DERMATOLOGÍA
JANO.es · 22 julio 2009
Entre otros, melanomas, carcinomas de células escamosas, trastornos linfoproliferativos y cánceres hematológicos
La combinación a largo plazo de los distintos tratamientos que requieren los pacientes con psoriasis de moderada a grave para aliviar la sintomatología de la enfermedad parece asociarse con un incremento del riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, según concluye un estudio llevado a cabo por investigadores del St. Luke's-Roosevelt Hospital Center (Estados Unidos) y publicado en el último número de la revista Journal of the American Academy of Dermatology (2009;60:1001-1017).
Así, el tratamiento de largo plazo con la llamada terapia PUVA se encuentra asociado con un aumento de los riesgos de melanoma maligno fatal y de carcinoma de células escamosas.
Durante la terapia PUVA, los pacientes reciben el fotosintetizador tipo psoraleno y luz ultravioleta A. El tratamiento con radiación ultravioleta B (UVB), sin embargo, no parece elevar el riesgo de desarrollar melanoma o tumores de piel no melanoma.
El consumo de los fármacos metotrexato, ciclosporina o micofenolato mofetil está asociado con un aumento de los riesgos de desarrollar trastornos linfoproliferativos, según muestran los estudios publicados en la bibliografía sobre pacientes con artritis reumatoide y los informes de casos con psoriasis. Y como apunta el Dr. Jeffrey M. Weinberg, director de la investigación, “los desórdenes linfoproliferativos aumentan la producción de linfocitos, que son los que responden a las infecciones”.
Por su parte, y a la espera de conocer si las terapias biológicas más novedosas elevan el riesgo de desarrollar un trastorno maligno, la literatura sugiere que los llamados “inhibidores del factor de necrosis tumoral (FNT)” podrían aumentar levemente el riesgo de cáncer, como el de piel no melanoma y los hematológicos.
Por todo ello, concluyen los autores, “los pacientes con psoriasis deberían contar con una historia clínica oncológica detallada, los antecedentes clínicos familiares, un examen de piel y, sobre todo, pruebas de sangre para identificar cualquier anormalidad sanguínea antes de iniciar las terapias más nuevas con fármacos biológicos o más tradicionales”.