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OSTEOPOROSIS

Sábado 20 de octubre: Día Mundial de la Osteoporosis

JANO.es · 19 octubre 2007

Bajo el lema "Reduce tu riesgo: supera la fractura" la jornada tiene como objetivo que la población tome conciencia de los factores de riesgo de esta enfermedad

El valor de los sistemas de reparación de ADN es incuestionable. Entre el 80% y el 90% de los cánceres tiene su origen en alteraciones del ADN, y su relación con los procesos de aceleración del envejecimiento ha quedado demostrada por numerosas investigaciones. En este contexto, cabe destacar los estudios desarrollados por el Instituto de Genética del Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Holanda), trabajos dirigidos a establecer, por una parte, la relación entre el envejecimiento y el cáncer y, por otra, el papel de los sistemas de reparación de ADN. Como explicó el director del Centro, el Prof. Jan H. J. Hoeijmakers, "el primer objetivo de nuestro trabajo fue la prevención de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento precoz pero, una vez que desarrollamos el primer ratón mutante sin reloj biológico iniciamos una nueva línea de investigación encaminada a los procesos oncológicos".

En los seres vivos existen distintos sistemas moleculares de reparación del ADN. Así, el NER (Nucleotide Excision Repair) realiza la escisión específica del fragmento lesionado de ADN y a continuación se efectúa su reparación; el sistema MR (Mismatch Repair) se encarga de arreglar las uniones atípicas entre bases como las observadas, por ejemplo, en el cáncer de colon esporádico humano; y el sistema BER (Base Excision Repair) repara las bases simples dañadas.

Versatilidad y complejidad

El Prof. Hoeijmakers y sus colaboradores se han centrado especialmente en el NER, "el sistema de reparación de ADN más versátil, aunque muy complejo, y que está relacionado con una serie de patologías inducidas por lesiones en el ADN como consecuencia de la exposición a rayos UVA", comentó el experto en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (Madrid).

Los defectos en el NER están asociados con una serie de patologías autosómicas recesivas como la xeroderma pigmentosa (XP), el síndrome de Cockayne (CS) o la trichothiodistrofia (TTD). "Todas ellas se caracterizan por una extrema fotosensibilidad al sol, aunque manifiestan una heterogenicidad tanto clínica como genética". Así, mientras la XP presenta síntomas cutáneos que incluyen una importante predisposición al cáncer de piel, en las otras dos se produce dicha asociación con el tumor.

La posible explicación a esta heterogenicidad radica en que, aunque comparten defectos en al menos 7 genes (numerados de XPA a XPG), existen mutaciones que definen las características intrínsecas de cada una de las patologías. "El mismo defecto en un determinado gen, dependiendo de otras lesiones de ADN, puede causar, por ejemplo, una predisposición al cáncer, un retraso neurológico o la combinación de ambos", explicó el Prof. Hoeijmakers.

La relevancia de los trabajos de este equipo, gracias en gran medida al desarrollo de un modelo murino que mimetiza este tipo de patologías en humanos, se encuentra en que estos 3 síndromes representan un patrón de envejecimiento prematuro que puede ser analizado. "Por ejemplo, el síndrome TTD y el CS se caracterizan por una neurodegeneración acelerada, que podría ser equivalente al Alzheimer; además, hemos visto que se produce una encanecimiento del pelo, una pérdida de fuerza, restricción calórica, una acumulación de grasa y triglicéridos y un deterioro del sistema esquelético que podría ser similar a la osteoporosis. Todos estos procesos están íntimamente relacionados con el envejecimiento", confirmó el experto.

Además, las investigaciones con este modelo animal han desvelado que tanto el CS y la TTD se encuentran estrechamente relacionados con el concepto de síndrome de reparación transcripcional. "Hemos encontrado en un ratón mutante la misma mutación puntual que en un paciente con el síndrome TTD", señaló el investigador holandés.

Desarrollo frente a supervivencia

El daño en el ADN se puede producir tanto por factores endógenos como exógenos. Agresiones ambientales, luz ultravioleta, sustancias mutagénicas presentes en contaminantes, humo del tabaco, y por mecanismos naturales, como la replicación celular errónea, el estrés oxidativo o el fracaso en el ciclo celular. Pese a que el ser humano cuenta con una maquinaria molecular casi perfecta para realizar copias del ADN —capaz de tener menos de 1 error por cada base cada 10.000 millones de duplicaciones—, sufrimos billones de billones de modificaciones en nuestro ADN, algunas de las cuales pueden ser potencialmente muy dañinas. La mayoría de esos fallos no tienen trascendencia o incluso pueden ser beneficiosos. Para detectar y corregir los cambios peligrosos es para lo que existen los sistemas de reparación del ADN, es decir, para reparar o anular esas alteraciones. Esta capacidad de reparación es vital para la integridad del genoma y, por extensión, para el normal funcionamiento del organismo, de forma que, cuando la tasa de fallo sobrepasa la capacidad de la célula, se producen enfermedades como el cáncer.

Sin embargo, no conviene olvidar que la primera prioridad en la vida es el desarrollo hasta convertirse en adulto. Como explicó el Prof. Hoeijmakers, “si existe un problema, se desencadena una respuesta de supervivencia que, en vez de conducir al desarrollo en adulto, se genera para sobrevivir, aunque conviene recordar que, en todo caso, nuestro sistema celular de reparación del ADN es asombrosamente eficaz, teniendo en cuenta los resultados obtenidos y la magnitud de la tarea a realizar”.

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