FARMACIA

Aumenta la venta de medicamentos publicitarios

JANO.es y agencias · 19 febrero 2008

En España creció el pasado año casi un 4% respecto al anterior y se espera que este 2008 aumente 1,5%

Inventor del pararrayos e ilustre padre, si bien con méritos y responsabilidad compartidos, de la independencia de Estados Unidos. Así, de manera un tanto grosera, perdura en la memoria colectiva la figura del estadista, editor, filósofo y científico cuyo nacimiento, 300 años ha, se conmemora el presente año: Benjamin Franklin (Boston, 17 de enero de 1706–Filadelfia, 17 de abril de 1790).

La vida y milagros de Franklin se presentan como el prototipo/ paradigma —pues así gustan los estadounidenses de presentar a sus héroes primigenios— de la leyenda que, acuñada en pasadas centurias, alaba y magnifica las virtudes y posibilidades que ofrece su venerada tierra. Un “sueño americano” que, tan sólo quizá, pueda servir para —aun parcialmente— explicar su compromiso en pro de la independencia de las entonces 13 colonias de la Norteamérica occidental.

Cultura, ciencia…

Nacido en una humilde —su padre era hacedor de velas— y prolífica familia—era el decimoquinto de un total de 17 hermanos—, Benjamin Franklin abandonó sus estudios a la pronta edad de 10 años para dedicar su vida a la universalización de la cultura. Y si bien modestos en un inicio —colaboraba como impresor del periódico de su hermano cuando sólo tenía 12 años—, entre sus méritos se encuentran logros tales como la creación de la Sociedad Filosófica Americana (1727), la fundación de La Gaceta de Pensilvania (1728), la instauración de la primera biblioteca pública norteamericana (1731) o la institución, a partir de sus escritos, de la Universidad de Pensilvania (1751, entonces Academia de Filadelfia).

En este contexto, y quizá con el ánimo —mucho más que improbable— de salvaguardar las referidas creaciones, organizó la primera compañía de seguros contra incendios de Filadelfia y el cuerpo de bomberos de la ciudad.

Ya en el ámbito científico, y además de por la invención de las lentes bifocales y de la estufa de hierro bautizada con su apellido, Benjamin Franklin es mundanamente recordado como inventor del pararrayos, aplicación práctica de su sonado experimento con cometa, alambre e hilo de seda bajo las tormentas francesas de 1752. En su haber se engloban también la formulación de la teoría de fluido único —explicación de la existencia de dos tipos de electricidad, positiva y negativa, que le valió el reconocimiento de las Universidades de Oxford y Saint Andrews, así como su entrada en la Royal Society londinense— o los primeros estudios dirigidos a analizar la corriente cálida noratlántica —en la actualidad, del Golfo.

…y política

A los ojos de sus conciudadanos, Benjamin Franklin es básicamente el estadista corresponsable de la redacción, en 1776, de la Declaración de Indepencia de Estados Unidos. Todo ello a pesar de que, tal y como ocurriera con la mayoría de sus ilustres contemporáneos, su sentimiento inicial por la metrópoli colonial pareciera contrario a todo ideal secesionista. Ya que en el momento de la asunción de su primer cargo político —miembro de la Asamblea General de Pensilvania (1736)—, y cuando menos hasta que en 1775 considerara excesiva la presión tributaria exigida por la Cámara de los Comunes londinense, Franklin siempre había manifestado su lealtad hacia los monarcas ingleses. Sin embargo, tras volver de las islas, en las que ejercía como representante de Pensilvania, en 1775 —fecha en la que la contienda ya se había iniciado con las batallas de Lexington y Concord—, utilizó sus enormes influencias, principalmente con Francia, en aras de la consecución de los créditos económicos y políticos necesarios para la independencia de Estados Unidos, que se obtuvo finalmente con la firma del Tratado de Versalles (1783).

En la actualidad, su efigie aún se guarda en los corazones de los estadounidenses —cuando menos en los de los más pudientes, pues figura en el billete de 100 dólares.

Fue el único americano de la América colonial británica que alcanzó fama y reconocimiento en la Europa del siglo XVIII.