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JANO.es y agencias · 08 mayo 2008

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El autor nos habla de Hermann Hesse, Premio Nobel de Literatura en 1946, y de su estancia, ocasionada por una ciática, en Baden, lugar donde escribió En el balneario, una obra menor pero interesante por sus observaciones sobre la enfermedad.

Hermann Hesse, novelista alemán nacionalizado suizo, fue un autor influido por el psicoanálisis y el misticismo oriental. Nació el 2 de julio de 1877 en Calw, Baden-Würtenberg, Alemania. Siempre fue una personalidad difícil: en 1892 intentó suicidarse y fue ingresado en una institución de salud mental. A los ataques de la prensa por su antinacionalismo se unió su fracaso matrimonial y la muerte de su padre. En 1919 decidió instalarse en Montagnola y obtener la nacionalidad suiza.

Algunas de sus novelas –como Viaje a Oriente (1932), de clara inspiración junguiana– son una aproximación al psicoanálisis y al misticismo hindú. Uno de los puntos clave de la obra de Jung es que cada individuo debe integrar los opuestos de su personalidad, conciliar la dualidad para conseguir un desarrollo armónico de sus funciones psíquicas. Ésta es también una idea clave en la obra de Hesse, que una y otra vez repetirá que su vida está dedicada a superar la dualidad, rebasar las fronteras del yo e integrarse en la unidad de la que todos formamos parte, una idea clave en el hinduismo, la alquimia y la obra de Jung.

Sus obras más famosas son Siddharta (1922), basada en la vida del joven Buda, y El lobo estepario (1927), crónica del enfrentamiento entre la rebeldía individual y las convenciones burguesas, es decir, el argumento de la propia biografía de Hesse, que estuvo en la lista negra de los nazis, recibió el Premio Goethe, el Premio de la Paz de los libreros alemanes y el Nobel de Literatura (1946). Murió de una hemorragia cerebral mientras dormía el 9 de agosto de 1962 en Montagnola. Tenía 85 años.

Hesse padeció múltiples enfermedades nerviosas y orgánicas, entre ellas ciática. En su época los afectados de ciática permanecían largas temporadas en los baños. El resultado de su estancia en Baden fue En el balneario, una obra menor pero muy interesante por sus observaciones sobre la enfermedad. En ella se propone describir la psicología de los enfermos de ciática a partir de sus experiencias en Baden. Hesse realiza una minuciosa descripción de los enfermos, de sus movimientos, costumbres y manías y de su dolor. Él forma parte de los privilegiados, pues sus dolores no revisten mucha intensidad, pero termina integrándose en el balneario y empeora. Permanece horas en los baños, recibe el tratamiento prescrito por los médicos, padece insomnio, se obsesiona con los ruidos procedentes de la habitación vecina y se mantiene nervioso e hipersensible, lo cual agrava su salud. Su actitud es distante, no quiere ser confundido con los demás pacientes, que le parecen vulgares, burgueses víctimas de sus convenciones.

Todo en Baden contribuye a enfermarle, a integrarle en la comunidad de ciáticos, pero no tarda en darse cuenta de que esa situación le perjudica, de que su seriedad es ridícula. La mejora se produce cuando abandona la seriedad con que asume su pose de enfermo de ciática y las costumbres imperantes en Baden (las comidas copiosas, el casino, los conciertos de música vulgar, los baños) y se ríe abiertamente de cuanto allí está sucediendo. Se ríe de sí mismo, de su condición de persona obsesionada por sus síntomas. Eso le cura, o al menos disminuye la intensidad de su dolor, vuelve a ser algo más que un ciático: “Desde aquel momento me encuentro mejor, ya no soy sólo un bañista especializado en estar enfermo y curarme, sino que la enfermedad y la cura han vuelto a ser cosas secundarias. Continuó sintiendo dolor, esto es innegable. Pero ya que Dios quiere que duela, decido dejar en paz a la enfermedad, no estoy dispuesto a hacerle la corte todo el día”.

Una cura bastante insólita, que induce a la reflexión: el paciente agrava su estado al considerarse un enfermo, al vivir todo el día pendiente de su enfermedad, y mejora cuando se la toma a broma, se niega a ser sólo un paciente y vuelve a ser quien era, un escritor, aunque tenga achaques. Y para completar la broma añade: “He dejado de contemplar mi ciática con excesiva ansiedad. He comprendido que forma parte de mí, y que no es sensato querer erradicarla […], esta psicología de los baños, que urdí sumergido en agua caliente, ha sido también una tontería, un intento de violentar la vida con raciocinios […], ni soy como imaginé durante un tiempo, el representante de una filosofía especial del ciático, ni existe tal filosofía”. Curado por su cambio de actitud, Hesse abandona el balneario, no sin recibir la advertencia del director de Baden, otra broma: volverá, todos regresan; tarde o temprano dejará de rebelarse y se convertirá, como los demás, en un asiduo, en un parroquiano, en un ciático.

“El paciente agrava su estado al considerarse un enfermo, al vivir todo el día pendiente de su enfermedad, y mejora cuando se toma a broma la enfermedad, se niega a ser sólo un paciente y vuelve a ser quien era, un escritor, aunque tenga achaques”.

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