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GINECOLOGÍA

La inmunoterapia prolonga la supervivencia en el cáncer de cuello de útero recurrente, persistente o metastásico

Eurekalert · 23 septiembre 2021

La adición de inmunoterapia al tratamiento estándar de primera línea prolonga la supervivencia en 8 meses en pacientes con cáncer de cuello uterino recurrente, persistente o metastásico, según los resultados del estudio KEYNOTE-826, presentados en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO).

El cáncer de cuello uterino es un problema mundial, con más de 600.000 nuevos casos y aproximadamente 340.000 muertes en 2020. En las mujeres de 15 a 44 años es el segundo cáncer más frecuente y la segunda causa de muerte por cáncer.

Comentando los resultados, Antonio González-Martín, director del Centro de Cáncer de la Clínica Universidad de Navarra, destaca que "las pacientes con cáncer de cuello de útero persistente, recurrente o metastásico han sufrido históricamente un pronóstico desalentador, con una supervivencia global no superior a los 12 meses. El estudio KEYNOTE-826 supone un nuevo hito, al demostrar un incremento muy relevante de la supervivencia global y demostrar, por primera vez, que la incorporación de la inmunoterapia en el tratamiento de primera línea puede cambiar la historia natural de la enfermedad".

El ensayo asignó aleatoriamente a 617 mujeres a inmunoterapia (pembrolizumab) o placebo. Ambos grupos recibieron también quimioterapia (paclitaxel más cisplatino o carboplatino, a elección del médico) y podían recibir bevacizumab a discreción del médico. La adición de pembrolizumab redujo el riesgo de muerte en un 33 por ciento y disminuyó la probabilidad de progresión de la enfermedad o muerte en un 35 por ciento. Los efectos secundarios más frecuentes fueron la anemia (30,3 por ciento en el grupo de pembrolizumab frente a 26,9 por ciento en el grupo de placebo) y la baja concentración de glóbulos blancos (12,4 por ciento frente a 9,7 por ciento, respectivamente).

La autora del estudio, Nicoletta Colombo, directora del programa de ginecología del Instituto Europeo de Oncología de Milán (Italia), declaró que "estudios anteriores demostraron que añadir el tratamiento antiangiogénico con bevacizumab a la quimioterapia prolongaba la supervivencia en 3,7 meses respecto a la quimioterapia sola. KEYNOTE-826 fue el primer estudio que exploró la adición de la inhibición de PD-1 a la quimioterapia con o sin bevacizumab, y se observaron beneficios en la supervivencia y la progresión de la enfermedad, independientemente de la expresión de PD-L1, proteína relacionada con la inmunomodulación. Los efectos secundarios con la nueva terapia combinada fueron manejables y los acontecimientos adversos observados fueron los esperados según los datos anteriores de los fármacos individuales".

Colombo señaló que el beneficio de la nueva terapia combinada se observó en quienes recibieron bevacizumab y en quienes no lo recibieron. Pero añadió que  "el estudio no se diseñó para comparar estadísticamente los resultados entre estos subgrupos, ya que el tratamiento con bevacizumab no se aleatorizó, sino que se dejó a la discreción del médico".

Algunas complicaciones frecuentes del cáncer de cuello de útero recurrente, persistente o metastásico son contraindicaciones para el uso de este fármaco. En este estudio, el 63 por ciento de las pacientes recibieron bevacizumab. El ensayo indica que este fármaco debe utilizarse con pembrolizumab cuando sea seguro. Para las pacientes que no pueden utilizar bevacizumab, añadir pembrolizumab a la quimioterapia sola sigue teniendo un beneficio clínicamente significativo".

"Este es un estudio que cambia la práctica -subraya González-Martín-. Los datos son tan sólidos en cuanto al incremento de la supervivencia global que esta combinación debería considerarse el nuevo estándar de atención para las mujeres con cáncer de cuello uterino persistente, recurrente o metastásico. El tratamiento sistémico de base utilizado con la inmunoterapia (paclitaxel con cisplatino o carboplatino, con o sin bevacizumab) refleja las opciones de tratamiento estándar en el mundo real, lo que hace que los resultados sean fácilmente adaptables. Una posible limitación será cómo adoptar esta innovación en sistemas sanitarios con recursos limitados".

Aunque los resultados podrían ayudar a muchos pacientes, González-Martín considera que "uno de los mayores retos es seleccionar a la población correcta para una nueva terapia, o al menos a los pacientes que probablemente obtengan el mayor beneficio. PD-L1 puede ser un biomarcador potencial, pero se necesitan otros biomarcadores".

Colombo y González-Martín coinciden en que el siguiente paso es evaluar el impacto de la inmunoterapia en pacientes en estadios más tempranos.

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