimiento de la población, la baja natalidad, el constante desarrollo tecnológico y la demanda pública de mejoras constantes en la atención sanitaria. De hecho, en mi país, el progreso tecnológico es el causante del 40-50% del aumento de los costes sanitarios y, de seguir así, no será viable desde un punto de vista económico el acceso a una sanidad pública.

–¿Cuál es la principal consecuencia de una sanidad regida por el libre mercado como la estadounidense?

–La inequidad. La mitad de la población no tiene cobertura y su número va creciendo porque, desde la última gran guerra, muchos de los seguros de salud son proporcionados por los empleadores, una tendencia en declive porque los costes suben muy deprisa y los pequeños empresarios no se lo pueden permitir.

»El sistema sanitario de mi país cuenta con los mejores medios y una excelente formación médica y en eso ningún otro país lo supera, pero, al mismo tiempo, la mitad de nuestros ciudadanos no tiene seguro médico, y en eso tampoco nadie nos iguala. Es una auténtica paradoja. Además, estamos sufriendo un importante déficit de médicos de atención primaria porque las facultades de medicina son muy caras y los estudiantes tienen que devolver los créditos que han solicitado para poder costearse sus estudios, por lo que se especializan para ganar dinero lo más rápidamente posible. Hay mucha preocupación por el futuro de la primaria.

–¿Qué piensan los economistas de la salud estadounidenses de los modelos de sanidad pública?

–Los estudian, sobre todo los financiados con impuestos, como el español, que es un modelo que parece que funciona bien. Pero otros, como el del Reino Unido o Canadá tienen indicadores internacionales de salud bajos cuando se comparan con los de Francia, Suiza, Holanda o Suecia. Pero mis compatriotas se fijan, sobre todo, en Canadá, por su proximidad, y en el Reino Unido, por su afinidad, y concluyen: “con estos modelos sólo se obtienen listas de espera y problemas de todo tipo, así que ¿quién quiere una sanidad así?”.

–Los sistemas públicos se esfuerzan en reducir los crecientes costes con medidas administrativas, ¿es esa la solución?

–Efectivamente, los esfuerzos que se están llevando a cabo se centran en la reducción de los costes derivados del progreso médico y en métodos administrativos: copagos, listas de espera más largas, medicina basada en las pruebas... Sin embargo, los mecanismos que debemos poner en práctica pasan por el establecimiento de una medicina sostenible. Una medicina que debe ser accesible a todos y asumible por los sistemas sanitarios a largo plazo, ya que una medicina que no se puede costear acaba por no ser equitativa.

–¿En qué consiste esa medicina sostenible?

–Hay que reformular la idea de progreso y pasar de un modelo ilimitado hacia uno limitado, ya que una idea infinita de progreso no se puede costear con fondos finitos. La medicina sostenible defiende un cambio de valores en sus fines. Ésta no debe tener por objetivo evitar la muerte; sino la muerte prematura, y garantizar la calidad de vida. Envejecer no es una enfermedad. Envejecer es una realidad del ciclo. Ahora usamos tecnologías muy caras para garantizar 3 meses más de vida a las personas… Debemos tender hacia la calidad de vida y no a la longevidad. Es más interesante una vida saludable basada en un cambio de conductas —no fumar, hacer ejercicio— que invertir grandes cantidades de dinero en medicamentos para contrarrestar sus efectos. Hay que vivir y aceptar la condición de finito. En una sociedad compasiva se puede soportar mucho mejor la enfermedad.

–¿Qué labor realiza el Hastings Center?

–Fundamos nuestro centro en 1969 con el objetivo de profundizar en los problemas éticos de la medicina y la biología. Desde sus comienzos ha sido una institución multidisciplinar que reúne a, entre otros profesionales, médicos, abogados o filósofos interesados en la investigación en bioética. Hoy cuenta con 30 miembros, una revista propia —IRB, Ethics and Human Research— y publica informes y libros que creo que han conseguido una gran influencia en EE.UU.

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?