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PUBLICADO EN 'PLOS ONE'

Los suplementos de testosterona aumentan entre un 20 y un 30% el riesgo cardiovascular

JANO.es · 08 julio 2014

Así lo indica un estudio que, después de analizar un total de 55.000 hombres tratados con testosterona, concluyó que los hombres varones de 65 años duplicaban el riesgo de infarto 90 días después de ser tratados con esta hormona.

Los suplementos de testosterona pueden aumentar entre un 20 y un 30% el riesgo cardiovascular, según una investigación que tenía como objeto conocer la relación entre el tratamiento con testosterona, cada vez más usado, y la enfermedad cardiovascular.

El estudio, realizado por el departamento de Epidemiología de la Universidad de California en Los Ángeles en California, Estados Unidos, y publicado en Plos One, ha revisado el historial médico de 55.000 hombres tratados con testosterona, en los que ha comparado el riesgo de padecer un infarto de miocardio un año antes de empezar el tratamiento y 90 días después de la primera dosis hormonal.

Pasado este tiempo, los investigadores han observado que los hombres mayores de 65 años habían duplicado el riesgo de padecer un infarto de miocardio, mientras que, en el sector más joven de la muestra, ese aumento se percibió más significativamente en aquellos que ya presentaban un historial de enfermedad cardiovascular. Del mismo modo, también se ha visto que, una vez pasados 90 días después de suspender el tratamiento con testosterona, se restablecían los valores de riesgo cardiovascular inicial previos al tratamiento.

La testosterona es una hormona anabólica producida fundamentalmente en los testículos, aunque también se produce en los ovarios, y en glándulas suprarrenales. Esta hormona juega un papel fundamental en el desarrollo de los órganos sexuales, y en los caracteres sexuales secundarios como el aumento de la masa muscular, el crecimiento del pelo corporal (barba y tronco), y aspectos psicológicos como la líbido y la agresividad.

Los niveles de testosterona segregados de manera fisiológica en los testículos y ovarios, es decir, de testosterona endógena, se ven reducidos progresivamente a partir de los 40 años debido al proceso de envejecimiento, contribuyendo a la aparición progresiva de síntomas que comienzan por reducción del vigor y fuerza muscular, posteriormente disminución de las erecciones matutinas y finalmente disfunción eréctil y pérdida del deseo sexual.

Según el representante de la Fundación Española del Corazón (FEC) y especialista en Medicina del Deporte, el doctor Carlos de Teresa, "cada vez son más los pacientes que utilizan suplementos de testosterona exógena, aunque los últimos estudios destacan la necesidad de controlar muy bien a estos pacientes en los que se puede llegar a triplicar el riesgo cardiovascular".

Su consumo en suplementos se empezó a usar como medida de emergencia después de la Segunda Guerra Mundial en los presos de los campos de concentración para recuperar su completa funcionalidad, ya que habían perdido toda su musculatura y su actividad testicular.

Para hacerse una idea del incremento de su consumo, estudios llevados a cabo en Estados Unidos muestran un aumento de 500.000 nuevos pacientes cada año y actualmente ya hay más de 5 millones de personas que sufren una disminución de testosterona. Por esa razón, en los Estados Unidos, el número de pacientes tratados con suplementos de testosterona se ha multiplicado por cinco en la última década, alcanzando los 5,3 millones de recetas.

Endógena vs exógena

Mientras que la testosterona endógena tiene efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular, ya que mejora por ejemplo la vasodilatación arterial, los suplementos exógenos de testosterona pueden tener otros efectos negativos relacionados con policitemia (aumento de hematíes que produce hemoconcentración), incremento de la coagulabilidad sanguínea, disminución del HDL-colesterol, hipertensión arterial y efectos sobre la próstata en determinados grupos de pacientes.

"En los casos de dosis elevadas de testosterona se produce una mayor hipertrofia cardiaca que puede aumentar el riesgo cardiovascular y el riesgo de sufrir tumores de hígado y próstata", matiza el doctor De Teresa.

Los valores óptimos de testosterona en los hombres deben estar entre los 10 y los 30 nmol/L, mientras que en las mujeres estos intervalos deben situarse entre los 0,6 y los 2,5 nmol/L. Aunque en la mujer el descenso de secreción hormonal se produce de forma abrupta en la menopausia, en el hombre la disminución de la testosterona sucede progresivamente a partir de los 40 años (1-2 % de reducción anual).

Esta mengua hormonal se asocia al incremento de enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, obesidad y sarcopenia (disminución de masa muscular), aunque la suplementación de testosterona en dosis elevadas se ha asociado a muerte súbita cardiaca y a patologías degenerativas hepáticas y testiculares.

El conjunto de sus efectos metabólicos anabolizantes, especialmente sobre el desarrollo de la masa muscular (mejora de la fuerza y resistencia muscular), han sido utilizados por deportistas para mejorar su rendimiento, aunque la utilización de esta hormona es ilegal por estar incluida en la lista de sustancias dopantes.

Recomendaciones

A pesar de su estricta regulación en el mercado, "la venta de estos suplementos en Internet es muy amplia y muchos portales se están especializando en el sector de forma ilegal", recuerda este experto, quien explica que la Administración de Medicamentos y Alimentos tiene un control exhaustivo sobre su venta, llegando solo a aprobar su venta en caso de patologías graves -y bajo rigurosa prescripción médica-, "como por ejemplo en hombres que han sido sometidos a tratamientos por cáncer testicular en los que el déficit de la producción endógena de testosterona requiere una suplementación exógena".

Los efectos perjudiciales en el sistema cardiovascular producidos por el consumo de testosterona han llevado a la FEC a recomendar métodos naturales que ayudan a aumentar sus niveles. Así, para estimular la producción natural de estas hormonas y que produzcan adaptaciones de distintos sistemas, lo ideal es mantener una vida suficientemente activa y saludable, incluyendo una alimentación equilibrada y sueño reparador.

"De esta manera conseguiremos disminuir el riesgo de lesiones o eventos cardiovasculares agudos ante situaciones de desequilibrio físico o emocional", señala este especialista, quien recomienda practicar ejercicio físico una media de 30 minutos al día para elevar los niveles de testosterona, dormir un mínimo de 8 horas diarias y descansar bien, ya que el sueño reparador consigue mejorar la masa muscular.

"El organismo tiene mecanismos adaptativos ante situaciones que produzcan carencias o desequilibrios no debidos a enfermedades, siempre que los hábitos sean adecuados y saludables. Sólo cuando las situaciones patológicas de enfermedad lo requieren, se debe recurrir a tratamientos de suplementación hormonal, si bien aún en estos casos la adopción de estilos de vida saludables son un magnífico mecanismos para potenciar los efectos beneficiosos del tratamiento médico", concluye el Dr. De Teresa.

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