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Los síntomas de la COVID persistente rara vez persisten más allá de las 12 semanas en niños y adolescentes

Eurekalert · 21 septiembre 2021

Una revisión de 14 estudios internacionales firmada por investigadores australianos concluye que las secuelas de la infección parecen ser menos preocupantes que en los adultos.

Los síntomas de COVID-19 persistente rara vez persisten más allá de las 12 semanas en niños y adolescentes, a diferencia de los adultos. Sin embargo, se necesitan más estudios para investigar el riesgo y el impacto de la COVID persistente en los jóvenes para ayudar a orientar las decisiones sobre la política de vacunación, según una revisión dirigida por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch (Australia).

La revisión, publicada en el Pediatric Infectious Disease Journal, muestra que los estudios existentes sobre la COVID persistente en niños y adolescentes tienen importantes limitaciones y algunos no muestran una diferencia en los síntomas entre los que han sido infectados por el SARS-CoV-2 y los que no.

La noticia llega cuando un nuevo informe del citado instituto de investigación sobre la COVID-19 afirma también que, tras 10 meses en circulación, la cepa Delta no había causado una enfermedad más grave en los niños que las variantes anteriores y que la mayoría de los casos seguían siendo asintomáticos o leves.

Sin embargo, descubrió que los niños y adolescentes con enfermedades preexistentes, entre ellas obesidad, enfermedad renal crónica, enfermedad cardiovascular y trastornos inmunitarios, tienen un riesgo 25 veces mayor de COVID-19 grave. Una reciente revisión sistemática informó de que la COVID-19 grave se produjo en el 5,1 por ciento de los niños y adolescentes con enfermedades preexistentes y en el 0,2 por ciento sin ellas.

El investigador Nigel Curtis comenta que, aunque los niños con infección por SARS-CoV-2 solían ser asintomáticos o tener una enfermedad leve con bajas tasas de hospitalización, el riesgo y las características de la COVID persistente no se conocían bien.

"Los estudios actuales carecen de una definición clara de los casos y de datos relacionados con la edad, tienen tiempos de seguimiento variables y se basan en los síntomas notificados por los propios padres o por los padres sin confirmación de laboratorio –apunta-. Otro problema importante es que muchos estudios tienen bajas tasas de respuesta, lo que significa que podrían sobreestimar el riesgo de COVID persistente".

La investigadora Petra Zimmermann añade que los síntomas de la COVID persistente eran difíciles de distinguir de los atribuibles a los efectos indirectos de la pandemia, como el cierre de los colegios, no ver a los amigos o no poder hacer deporte o aficiones.

"Esto pone de relieve por qué es fundamental que los futuros estudios incluyan grupos de control más rigurosos, que incluyan a los niños con otras infecciones y a los ingresados en el hospital o en cuidados intensivos por otros motivos", señala.

La revisión analizó 14 estudios internacionales en los que participaron 19.426 niños y adolescentes, que informaron de síntomas persistentes tras la COVID-19. Los síntomas más comunes notificados entre 4 y 12 semanas después de la infección aguda fueron dolor de cabeza, fatiga, trastornos del sueño, dificultades de concentración y dolor abdominal.

Para Curtis, es tranquilizador que hubiera pocas pruebas de que los síntomas persistieran más de 12 semanas, lo que sugiere que la COVID persistente podría ser menos preocupante en niños y adolescentes que en adultos.

Sin embargo, afirmaque se necesitan urgentemente más estudios para fundamentar las decisiones políticas sobre las vacunas contra la COVID-19 en niños y adolescentes.

"El bajo riesgo que supone la enfermedad aguda significa que uno de los principales beneficios de la vacunación contra la COVID-19 en niños y adolescentes podría ser protegerlos de la COVID persistente. Una determinación precisa del riesgo en este grupo de edad es, por tanto, crucial en el debate sobre los riesgos y beneficios de la vacunación", concluye.

Referencia: Ped Infect Dis J. 2021 Sep 16. doi: 10.1097/INF.0000000000003328

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