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Prevenir los eventos relacionados con el esqueleto en pacientes oncológicos con metástasis óseas puede ahorrar el uso de recursos sanitarios

Óscar Giménez, Viena · 02 octubre 2012

Un estudio presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica, que se celebra en Viena, ha evaluado el impacto que tienen los eventos óseos en Europa y Estados Unidos.

Los eventos relacionados con el esqueleto en pacientes con cáncer avanzado y metástasis óseas tienen un importante impacto en cuanto a uso de recursos sanitarios, por lo que es necesario plantear el empleo de fármacos que prevengan su aparición.

Esta es la principal conclusión de un estudio presentado en Viena, en el marco del congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), que ha comparado el impacto que tienen los eventos óseos (fractura patológica, compresión de la médula espinal, radioterapia y cirugía óseas) en pacientes de Estados Unidos y Europa.

La investigación, cuyo primer firmante es el Dr. Ignacio Durán, jefe de Sección de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen del Rocío, de Sevilla, es un estudio internacional, prospectivo, multicéntrico y observacional diseñado para medir y comparar el impacto de los citados eventos óseos en Estados Unidos y Europa (Alemania, Reino Unido, España e Italia).

Según el Dr. Durán, “lo que hemos hecho, básicamente, es revisar qué uso del sistema de salud implica el que un paciente tenga un evento óseo. Es decir, si un paciente tiene una compresión medular, una fractura patológica, necesita radiación o necesita cirugía en el hueso, queríamos saber qué es lo que esto implica desde el punto de vista económico”. Para este especialista, “si se previenen los eventos óseos, probablemente reduciremos el impacto económico que tienen sobre el sistema de salud”.

En el estudio se analizaron datos de pacientes con metástasis óseas secundarias a tumores de mama, próstata o pulmón, y más de un evento relacionado con el esqueleto en los 97 días previos al reclutamiento. Se evaluaron datos sobre los propios eventos óseos y la utilización de recursos del sistema sanitario, entre ellos los ingresos hospitalarios, las visitas en consultas externas, el empleo de urgencias o los procedimientos y medicaciones utilizados.

El Dr. Durán cita entre las diferencias más destacables que los ingresos fueron más frecuentes en los países de la Unión Europea, así como la duración de la estancia en el hospital. Las consultas externas fueron más frecuentes en Estados Unidos, mientras que las visitas a urgencias fueron similares. Sin embargo, destaca que esas diferencias se explican por la distinta forma de manejo de estos problemas en Estados Unidos, donde el sistema sanitario es mayoritariamente privado, respecto a los países europeos.

También se observó una diferencia, aunque no muy marcada, en relación con la proporción de pacientes que recibían bifosfonatos antes del estudio, porcentaje algo superior en Estados Unidos que en Europa (70 frente a 63%), posiblemente porque estos fármacos comenzaron a utilizarse antes en Estados Unidos y están más inculcados en la cultura médica del oncólogo norteamericano.

A juicio de este especialista, “hay espacio para mejorar la formación de los oncólogos respecto al impacto que tienen estos eventos óseos. Debemos hacer que nuestros oncólogos sean conscientes de que no prevenir un evento óseo con la medicación adecuada puede tener un impacto negativo a largo plazo tanto en el manejo del paciente como en el uso de recursos sanitarios”.

Para prevenir los eventos óseos en pacientes con cáncer que ya han desarrollado metástasis en el hueso pueden emplearse bifosfonatos, como el ácido zoledrónico, que se administra por vía intravenosa, o nuevos fármacos como el anticuerpo monoclonal denosumab, que se administra por vía subcutánea.

“En los últimos años se ha producido una evolución muy favorable en el desarrollo de terapias dirigidas a la prevención de eventos óseos –señala el Dr. Durán-. Sobre todo, hemos mejorado en el perfil de seguridad y en la comodidad de administración. Para utilizarlos adecuadamente hay que conocer el perfil de efectos adversos que tienen estos fármacos, en especial controlar los niveles de calcio y prestar atención a la posible aparición de osteonecrosis mandibular. Por otro lado, con los fármacos anteriores teníamos que ser más estrictos a la hora de controlar la función renal, ya que no podíamos utilizarlos antes de comprobar que los niveles de creatitina eran los adecuados. Los nuevos fármacos no exigen la realización de estos análisis”.

 

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