En los últimos años, el perfeccionamiento de la prostatectomía laparoscópica asistida (PLR, por sus siglas en inglés) ha permitido realizar incisiones más pequeñas que las de la prostatectomía radical abierta.
Investigadores del David Geffen School of Medicine de la Universidad de California, en Estados Unidos, aseguran que la resonancia magnética preoperatoria puede ayudar a los cirujanos a preservar los nervios en las operaciones de cáncer de próstata y evitar posibles daños. Sus conclusiones acaban de publicarse en la revista Radiology.
Después del cáncer de piel, el cáncer de próstata es el más frecuente en hombres y la prostatectomía radical abierta o extirpación de la próstata es el tratamiento más común para la enfermedad, pese a que no está exento de riesgos importantes, como la incontinencia y la impotencia.
En los últimos años, el perfeccionamiento de la prostatectomía laparoscópica asistida (PLR, por sus siglas en inglés) ha permitido realizar incisiones más pequeñas que las de la prostatectomía radical abierta, lo que ha proporcionado mejores resultados estéticos, menos pérdida de sangre y la reducción del periodo de convalecencia postoperatoria.
Dicha técnica conlleva también una menor percepción de las zonas neurovasculares y los vasos sanguíneos, lo que puede ocasionar problemas funcionales a los pacientes. Por su parte, los enfoques quirúrgicos menos agresivos mitigan este riesgo, pero al precio de dejar restos de cáncer en el organismo.
Ante este panorama, los autores proponen el uso de la resonancia magnética como forma de mejorar la evaluación preoperatoria del cáncer de próstata y ver cómo está dispuesto el entramado neurovascular.
Cambio de diagnóstico
Para ello, evaluaron prospectivamente a 104 pacientes con cáncer de próstata que se sometieron a esta prueba diagnóstica por vía endorrectal para luego analizar los resultados de la operación.
La resonancia motivó un cambio de opinión en la decisión de utilizar una técnica de preservación de los nervios durante la prostatectomía con laparoscopia en 28 (27%) de los 104 pacientes.
En más de la mitad de los casos (61%), se decidió optar por una cirugía conservadora, mientras que en el 39% restante se desestimó esta opción tras comprobar el estado del entramado neurovascular.
Pese a estos resultados, el doctor Margolis ha advertido que el grupo de estudio representa una población de hombres con cáncer de grado bajo o medio y, por tanto, los hallazgos podrían no ser válidos para todos los pacientes.