TABAQUISMO
JANO.es y agencias · 09 marzo 2010
Un estudio apunta que existen otros aspectos que refuerzan el tabaquismo, como el propio hábito de fumar o algunas señales sensoriales asociadas.
La nicotina tarda mucho más de lo que se pensaba en acumularse en el cerebro de los fumadores, lo que pone en duda la creencia tradicional de que los efectos cerebrales de este producto sean los causantes de la adicción al tabaco, según ha descubierto un equipo del Centro de Investigación para la Nicotina y el Abandono del Tabaco de la Universidad de Duke, en Estados Unidos.
Hasta ahora, se creía que el hecho de que los cigarrillos fuesen más adictivos que otras formas de suministro de nicotina, en comparación con el tabaco de mascar o los parches, estaba motivado porque las caladas hacían que sus efectos incidiesen más rápido -en apenas siete segundos- al cerebro.
Sin embargo, y pese que a la comprobación mediante el uso de tomografías por emisión de positrones (PET, en sus siglas en inglés) que la nicotina se acumula en el cerebro, esto no conlleva directamente una adicción.
Los investigadores apuntan a que en la adicción pueden confluir otros aspectos como el hábito en sí de fumar o algunas señales sensoriales asociadas al tabaquismo. Igualmente, la ausencia de adicción puede deberse a diferencias genéticas o en los efectos psicológicos que se derivan de la acción de fumar. En cualquier caso, aseguran que el estudio da pistas sobre los receptores que son "más afectados" en la adicción al tabaco de cara a desarrollar tratamientos más eficaces para dejar de fumar.
En dicho estudio participaron 10 fumadores ocasionales y otros habituales considerados como dependientes del tabaco, comprobando que en estos últimos la nicotina se acumulaba en el cerebro a un ritmo más lento, "debido a que pasa más tiempo en los pulmones", señaló Jed Rose, autor de la investigación.