GINECOLOGÍA

La vacuna contra el VPH es coste-efectiva

JANO.es y agencias · 23 enero 2008

Un informe del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades apuesta por incluirla en los calendarios de vacunación de todo el mundo

“Soy médico de profesión”. Es una de las primeras cosas que le gusta dejar claras a María Neira (La Felguera, Langreo, 1960). Ahora es un alto cargo en la Organización Mundial de Salud (OMS), de los de 3 aviones a la semana, pero sus inicios hay que buscarlos en los campos de refugiados de Centroamérica. Después desembarcó en Mozambique y en Ruanda. Cuando desde su puesto en la OMS diseña programas para luchar contra la pobreza, sabe de lo que está hablando. Su última batalla acaba de empezar y el enemigo es monumental: casi la mitad de la población mundial cocina como en la edad de piedra, quemando la madera e inhalando un humo tóxico responsable de medio millón de muertes anuales.

– ¿Qué obstáculos frenan el empleo de combustibles más limpios?

– El obstáculo real es la pobreza. Estamos hablando de que el 50% de la población mundial usa combustibles sólidos, hace fuego para cocinar y vive como en la edad de piedra. Salen a cortar árboles para quemarlos e inhalan ese humo. Es un fenómeno muy ligado a la pobreza y al desconocimiento. Sin embargo, con una pequeña inversión familiar se podría mejorar de manera importante el impacto que tiene el uso de los combustibles sólidos sobre la salud. Más de millón y medio de personas mueren al año por esta causa y más de la mitad son niños. Se calcula que cerca de 800.000 fallecidos son esos niños que van atados a la espalda de su madre mientras ella cocina. El resto de los muertos son mujeres. Las causas de la mortalidad son las enfermedades respiratorias crónicas en los adultos y las neumonías en los niños. Además, este modo de cocinar genera otros problemas porque las mujeres caminan cerca de 100 kilómetros para buscar leña y dedican casi la mitad del día a esta actividad. No hacen otra cosa. Las niñas no pueden ir a la escuela porque tienen su tiempo ocupado en buscar la madera, hacer el fuego, cocinar...

– ¿Cuál es la estrategia que propone la OMS?

– Pasa por sensibilizar a los responsables políticos, a la comunidad y a los empresarios. Lo primero es que se convenzan de que sólo con fabricar pequeñas cocinas con un recipiente para quemar el combustible y una pequeña ventilación para la salida del humo la mortalidad puede reducirse sustancialmente. Además de promover el uso del gas y el biogás, proponemos una inversión con una parte doméstica, que tendría una excelente relación coste-beneficio porque la quema del combustible sería muy eficaz y se emplearía menos tiempo en cocinar, con lo que quedarían más horas para dedicar a otras actividades como, por ejemplo, cultivar el campo o realizar otros trabajos generadores de ingresos que les permitirían ir saliendo de la espiral de la pobreza.

»Por otra parte, proponemos que se otorguen microcréditos a las familias. Hemos calculado que si se entrega a las mujeres un número masivo de cocinas, lo que representaría un presupuesto muy bajo —menos de 6 euros por familia— el retorno económico equivaldría a más de 7 veces esa inversión.

– ¿Cuáles son los grandes problemas de salud pública y medio ambiente que afectan a la población mundial?

– A pesar de que muchas personas no son conscientes de ello, el medio ambiente y los problemas de salud pública están muy ligados. Por ejemplo, las enfermedades diarreicas están directamente relacionadas con los problemas de agua y saneamiento y la polución es una de las causas de las patologías respiratorias. Nosotros nos ocupamos de los factores químicos, radiológicos, del agua y del saneamiento. También combatimos los problemas de salud ocupacional, que afectan a la mitad de la población mundial. Además, detectamos los asuntos emergentes que pueden dañar la salud pública.

– ¿Ha cambiado su percepción de la salud pública a lo largo de su trayectoria?

– Creo que he seguido una evolución bastante coherente. Empecé trabajando en países muy pobres hace 20 años; después me incorporé a la OMS, ocupándome de temas internacionales de salud pública. Tras esta etapa, regresé a España, donde dirigí la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, y ahora estoy disfrutando mucho de este segundo período en la OMS.

»Soy una apasionada y convencida de la salud pública; creo que es el mayor motor de mi vida profesional. Pero no hay que olvidar que las raíces de la salud pública están en un ambiente saludable. Es todo: respirar aire de calidad, consumir comida sin pesticidas, beber agua que no te va a enfermar, diseñar una política de transporte en las ciudades que permita a sus habitantes caminar y luchar contra la obesidad. En definitiva, he encontrado lo que buscaba porque las políticas de salud pública tienen un efecto multiplicador en la salud de las personas. Es un privilegio estar en la OMS. Es lo mejor que le puede pasar a una médica graduada en la Facultad de Oviedo, como yo.