INMUNOLOGÍA
La proteína PF4 puede ser la clave de los eventos trombóticos causados por las vacunas contra la COVID-19
The New England Journal of Medicine · 15 abril 2021
Dos nuevos estudios han analizado los casos registrados en varios países europeos tras recibir la vacuna de AstraZeneca y atribuyen estos efectos secundarios al ataque de los anticuerpos contra este factor plaquetario.
Dos artículos publicados en The New England Journal of Medicine proporcionan una posible explicación a los efectos secundarios de coagulación registrados en unas pocas personas inmunizadas con la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca.
En ambos artículos se ha observado que las personas que recibían esta vacuna tenían niveles más altos de anticuerpos dirigidos contra un grupo de células relacionadas con el sistema inmunitario que el organismo podría generar en respuesta a la vacuna.
Estos grupos incluyen las plaquetas y los anticuerpos se adhieren al complejo de plaquetas y forman trombos que pueden bloquear el flujo sanguíneo en venas y arterias. Los investigadores llaman a este trastorno trombocitopenia inmunitaria inducida por la vacuna.
Los dos estudios profundizan en la seguridad de la vacuna y pueden dar lugar a nuevas políticas o a un control aún más estricto de las personas que la reciben. "Lo importante es que el vínculo con este peculiar problema de trombosis posvacunación, que era misterioso, tiene ahora una explicación", comenta Theodore Warkentin, de la Universidad McMaster (Canadá) y coautor de uno de los artículos.
La vacuna de AstraZeneca se basa en un adenovirus modificado que provoca síntomas parecidos a los del resfriado en los chimpancés. Este virus sirve de vehículo para entregar los genes que codifican la proteína de la espícula del coronavirus SARS-CoV-2. No está claro si el efecto secundario de la coagulación y el mecanismo de participación de las plaquetas descrito en los dos artículos están relacionados con esta plataforma de vectores. Estos resultados arrojan una sombra sobre esta vacuna y también sobre otras vacunas -como la rusa Sputnik y la de Janssen-, que se basan en esta tecnología. De hecho, el pasado 9 de abril la EMA anunció que está revisando la vacuna de Janssen después de que se informara de varios casos de trombos en personas vacunadas, uno de ellos fue mortal.
Uno de los estudios del NEJM, realizado en Alemania y Austria, incluyó a 28 personas que habían sido inmunizadas con la vacuna de AstraZeneca y desarrollaron diferentes tipos de trombos entre 5 y 16 días después de la inyección, y todos habían fabricado anticuerpos contra las plaquetas. Seis de los 28 murieron por sus complicaciones de coagulación. En el segundo estudio, 5 trabajadores sanitarios de Noruega que recibieron la vacuna de AstraZeneca y desarrollaron coágulos entre 7 y 10 días después también tenían altos niveles de anticuerpos específicos contra las plaquetas. Tres de ellos murieron.
Warkentin ha estudiado una situación similar de activación del sistema inmunitario que afecta a las plaquetas, conocida como trombocitopenia inducida por heparina (HIT). Este trastorno se produce cuando las personas que toman heparina, por razones desconocidas, desarrollan una reacción inmunitaria contra el fármaco, produciendo anticuerpos contra los grupos de plaquetas que pueden provocar trombos en los vasos sanguíneos en lugar de prevenirlos. En esta enfermedad, las personas experimentan un descenso del recuento de plaquetas, ya que estas comienzan a agregarse. Se trata de un efecto secundario poco frecuente pero bien conocido de la heparina, que los médicos administran a los pacientes durante las intervenciones quirúrgicas para evitar los trombos, pero que en el caso de la TIH tiene el efecto contrario. Es algo muy parecido a lo que les ocurre a las personas que desarrollan trombos después de recibir la vacuna de AstraZeneca.
Además, los autores de este estudio opinan que la clave reside en el factor plaquetario 4 o PF4, ya que se trata de la proteína a la que atacan los anticuerpos, ya que, en unos pocos casos, se pueden unir a ella la heparina o el adenovirus utilizado como vector de la vacuna, convirtiéndose de este modo en el objetivo de los anticuerpos.
Estos anticuerpos contra PF4 se pueden detectar con una prueba diagnóstica que ya se utiliza para detectar el citado trastorno desencadenado por la heparina. Según los autores del estudio alemán y austriaco, si se detectaran a tiempo, los trombos se podrían disolver con un tratamiento apropiado, por ejemplo con inmunoglobulinas por vía intravenosa.
Referencias: