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Una dieta restrictiva en calorías puede ralentizar el crecimiento tumoral

MIT · 29 octubre 2021

En los últimos años ha habido algunas pruebas de que las intervenciones dietéticas pueden ayudar a frenar el crecimiento de los tumores. Un nuevo estudio realizado en ratones que ha analizado dos dietas diferentes revela cómo esas dietas afectan a las células cancerosas y ofrece una explicación de por qué la restricción calórica puede frenar el crecimiento tumoral.

El estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos), publicado en Nature, examinó los efectos de una dieta restringida en calorías y una dieta cetogénica en ratones con tumores de páncreas. Aunque ambas dietas reducen la cantidad de azúcar disponible para los tumores, los investigadores descubrieron que solo la dieta restringida en calorías redujo la disponibilidad de ácidos grasos, y esto se relacionó con una ralentización del crecimiento tumoral.

Los resultados no sugieren que los pacientes con cáncer deban seguir ninguna de estas dietas, advierten los investigadores, sino que, por el contrario, creen que los resultados justifican un estudio más profundo para determinar cómo podrían combinarse las intervenciones dietéticas con los fármacos existentes o emergentes para ayudar a los pacientes con cáncer.

"Hay muchas pruebas de que la dieta puede afectar a la rapidez con que progresa el cáncer, pero esto no es una cura -señala Matthew Vander Heiden, y autor principal del estudio junto con Evan Lien-. Aunque los hallazgos son provocativos, se necesitan más estudios, y los pacientes individuales deben hablar con su médico sobre las intervenciones dietéticas adecuadas para su cáncer".

Vander Heiden añade que sus pacientes le preguntan a menudo sobre los posibles beneficios de diversas dietas, pero que no hay suficientes pruebas científicas disponibles para ofrecer un consejo definitivo.

Muchas de las preguntas sobre la dieta que tienen los pacientes se centran en una dieta restringida en calorías, que reduce el consumo de calorías entre un 25 y un 50 por ciento, o en una dieta cetogénica, baja en carbohidratos y alta en grasas y proteínas.

Estudios anteriores han sugerido que una dieta hipocalórica podría ralentizar el crecimiento tumoral en algunos contextos, y se ha demostrado que una dieta de este tipo prolonga la vida en ratones y muchas otras especies animales. Un número menor de estudios que exploran los efectos de una dieta cetogénica en el cáncer han producido resultados no concluyentes.

"Muchos de los consejos o modas culturales que existen no se basan necesariamente en la ciencia -apunta Lien-. Parecía que había una oportunidad, especialmente con nuestra comprensión del metabolismo del cáncer que ha evolucionado tanto en los últimos 10 años más o menos, que podríamos tomar algunos de los principios bioquímicos que hemos aprendido y aplicar esos conceptos para entender esta compleja cuestión".

Las células cancerosas consumen una gran cantidad de glucosa, por lo que algunos científicos habían planteado la hipótesis de que la dieta cetogénica o la restricción calórica podrían frenar el crecimiento del tumor al reducir la cantidad de glucosa disponible.

Sin embargo, los experimentos iniciales en ratones con tumores pancreáticos demostraron que la restricción calórica tiene un efecto mucho mayor sobre el crecimiento tumoral que la dieta cetogénica, por lo que los investigadores sospecharon que los niveles de glucosa no desempeñaban un papel importante en la ralentización.

Para profundizar en el mecanismo, analizaron el crecimiento tumoral y la concentración de nutrientes en ratones con tumores de páncreas, que fueron alimentados con una dieta normal, cetogénica o restringida en calorías. Tanto en los ratones cetogénicos como en los restringidos en calorías, los niveles de glucosa descendieron. En los ratones con restricción calórica, los niveles de lípidos también disminuyeron, pero en los ratones con dieta cetogénica, aumentaron.

La escasez de lípidos perjudica el crecimiento de los tumores porque las células cancerosas necesitan lípidos para construir sus membranas celulares. Normalmente, cuando los lípidos no están disponibles en un tejido, las células pueden fabricar los suyos propios.

Como parte de este proceso, necesitan mantener el equilibrio adecuado de ácidos grasos saturados e insaturados, lo que requiere la acción de la estearoil-CoA desaturasa (SCD), enzima encargado de convertir los ácidos grasos saturados en insaturados.

Tanto las dietas restringidas en calorías como las cetogénicas reducen la actividad de la SCD, pero los ratones sometidos a la dieta cetogénica tenían lípidos disponibles en su dieta, por lo que no necesitaban utilizar dicha enzima. En cambio, los ratones sometidos a la dieta restringida en calorías no podían obtener ácidos grasos de su dieta ni producir los suyos propios. En estos ratones, el crecimiento de los tumores se ralentizó significativamente.

"La restricción calórica no solo priva a los tumores de lípidos, sino que también perjudica el proceso que les permite adaptarse a ella. Esa combinación contribuye realmente a la inhibición del crecimiento tumoral", afirma Lien.

Además de su investigación con ratones, los investigadores también examinaron algunos datos en humanos. En colaboración con Brian Wolpin, el equipo obtuvo datos de un amplio estudio de cohortes que les permitió analizar la relación entre los patrones dietéticos y el tiempo de supervivencia de los pacientes con cáncer de páncreas.

A partir de ese estudio, los investigadores descubrieron que el tipo de grasa consumida parece influir en la evolución de los pacientes que siguen una dieta baja en azúcar después de un diagnóstico de cáncer de páncreas, aunque los datos no son lo suficientemente completos como para sacar conclusiones sobre el efecto de la dieta, advierten los investigadores.

Aunque este estudio demostró que la restricción calórica tiene efectos beneficiosos en los ratones, los autores no recomiendan que los pacientes con cáncer sigan una dieta de restricción calórica, que es difícil de mantener y puede tener efectos secundarios perjudiciales.

Sin embargo, creen que la dependencia de las células cancerosas de la disponibilidad de ácidos grasos insaturados podría aprovecharse para desarrollar fármacos que ayuden a frenar el crecimiento tumoral.

Una posible estrategia terapéutica podría ser la inhibición de la enzima SCD, que cortaría la capacidad de las células tumorales de producir ácidos grasos insaturados.

"El objetivo de estos estudios no es necesariamente recomendar una dieta, sino comprender realmente la biología subyacente -afirma Lien-. Proporcionan una idea de los mecanismos de cómo funcionan estas dietas, y eso puede llevar a ideas racionales sobre cómo podríamos imitar esas situaciones para la terapia del cáncer".

Los investigadores planean ahora estudiar cómo las dietas con una variedad de fuentes de grasa -incluyendo grasas de origen vegetal o animal con diferencias definidas en el contenido de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados- alteran el metabolismo de los ácidos grasos del tumor y la proporción de ácidos grasos insaturados y saturados.

Referencia: Nature. 2021;10.1038/d41586-021-02775-1. doi:10.1038/d41586-021-02775-1

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