CARDIOLOGÍA
JANO.es · 21 enero 2009
El funcionamiento diastólico se presenta como un factor modificable y prevenible del desarrollo de intolerancia al ejercicio
De acuerdo con las conclusiones de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.) y publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA), los pacientes con una función diastólica anormal del ventrículo izquierdo del corazón tienen menos capacidad para realizar ejercicio.
La literatura recoge numerosas evidencias que muestran que la capacidad, inferior, para realizar ejercicio viene condicionada por diversos factores, entre los mismos la edad, el sexo femenino, el índice de masa corporal (IMC) y la coexistencia de enfermedades. De hecho, investigaciones previas habían sugerido que la evaluación del funcionamiento ventricular izquierdo podría predecir la capacidad de una persona para el ejercicio.
Así, el equipo de investigación dirigido por la Dra. Jasmine Grewal estudió a 2.867 pacientes sometidos a una ecocardiografía. El objetivo era determinar los factores asociados con la capacidad de realizar ejercicio y las posibles interacciones con la edad y el sexo.
Los autores descubrieron que la disfunción diastólica, esto es, una relajación defectuosa, se encontraba notable e inversamente asociada con la capacidad de ejercicio. De hecho, y en comparación con aquellos con un funcionamiento normal, los participantes con disfunción diastólica presentaban una capacidad mucho menor.
Otros factores independientes hallados por los investigadores fueron la edad, el sexo femenino y un IMC superior a 30. En comparación con aquellos con una función diastólica normal, los que presentaban una disfunción defectuosa sufrían un deterioro progresivo de la capacidad de realizar ejercicio según iban transcurriendo los años.
Por todo ello, según concluyen los autores, “la identificación de los parámetros de funcionamiento diastólico como indicador de la capacidad de ejercicio se presenta como un factor modificable y prevenible del desarrollo de intolerancia al ejercicio”. Además, recuerdan “hay numerosas evidencias que muestran que el entrenamiento físico mejora la función diastólica en los individuos sanos”.