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Próxima aprobación del Real Decreto sobre alimentos para celíacos

JANO.es y agencias · 19 noviembre 2007

El ministro de Sanidad, Bernat Soria, anunció que el Real Decreto estará aprobado antes de que finalice la actual legislatura

Las de Navidad son fiestas prácticamente ecuménicas y como tal son diversas, variadas, llenas de los matices y peculiaridades que les da cada país. El origen suele ser religioso, pero hoy son celebraciones paganas que se han ido convirtiendo en un aquelarre consumista con unas pequeñas dosis de espiritualidad. Así y todo, hay un montón de rasgos comunes que les confiere carácter y les define como navideñas: el nacimiento, Papá Noel, los Reyes Magos, los villancicos, el árbol... La mayoría desconocemos su genealogía: cuándo, cómo, por qué, dónde... se iniciaron las distintas tradiciones que componen la Navidad.

El nacimiento

El 25 de diciembre conmemoramos el nacimiento de Jesucristo en Belén, celebración religiosa central sobre la que se articula toda la Natividad o Navidad. Pero hay más que dudas razonables sobre el día, lugar y año donde tuvo lugar el nacimiento. En los Evangelios no hay dato alguno que concrete el alumbramiento del Hijo de Dios. Y todo lo que sabemos procede del evangelio apócrifo seudo-Mateo, declarado falso por la propia iglesia católica. Durante gran parte de la historia se han barajado distintas fechas —6 y 10 de enero, 25 de marzo, 15 y 25 de abril...— hasta que el Papa Liberio, en el siglo IV, fijó como fecha del hecho la noche del 24 al 25 de diciembre. Y el objetivo fue luchar contra la famosa celebración romano-pagana del nacimiento del Sol Invencible. Tal es así que, incluso hoy, las iglesias cristianas orientales siguen celebrando la Natividad el 6 u 8 de enero. También es dudoso que Cristo naciera el año 1 de nuestra era, si se toma en cuenta la leyenda de la estrella de Belén, atribuida a una rara y triple conjunción de la Tierra con Júpiter y Saturno estando el Sol en Piscis. El alumbramiento habría sido el año 7 antes de Cristo y muy posiblemente en Nazaret o Cafarnaún, no en Belén. Y, para rematar el tópico, parece ser que la escena del buey y la mula en el establo procede de haber mezclado un texto de Isaías con otro de Habacuc mal traducido.

El pesebre

Una de las tradiciones más arraigadas de la Navidad es la colocación del belén o pesebre. Consiste en la recreación del nacimiento de Jesús mediante pequeñas figuritas —de materiales diversos, según los lugares— en una escena que representa el portal de Belén y las personas y animales que hasta allí se acercaron para venerar al Niño Dios. Esta tradición pervive en países de medio mundo. El inicio de dicha tradición está en las esculturas y pinturas que adornaban los templos para explicar a los fieles, en su mayoría analfabetos, el nacimiento de Jesús. Empezó en el siglo XIII cuando San Francisco de Asís instaló un pequeño pesebre con paja dentro de una cueva, puso una imagen del niño Jesús, un buey y una mula. En ese escenario celebró la misa de Nochebuena y el éxito de la sencilla representación fue tan grande que rápidamente se extendió por toda Italia. A España la tradición llegó con Carlos III, quien la implantó en Nápoles en el siglo XVIII. Desde entonces se ha ido ampliando con figuritas de todo tipo, algunas incluso jocosas como el popular “caganet” de los belenes catalanes. En muchos lugares se hace la representación con figuras vivientes.

Los Reyes Magos

Originariamente, los Magos que llevaron oro, incienso, mirra y otros regalos al Niño Jesús procedían de Persia, eran sacerdotes de la religión de Zaratustra y, durante siglos, según de qué tradición echemos mano, fueron 2, 4, 6, 12 o 60. Fue en el siglo III cuando el sabio Orígenes estableció definitivamente el número en 3 y Tertuliano los llamó Magos de Oriente, para evitar la mala fama que tenían los magos persas. La veneración por los Reyes Magos se inició en Occidente alrededor del siglo V, y además todos eran blancos. En el siglo XVI Baltasar pasó a convertirse en negro por necesidades estratégicas de la iglesia católica. Hoy Reyes significa regalos, juguetes... más que ninguna otra cosa, pero la verdad es que la tradición de que los niños escriban sus cartas a sus Majestades de Oriente no empezó hasta mediados del siglo XIX.

Los villancicos

No hay Navidad sin villancicos. Cualquiera podría tararear decenas de ellos, desde el famosísimo “Noche de Paz” hasta el popular “Mira cómo beben los peces...”. Pero, ¿cuándo comenzó la tradición? El origen de las canciones navideñas tiene sus raíces en los poemas cortesanos de temática amorosa que, a lo largo de los siglos XV y XVI, se recitaban en los salones de los nobles, para más tarde repetirlos el pueblo llano, por lo que pasaron a llamarse “canciones de villanos”. En el siglo XVII, los maestros de capilla musicalizaron muchas canciones religiosas y sacralizaron otras para que pudieran ser cantadas en los maitines de las festividades litúrgicas. Las que mejor recordaban los fieles eran las compuestas para los maitines de Navidad, que con el tiempo pasaron a llamarse villancicos.

El árbol de Navidad

El origen de la tradición de poner un árbol en nuestros hogares y en sitios públicos emblemáticos tiene varias explicaciones. Una de ellas se sitúa entre el segundo y tercer milenios antes de Cristo. Entonces varios pueblos indoeuropeos que se estaban expandiendo por Europa y Asia, tenían a los árboles como la expresión de las fuerzas que fecundan la naturaleza, rindiéndoles por ello culto y adoración. El roble era el árbol rey y, al perder sus hojas en invierno, sus desnudas ramas eran guarnecidas con adornos para invocar el regreso de su frondosidad. Otra leyenda cuenta que en la primera mitad del siglo VIII, en la antigua Germanía, un monje ingles llamado Wilfrid taló una Nochebuena un roble que era utilizado para las celebraciones paganas. En aquel mismo lugar brotó milagrosamente un abeto, y ese árbol, cuya forma cónica se interpretó como símbolo de la Santísima Trinidad, se tomó como emblema del cristianismo.

Para los bretones el árbol de Navidad fue descubierto por uno de los caballeros artúricos, Parsifal, cuando buscaba el Santo Grial. Se cuenta que dicho caballero vio un árbol lleno de luces brillantes que se movían como estrellas. Y otra leyenda cuenta que Lutero, fundador del protestantismo, caminaba por un bosque la víspera de Navidad cuando fue deslumbrado por la belleza de miles de estrellas que brillaban a través de las ramas de los árboles. Impresionado con el prodigio, cortó un pequeño árbol y lo llevó a su casa para colocar adornos y luces en las ramas.

El antecedente más cercano a nuestras fechas tiene que ver con la Alemania de principios del siglo XVII. En 1605 un árbol fue decorado para ambientar la fiesta de Navidad. Esa costumbre llegó a Inglaterra en 1829, siendo el Príncipe Alberto, marido de la reina Victoria, quien lo impuso en el castillo de Windsor en 1841, y en 1880 se introdujo en Finlandia. Con la colonización, el abeto llegó a Estados Unidos, y se dice que fue August Imgart, en Ohio, el primero que en 1947 instaló un abeto decorado en su casa.

Simbología de los adornos del árbol

Las bolas, estrellas, herraduras... que colgamos del árbol de Navidad representan las piedras, manzanas u otros elementos que en el pasado adornaban el roble, predecesor del actual árbol navideño. Cada uno de estos ornamentos tiene su significado. Las piñas simbolizan la inmortalidad. La estrella anuncia los designios de Dios. Según la Biblia cada estrella tiene un ángel que vela por ella, creencia que apoya la idea de que cada estrella del firmamento es en sí misma un ángel. La de la copa del árbol se refiere a la estrella de Belén. Las velas, ahora bombillas de colores, simbolizan la purificación y su llama a Cristo, la luz del mundo. Las herraduras son un amuleto de buena suerte. Las manzanas, que ahora se trocan en bolas de colores, son símbolos de la abundancia. Las campanillas son muestra del jubileo navideño.

Papá Noel

Es típica y tópica la imagen de Santa Klaus con una campanilla que, en la puerta de grandes almacenes, repite con voz engolada: “¡Feliz Navidad! ¡Jojojo!” La presencia del grandote y bonachón Papá Noel es relativamente reciente en nuestra Navidad. Cierto que cada vez gana más importancia, pero aún no ha llegado a ser un personaje central y popularísimo, como en las tradiciones nórdicas. Nació como una derivación de San Nicolás, un obispo turco del siglo IV que repartía regalos entre los pobres. Así su festividad se ligó en la Edad Media a los obsequios para los niños. Dicha tradición llegó a Norteamérica en el siglo XVII con los emigrantes holandeses, y en el XIX el escritor Washington Irving escribió un relato en el que deformó al santo de la tradición holandesa —llamado Sinter Klaa— hasta convertirlo en precedente de Santa Claus, al que poco después se le añadió un carácter alegre y bonachón y un cuerpo grande... Coca-cola cambió su vestido verde por una casaca roja —color corporativo del famoso refresco— cuando le encargó en 1931 al pintor Abdon Sundblom un dibujo de este mítico personaje que vivía en el Polo Norte, viajaba a bordo de un trineo tirado por renos y dejaba regalos a los niños bajando por las chimeneas de las casas.

La mesa de fiestas

Fiesta es casi sinónimo de comida y una de las más características de Navidad es el turrón. Los italianos mantienen que Cremona es la cuna del turrón, pero estudios recientes demuestran que su origen se remonta a los árabes que vivían en España. El primer documento que habla sobre el turrón data de 1603 y describe que en Jijona se hacían dulces de miel y almendras molidas. Los turrones de chocolate, frutas, yema... se inventaron en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Venecia y Toledo se disputan la paternidad de otro de los manjares navideños por antonomasia: el mazapán. Si para los italianos ese dulce nació en el siglo XVI, los españoles dicen que en 1212 las monjas el convento de San Clemente hacían ya un pan delicioso con almendras y azúcar. Y el roscón de Reyes, otro manjar ineludible por Navidad, apareció en el Imperio Romano, que celebraba el Año Nuevo el 1 de marzo, con unas tortas redondas hechas de higos, dátiles y miel que repartían entre plebeyos y esclavos. En el interior se ponía un haba seca y al que le tocaba era nombrado rey por un día. Felipe V importó esta tradición a España, cubriendo el rosco de frutas escarchadas. Y respecto al pavo, plato tópico en las mesas navideñas, parece ser que el primer pavo asado navideño se le sirvió a Enrique VIII de Inglaterra. El consumo de dicha ave se impuso en las mesas nobles españolas en el siglo XVIII por el mecenazgo de los Austrias y se popularizó en el XX.

La tarjeta de felicitación

Las típicas felicitaciones de Navidad las inventó sir Henry Cole, un aristócrata inglés que en las primeras décadas del siglo XIX encargó a un amigo pintor que dibujara una escena navideña que después reprodujo en imprenta para poder felicitar a familiares y amigos. Desde entonces, la costumbre se extendió por todo el mundo, ampliando los motivos de trajetas hasta el infinito. La primera tarjeta de que se tiene noticia en España fue una décima que los repartidores del Diario de Barcelona mandaron a sus clientes en 1831. Ahora las hay de todo tipo: con música, olores y luces..., aunque la llegada de internet ha disminuido la correspondencia escrita y también los crismas.

El Gordo

Otra costumbre tradicional y navideña es el sorteo de lotería de Navidad, que sirve de prólogo al inicio de las fiestas. Nos faltaría algo sin el sonsonete clásico con el que “los niños de san Ildefonso” cantan los números premiados. La lotería llegó a España de manos de Carlos III que la trajo desde Nápoles. El primer sorteo se celebró el 10 de diciembre de 1763. Y tal como la conocemos hoy se creó en Cádiz, en 1811, con el objeto de recaudar fondos para una Hacienda Pública esquilmada por la guerra de la Independencia. El primer sorteo del Gordo tuvo lugar el 18 de diciembre de 1812. La lluvia de millones, la alegría de los premiados... es ya otro tópico de la Navidad cada 22 de diciembre. El popular sorteo del Niño apareció más de un siglo después, concretamente en 1941. La Navidad es mucho más que todo lo que expuesto y prueba de ello es que nos falta espacio para rastrear otras muchas tradiciones como los aguinaldos, la paga extra, el lote o cesta navideña, la pandereta, la zambomba... Quedan temas para otra ocasión, pero algo más sabemos ya del origen de todo lo que rodea tan familiares celebraciones. ¡Felices Fiestas y Venturoso 2007!

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