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Descartada contaminación personal en 1.625 trabajadores y visitantes de Ascó

JANO.es y agencias · 07 mayo 2008

El Consejo de Seguridad Nuclear indica que se ha revisado al cien por cien de los trabajadores de la plantilla, al 85% del personal de contrata y al 23,6% de otros visitantes

Una de las alternativas actuales de tratamiento se basa en informarles, de la mejor manera posible, de otros factores, además de la enfermedad, que pueden explicar sus dolores y quejas.

Concepción humoralista

El término hipocondría, que podemos definir como una preocupación excesiva por la salud, alude a una parte del cuerpo situada bajo las costillas y el cartílago xifoides donde, según la medicina humoral, se alojaban los “vapores” causantes de la hipocondría. Esta consideración humoralista, hoy casi poética, coincide con la observación reciente de que en la hipocondría suelen darse numerosos síntomas gastrointestinales, asociados a un bajo tono de ánimo, cuando no a un estado abiertamente depresivo.

Según hemos indicado en colaboraciones anteriores, los enfermos imaginarios están excesivamente preocupados por su cuerpo y por su salud, tienen problemas físicos reales (no fingen), acuden demasiado a menudo a las consultas médicas o evitan ir a ellas por miedo a malas noticias, y pueden estar médicamente sanos o enfermos.

Uno de los problemas fundamentales en la hipocondría está relacionado con las explicaciones, habitualmente muy negativas y exageradas, que suelen dar a sus males. Cuando a uno le duele algo, o se siente débil y con molestias diversas, es muy posible que la primera explicación que le venga a la mente es que padece una enfermedad. El hipocondríaco, por lo general piensa en enfermedades graves. En ocasiones, eso efectivamente es así, y el tratamiento eficaz de estos pacientes pasa necesariamente por hacerles aceptar que nada puede salvarles por completo de esa posibilidad. Sin embargo, una de las alternativas actuales de tratamiento se basa en informarles, de la mejor manera posible, de otros factores, además de la enfermedad, que pueden explicar sus dolores y quejas.

Se ha dicho con frecuencia que un rasgo característico del hipocondríaco es su mala relación con los médicos, ante los cuales suele reaccionar con desconfianza. Puesto que su dedicación mental a todo lo relacionado con la enfermedad es muy alta, acaban comportándose como expertos y la opinión de los que realmente lo son no les parece válida. Los hipocondríacosposeen mucha información sobre enfermedades propias y ajenas, suelen acumular medicinas, que algunos llevan siempre consigo como instrumentos de salvación (soterías), leen detenidamente los prospectos y saben bien todas las contraindicaciones de los fármacos. Esta mala relación médico-paciente, que la bibliografía tradicional recoge, no siempre es, sin embargo, responsabilidad única del último. Personalmente, encuentro equivocada la conocida indicación de “Vd. no tiene nada” con la que se despide a quien está médicamente sano –las pruebas no ofrecen indicación de problema serio alguno–, pero sabe bien que lo que le pasa debe de tener alguna explicación. Otras veces, aunque haya una base orgánica detectada, los síntomas no guardan relación suficiente con ella, por lo que se recurre fácilmente a lo de “lo suyo es psicológico”, o “todo es nervioso”, lo cual tampoco ayuda mucho. ¿Cómo se transforman las preocupaciones en dolores?, se preguntará, con razón, el paciente.

Atención psicológica

Algunos aspectos en los que se centra la atención psicológica a pacientes hipocondríacos ofrecen, con numerosos ejemplos y demostraciones que suelen realizarse en grupo, evidencia suficiente de que, aunque siempre cabe la posibilidad de que exista un problema serio, no todos los dolores y molestias físicas que padecemos están causadas por una enfermedad.Algunos pueden ser producto de tensiones musculares; otros, de malos hábitos respiratorios; muchos quizá estén causados por estrés, incluso cuando el factor desencadenante es algo que al paciente le interesa mucho y considera positivo para él; en numerosas ocasiones son una reacción normal a un entorno difícil, que quizá él complica e intensifica con su forma de actuar… Si el paciente tiene el ánimo decaído, notará más molestias, y con seguridad estará amplificando los dolores o síntomas que le inquietan, dándoles atención excesiva y explicaciones alarmistas sobre sus orígenes. Para este tipo de personas, con frecuencia minuciosas y obsesivas, es importante recordarles también que para algunas molestias no encontramos explicaciones convincentes. Simplemente, hay que aceptar que no sabemos por qué suceden. Veamos todo ello con más calma.

Algunos dolores son el resultado directo de las tensiones musculares y los malos hábitos respiratorios. Cualquiera puede entender que, cuando uno se pone nervioso, tensa los músculos, adopta una postura de defensa y se prepara para lo peor. El sistema de alerta puede hacerle también respirar más deprisa y más superficialmente de lo necesario, y ambos tipos de reacciones explican por sí solas muchos síntomas que a veces hacen a las personas acudir a un especialista. Hay dolores de muelas que no se deben a ninguna caries, sino al efecto continuado de una mandíbula contraída; fuertes molestias en laspiernas, que suelen relacionarse con mala circulación, a menudo se explican por gran tensión en los gemelos; la tensión en la espalda y las malas posturas llegan a producir fuertes jaquecas y mareos, y las molestias gástricas que se producen si la tensión continúa pueden generar gases que presionan el pecho y a veces se confunden con síntomas cardíacos. La mala respiración, si es continua, suele producir hiperventilación, que da lugar a muchas de las sensaciones corporales más angustiosas: mareos, desmayos, taquicardias, dificultades visuales, trastornos musculares en las extremidades… El proceso responsable es la eliminación excesiva de dióxido de carbono (hipocarbia). La hiperventilación extrema explica otros síntomas alarmantes que suelen desencadenar ataques de pánico, como las sensaciones de despersonalización o irrealidad, los extrasístoles o los calambres y espasmos musculares. Es importante avisar de que, habitualmente, todo esto se produce sin que el paciente se queje de dificultades especiales para respirar.

Atención inadecuada y excesiva

Otros síntomas se producen por la atención inadecuada y excesiva que el paciente les da. Solemos explicar que la atención que prestan a lo que marcha mal en su cuerpo funciona como un poderoso amplificador de las sensaciones molestas. Mostramos con ejercicios y ejemplos cómo desatienden selectivamente a múltiples sensaciones benignas y positivas que se están dando en su cuerpo, mientras se centran en otras a las que otorgan una fuerte voz, como si llevaran megáfono. Hay ejemplos muy gráficos de esta atención selectiva que suelen ayudar, como cuando las madres oyen fácilmente un cambio en la respiración de su bebé y sin embargo puede que no escuchen el despertador, o la anestesia de que suele informar el que ha pasado un atraco, que desaparece al pasar el peligro.

Mientras que es fácil que las personas reconozcan que la enfermedad tiende a producir estados de ánimo bajos, es más infrecuente que sepan que la relación inversa también se produce: bajo estados de ánimo decaídos se perciben más signos de enfermedad y malestar que cuando estamos alegres. Es importante que empiecen a reatribuir las molestias; tal vez, más que enfermos, están bajos de ánimo, decaídos o claramente deprimidos. Puede que estén en situaciones de estrés, y en ese caso deben saber que no todas las situaciones productoras de estrés son negativas. Una boda, un bautizo, la mudanza a una casa mejor o un ascenso deseado en el trabajo pueden ser situaciones excesivamente demandantes que a veces nos superan. Es frecuente que los pacientes aprensivos por la salud sean muy poco expertos en detectar los factores desencadenantes de su malestar físico, y por ello única o preferentemente los atribuyen a enfermedad. En ocasiones no se trata tanto de que existan excesivas demandas sobre el paciente; éste puede estar padeciendo un ambiente adverso que no sabe o no puede manejar.

El papel del ambiente en la aparición de dolores es poco reconocido por muchas personas. Sin embargo, todos hemos tenido la experiencia de que después de una discusión con alguien, o de una situación violenta, nos duele la cabeza o se nos quitan las ganas de comer. A veces nos vamos a la cama y no logramos conciliar el sueño, y al día siguiente nos duele todo. También hemos tenido la experiencia de que frecuentar algunas personas no nos sienta bien, mientras que otras compañías nos animan y nos hacen sentirnos físicamente mejor. Todo ello muestra que el medio que nos rodea tiene una influencia importante en cómo nos sentimos, lo cual implica que si cambiara o lo modificáramos nosotros, nos sentiríamos de forma diferente. También sucede que cada uno de nosotros, reaccionando de la forma que lo hacemos, generemos unas circunstancias que a su vez nos producen malestar. Por ejemplo, si alguien nos grita, podemos o bien dejarlo pasar, o enfurecernos y generar más tensión aún, que luego, si no la sabemos reducir, puede que nos haga vomitar.

Generar ambientes

Un ejemplo clarísimo de cómo los hipocondríacos pueden generar ambientes que incrementan su malestar es observando su tendencia a hablar constantemente de sus males en situaciones en las que podrían vivir situaciones de interacción muy positivas. La mala costumbre de hablar siempre de las propias dolencias y problemas físicos es una forma de seguir centrado en los problemas y desperdiciar las ocasiones de salir un poco de uno mismo e interesarse por asuntos más amenos. En resumen: los dolores y síntomas físicos no se producen en el vacío; ocurren en ciertas condiciones, circunstancias y lugares. Por eso es importante identificarlos y ver si son o no modificables. Los dolores del hipocondríaco se incrementan de forma notable por las explicaciones catastróficas y dramáticas de lo que pasa. Nuestra condición humana hace que cualquier síntoma vaya seguido, implícita o explícitamente, de una interpretación sobre su origen y unos supuestos, más o menos elaborados, sobre su grado de importancia y su posible solución.

El trastorno hipocondríaco se caracteriza por la tendencia a sobreestimar la probabilidad de que a uno le sucedan enfermedades graves, a malinterpretar cualquier signo anómalo como indicio de enfermedad, a recordar sobre todo los aspectos corporales más débiles, dolorosos o amenazantes y a tener una baja percepción de control sobre la propia capacidad de remediar el problema. Por ejemplo, si a uno le duele la garganta, el dolor es diferente si piensa “vaya, de nuevo infección en las amígdalas” o “no puedo bañarme como cuando tenía 20 años”, que si atribuye el dolor a un posible tumor, un cáncer o una enfermedad desconocida que urge diagnosticar. La explicación que se dé hace que el cerebro amplíe o reduzca, como una máquina fotocopiadora, la señal que le llega. Hacerse consciente de las interpretaciones que automáticamente uno genera cuando tiene un problema es importante para empezar a manejar el miedo a enfermar.

Una vez que se han analizado, explicado y comentado con numerosos ejemplos todos estos factores, pedimos a los pacientes que ante cualquier molestia corporal examinen críticamente sus posibles determinantes con arreglo a la siguiente tabla-resumen.

SUS SENSACIONES SE PUEDEN DEBER A…

-Enfermedad.

-Tensión y estrés.

-Mala respiración.

-Estado de ánimo bajo.

-Atención inadecuada y/o excesiva.

-Respuesta a un medio ambiente adverso.

-Reacción inadecuada que incrementa el problema.

-Explicaciones dramáticas y exageradas.

-Cambios corporales menores sin importancia.

¡¡TOLERE SUS SENSACIONES!! ¡¡NO TRATE DE EVITARLAS!!

Esta última recomendación recoge el objetivo último de la intervención: la única manera de descondicionar el miedo a estar enfermo es convivir con él, hacer una vida normal e impedir que los temores que impidan a los pacientes a disfrutar de las múltiples áreas sanas de que disponen.

 

 

 

“Se ha dicho con frecuencia que un rasgo característico del hipocondríaco es su mala relación con los médicos, ante los cuales suele reaccionar con desconfianza.”

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