INVESTIGACIÓN
Variación genética humana, avance científico del año
JANO.es · 21 diciembre 2007
Las células madre pluripotenciales inducidas, la estructura del receptor humano beta2-adrenérgico o los estudios sobre el papel del hipocampo también están entre los progresos más destacables, según "Science"
En las trincheras del fútbol se refugian los últimos amantes de la literatura. No valoremos si se trata de una literatura de poca o mucha calidad. Sin trovadores que exaltasen las glorias y tragedias de los héroes del balón, el fútbol perdería buena parte de su gracia y sentido. Las retrasmisiones radiofónicas y televisivas demuestran que la sed de las masas futboleras no se sacia con la narración estricta de los lances del juego. De ahí que el locutor deba poseer, más que conocimientos futbolísticos, la fantasía del narrador y el talento del dramaturgo. Grita, inventa, sublima, interpreta, describe, glosa y canta las hazañas del balón. Transforma el balón en verbo. “El balón se hizo palabra y habitó entre nosotros.” Incluso en el estadio, los espectadores se conectan al hilo umbilical de un transistor: necesitan que su narrador favorito subraye la importancia de lo que están observando en directo.
Si el partido tiene un final feliz, las radios y las televisiones deberán satisfacer una y otra vez la necesidad que el amante del fútbol tiene de regresar al lecho de la victoria. No importa que el partido se jugara en sábado y que lo retransmitieran por la tele en abierto. No importa que los periódicos lo hayan ya explicado y comentado el domingo por la mañana. Una y otra vez, hay que regresar al césped de la victoria: con las voces y los rostros de los protagonistas, con la ayuda de todo tipo de expertos, charlatanes y vendedores de humo. Por todos los canales, desde todos los puntos de mira, con todo tipo de cámaras, con la ayuda de la tecnología más avanzada. Una y otra vez. De la misma manera que el enamorado no puede callar su pasión y explica a todo el mundo la belleza de la mujer amada. Y de la misma manera que el amante necesita que los amigos confirmen con elogios la belleza de la enamorada.
De la misma manera, los enamorados del fútbol necesitan una infinita liturgia dominical. Repeticiones, planos inéditos, declaraciones, impresiones, nuevas repeticiones, tertulias. Hay quien, de vez en cuando, armándose de valor, se atreve a cuestionar tal palabrería ¿No podrían hablar de otra cosa?, pregunta, infeliz. Imposible. Sea cual sea el club de nuestros amores, para nosotros el fútbol es la última religión.
Los españoles, esos obsesivos cainitas, estamos de acuerdo al menos en eso: el fútbol es lo único que importa. La única cosa seria que resiste a la moda de burlarse de todo, la última emoción social que resiste al tedio de nuestro tiempo.