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Posible marcador del cáncer de colon

JANO.es · 30 octubre 2007

Se trata de una anomalía cromosómica asociada a enfermedades del envejecimiento que se relaciona con el citado tipo de tumor en personas menores de 50 años

En la sociedad del conocimiento y de las nuevas tecnologías de la información, el papel de la universidad en la transmisión de la cultura sigue siendo fundamental, pero diferente.

“The true University of these days is a collection of books.” (Thomas Carlyle)1

“Ha sido desastrosa la tendencia que ha llevado al predominio de la `investigación´ en la universidad. Ella ha sido la causa de que se elimine lo principal: la cultura.” (José Ortega y Gasset)2

 “The information revolution does not fundamentally diminish the relevance of universities and indeed enhances it, because the information landscape is effectively unnavigable without the skills in analysis and judgement that universities impart particularly well.” (Duncan Greaves)3

En las tres versiones ya analizadas4 sobre la idea de la universidad —Humboldt, Newman y Jaspers—, hemos visto como la cultura universitaria —la que se custodia, se crea y recrea, y se transmite desde la universidad, cuyo núcleo fundamental era la enseñanza de las humanidades— se resiste, perpleja, ante el empuje arrollador de las advenedizas ciencias que cuestionan continuamente las canónicas visiones del mundo.

Esta perplejidad se encuentra también en otra reflexión fundamental sobre lo que la universidad deba ser, la de José Ortega y Gasset, en la cual la idea de la universidad se convierte en la dinámica expresión misión de la universidad (1930). Tres son las funciones de la universidad según Ortega: la transmisión de la cultura, la enseñanza de las profesiones y la investigación científica.

¿En qué consiste esa cultura que debe ser transmitida por la universidad, y desde qué perspectiva debe elaborarse como una sintética visión del mundo? Ante las problemáticas relaciones entre ciencias y humanidades en la universidad de su tiempo, Ortega insiste en la necesidad de no confundir cultura, ciencia y profesión intelectual; aunque adopta una postura que pretende ser conciliadora entre los emergentes científicos y los intelectuales tradicionales, ésta es oscilante y poco propicia a acortar la brecha entre las dos culturas5, con afirmaciones tales como: “La ciencia, en su sentido propio, esto es la investigación científica, no pertenece de manera inmediata y constitutiva a las funciones primarias de la universidad”, para a renglón seguido reconocer: “En nuestra época, el contenido de la cultura viene en su mayor parte de la ciencia... Pero lo dicho basta para hacer notar que la cultura no es la ciencia. De aquí la importancia histórica que tiene devolver a la universidad su tarea central de `ilustración´ del hombre, la de enseñarle la plena cultura de su tiempo.”

En lo que se refiere a la transmisión de la cultura, para Ortega la misión de la universidad sería la de “hacer del hombre medio, ante todo, un hombre culto, situarlo a la altura de los tiempos”, mediante “la enseñanza de las grandes disciplinas cultura-les: física, biología, historia, sociología y filosofía”. “Yo haría —continúa Ortega— de una facultad de cultura el núcleo de la universidad y de toda la enseñanza superior.”

En la versión orteguiana de la universidad, la transmisión de la cultura se cumple mediante la palabra hablada y la palabra escrita, para lo que se necesita un talento integrador, capaz de generar visiones del mundo “sintéticas, sistemáticas y completas y a la altura de su tiempo”. Es evidente que esta es una concepción de la universidad radicalmente culturalista y eurocéntrica, que ha sido superada con amplitud por los acontecimientos históricos que han conducido al multiculturalismo, el interculturalismo y el antirracismo, términos utilizados como referencia a los ingredientes que se asumen en las complejas y plurales sociedades multiétnicas, en las que se ha producido la fragmentación de los predominantes discursos únicos.

¿Qué cultura se transmite hoy desde la universidad?: en los países democráticos la universidad intenta transmitir una imagen de multiculturalismo, aunque en la mayoría de los casos predomina la transmisión de la cultura según la entiende la ideología políticamente hegemónica, sostenida por la “ocupación burocrática” de la institución. En los países en los que la libertad brilla por su ausencia, la universidad transmite una presunta cultura, ideologizada, rígida e inexorable con las desviaciones doctrinales, convertida en cultura nacional.

Por otra parte, en la sociedad del conocimiento y de las nuevas tecnologías de la información, la universidad como espacio limitadoa place— en el que se produce la continuidad física y personal de las mentes —según la clásica definición de Newman— se va expandiendo progresivamente en el ilimitado espacio digital en red —internet.

Y es que en el tránsito del siglo XX al XXI, la universidad ha dejado de ser “un lugar” para extenderse en el espacio digital como universidad abiertaopen universitysin fronterasborderless— o en rednetwork university—, en la que la palabra hablada y la palabra escrita no son ya suficientes para la transmisión de la cultura y del conocimiento, por lo que deben de ser ampliamente complementadas por la palabra digital, el hipertexto y la interactividad.

Entre otras cosas, porque en la era de las nuevas tecnologías de la información y de la nueva economía del conocimiento la universidad ha dejado de ser el único y verdadero espacio social donde se custodia el conocimiento adquiridointernet hace ahora posible acceder instantáneamente a enormes volúmenes de información y de conocimiento, disponibles libremente en el espacio virtual y global—. Tampoco es ya la universidad el único espacio social en el que se crean nuevos conocimientos, ya que otras instituciones, no estrictamente universitarias, son hoy centros muy relevantes en la investigación científica y en la elaboración y transmisión de productos culturales.

En pleno siglo XXI, lo más importante no es ya la capacidad para buscar información —disponible en cuantía casi inagotable—, sino la capacidad para la lectura y el pensamiento crítico, con el objetivo de generar nuevos conocimientos científicos, así como nuevas síntesis culturales que intenten aportarnos visiones del cambiante mundo en el que vivimos. El conocimiento, tal como era concebido en la universidad clásica, ha sido transformado: ya no es estable, finito o predecible, sino incontrolable y fluido, un nuevo conocimiento conformado por la informática, por las exigencias del mercado global y, sin duda, por el escepticismo posmoderno.

Bibliografía

 

1. Carlyle T. On heroes and hero worship and the heroic in history. Charleston: BookSurge;2004.

2. Ortega y Gasset J. Misión de la universidad. En: Obras completas. Vol. IV. Madrid:Revista de Occidente; 1966.

3. Greaves D. The idea of a university in the information age. Disponibe en:www.ukzn.ac.za/citte/papers

4. Pera C. Cultura y universidad (I)]. JANO 2006; 54-5.

5. Pera C. La controversia de las dos culturas: arte y humanidades frente a ciencia y tecnología. JANO 1.57

 

 

La misión de la universidad sería la de “hacer del hombre medio, ante todo, un hombre culto, situarlo a la altura de los tiempos, mediante la enseñanza de las grandes disciplinas culturales: fisica, biología, historia, sociología y filosofía”.

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