GENÉTICA
Técnica para localizar células madre en el organismo
JANO.es · 18 febrero 2008
Ha sido desarrollada por el grupo que dirige la investigadora española María A. Blasco en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
Que las torres de alta tensión no estropeen el paisaje. Lo piden cada día a los dioses de la madre naturaleza las gentes de las comarcas pirenaicas. Allí se genera la energía eléctrica; su consumo está en los llanos del sur y hasta allí ha de ser conducida la fuerza motriz, lo que se hará sin escrúpulos, pues los técnicos no acostumbran ser sensibles a los encantos paisajísticos. Lo único que les piden las empresas es solidez a buen precio y esto se consigue a base de gigantescas torres que cruzarán monatañas y valles. El tendido subterráneo quedará para más adelante y así pasarán decadas y quizá siglos.
La necesidad agudiza el ingenio. Leo ahora en un diario que en el leridano valle de Boí han puesto en práctica un sistema elemental para evitar aquel atentado, que allí es doble, pues a la belleza natural del lugar se suma el tesoro artístico de la arquitectura románica de las iglesias que el año 2000 fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Una torre de alta tensión junto a un campanario con cerca de mil años de historia es una aberración, y para disimularla las autoridades de la zona han creído oportuno pintar las torres de verde. Vistas de cerca serán un estorbo igual, pero de lejos quedarán integradas en el entorno de bosques y prados.
Bien mirado es una chapuza. Pero no hay que renunciar al apaño si no llega una verdadera solución. Política del disimulo, de tanta tradición en España. Me viene ahora a la memoria el chiste o la historia que se contaba de una visita de Franco a las provincias vascas. Llevaba un discurso escrito, pero, seducido por el paisaje verde que tenía ante sus ojos, que le recordaba el de su infancia en Galicia, quiso improvisar.
– Mi corazón se ve invadido por el gozo cuando contempla esa hermosa tierra vascongada de tanto verdor, porque es el verde de la esperanza, el verde del progreso, el verde de la recuperación...
Iba lanzado y habría seguido en el mismo tono, de no ser por uno del séquito que le aclaró al oído la razón de aquel verdor.
– Excelencia, no son prados. Es la Guardia Civil.
Me pregunto ahora si el fundador de la Benemérita, el duque de Ahumada, no sería un hombre de espíritu ecologista. Quizá quisó poner una nota de verdor en la gran mayoría del territorio de secano por el que tendría que transitar la pareja. No se hizo nada para repoblar. Se vistió de verde a los guardias. Ahora es igual. No hay conducciones subterraneas de fluido eléctrico. La política del disimulo recomienda pintarlas de verde.