Jueves, 28 de Marzo del 2024

Últimas noticias

ONCOLOGÍA

MicroARN bloquean la metástasis del cáncer de mama

JANO.es · 10 enero 2008

El equipo del español Joan Massagué en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center revela que tres de esas minúsculas piezas de ARN impiden que los tumores se diseminen

Buenos Aires nació en el siglo XIX y creció soñándose refinada y europea. Con sus avenidas inmensas y sus rincones entrañables; con sus barrios aristocráticos y sus parques llenos de vida; con sus modernas galerías comerciales y sus mercadillos de ocasión; con sus cafés, restaurantes y librerías; y con su oferta lúdica y cultural, la capital argentina es una ciudad realmente especial. Sin embargo, cambiaron aquí muchas cosas y quizá, después de vivir la peor crisis económica de su historia, Buenos Aires no sea la de antes. A esta ciudad de casi 12 millones de habitantes, formada por la capital y los 24 distritos del Gran Buenos Aires, su fachada le permite disimular aparentemente los contrastes y desigualdades típicos de otras ciudades latinoamericanas, pero las secuelas que dejó la crisis son ahora más notables. Además, aquella ciudad relativamente pareja dio paso, en los noventa, a otra que se fuga hacia los countries —barrios privados— de las afueras de la ciudad y que levanta en su centro edificios amurallados y enormes torres de negocios que parecen construidas con espejos.

La capital argentina sigue siendo amante de la cultura y de las salidas nocturnas, del fútbol y las interminables charlas de café y, por supuesto, del tango y el apego a sus barrios. Son los contrastes de una ciudad como Buenos Aires, que empieza a superar una crisis que generó miles de parados y puso a prueba la paciencia de su sociedad hasta límites insospechados.

Buenos Aires recobra su encanto

Buenos Aires, que fue siempre una de las ciudades más caras del mundo, hoy ha pasado a ser, gracias a la crisis y la devaluación de su moneda, una de las más baratas. Barata o cara, merece la pena conocer esta ciudad. Aun en su afán por parecerse a las grandes capitales del mundo, Buenos Aires tiene un carácter propio, conformado por la especial personalidad de todos y cada uno de sus barrios. Y ya sea en Plaza de Mayo, en la Avenida 9 de Julio, en las ajetretreadas calles de Corrientes, Córdoba o Florida, en Palermo, en La Recoleta, en Puerto Madero o en los pintorescos San Telmo y La Boca, Buenos Aires es una ciudad que además de ver hay que vivirla.

Crisis social

En los años noventa Buenos Aires optó por haber elegido para sí el destino de la modernización con exclusión. La ciudad había tomado de Europa un modelo de urbanización que reforzaba su relativa homogeneidad social cuando el resto de Latinoamérica optaba por la polarización, pero la caída económica de extensos sectores de las capas medias y bajas incorporó a la ciudad el paisaje de la fractura social y urbana. El crecimiento de la venta ambulante, la visión de miles de personas recogiendo cartones o los centenares que duermen al raso en calles y plazas son la expresión más viva de la degradación social. La situación dista mucho todavía de compararse con Sao Paulo o México DF, seguramente gracias a la manera cómo están configuradas la ciudad y la sociedad y también por el peso de una educación pública tradicionalmente de calidad, pero que también se ha visto afectada por la crisis vivida.

A partir de la explosión social de diciembre de 2001, la paciencia social tocó fondo y eso se vio en cómo la sociedad articuló nuevas formas de protesta y de hacer política muy alejadas de las desprestigiadas clases dirigentes. Cinco años después, el espíritu combativo se ha erosionado y los cacerolazos no resuenan ya con la fuerza el principio, aunque las calles de Buenos Aires siguen siendo el escenario continuo de decenas de protestas sociales. Hasta las incombustibles Madres de Plaza de Mayo dejaron recientemente de concentrarse todos los jueves en su plaza como lo venían haciendo desde hace 30 años.

El presidente argentino Néstor Kishner cogió el toro por los cuernos y, contra todo pronóstico, devolvió parte de la confianza a una sociedad que, hastiada, empezó a autoorganizarse. Surgieron así actores y fenómenos sociales en forma de asambleas populares de barrio, fábricas ocupadas, clubes de trueque que intercambiaban productos y servicios, manifestaciones de piquetes y de parados y movilizaciones de los perjudicados por la confiscación de sus ahorros. Hoy perviven algunas de estas fórmulas sociales con la política tradicional, aunque casi todo volvió a su cauce cuando parecía que, en un país tan afectado políticamente, lo viejo no acababa de morir y lo nuevo no acababa de nacer. Hoy, los síntomas de recuperación son bastante evidentes en la capital porteña, teniendo en cuenta que en los últimos años la ciudad se debatía entre la resistencia, la resignación, las ganas de emigrar o, simplemente, seguir viviendo en una burbuja.

La ciudad que nunca duerme

Su profunda “movida” cultural vuelve a brillar con luz propia y la vida nocturna parece no tener fin otra vez tras verse afectada gravemente por el incendio de una discoteca que causó centenares de muertos. Lo que la crisis no logró afectar fue el ingenio y la creatividad porteña, todo lo contrario. No hay mal que por bien no venga, y a determinados sectores la crisis no les vino tan mal. El arte y la moda emergieron aquí como nunca.

La capital rebosa bares, cafés, terrazas, confiterías, trattorias y asadores. Entre bifés (bistecs), pizzas, milanesas, empanadas y hierba mate los porteños hablan de todo. En cuanto a la vida nocturna, dicen que perdió intensidad tras la crisis y el aumento de la inseguridad, pero en cualquier caso no lo suficiente y Buenos Aires puede todavía presumir de ser conocida como la ciudad que nunca duerme. Tampoco su fama cultural perdió esplendor. En la Avenida Corrientes, conocida como el Broodway latino, late el corazón de las artes y las letras bonaerenses, con librerías donde rastrear entre miles de libros, casas de música, de viejo y de nuevo, abiertas las 24 horas del día, y cines y teatros que ofrecen espectáculos de todo tipo. Fuera de Corrientes no resulta difícil descubrir infinidad de espacios culturales más alternativos y nuevas tendencias. Sin olvidar que la ciudad cuenta con el Teatro Colón, la meca operística de Latinoamérica, considerado también uno de los cinco mejores teatros del mundo.

Y hasta el tango revive con más fuerza que nunca y vuelve a estar de moda, incluso entre la gente más joven. No hay más que ver la infinidad de tanguerías que ofrecen espectáculos y la existencia de decenas de esos locales llamados milongas donde bailarlo. Son las mil caras de Buenos Aires.

Texto y fotos: Javier Sulé

Noticias relacionadas

29 Oct 2007 - Actualidad

Deficiencia de calcio y metástasis del cáncer de mama

Investigadores australianos publican en "Cancer Research" que dicho déficit promueve la diseminación de los tumores de mama hacia los huesos

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?