ESTUDIO FEASAN

El 7,5% de los anticoagulados ha sufrido complicaciones médicas en los últimos 6 meses

Carla Nieto. Madrid · 25 junio 2013

Un análisis sobre el perfil sociosanitario de estos pacientes muestra que el 95% se encuentra satisfecho con el tratamiento; que el 35,8% maneja poca información y que sólo el 1,4% recurre a una asociación de pacientes.

La Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN) en colaboración con Pfizer y Bristol-Myers Squibb, ha elaborado el Estudio del Perfil Sociosanitario del Paciente Anticoagulado en España, una investigación basada en un total de 388 encuestas realizadas en 31 centros de 9 provincias y en la que se recogen las percepciones de los propios pacientes anticoagulados sobre su tratamiento, su calidad de vida y sus necesidades actuales.

Una de las conclusiones arrojadas por el estudio que más ha llamado la atención de los expertos ha sido el hecho de que el 7,5% de los pacientes anticoagulados ha tenido una complicación médica en los últimos 6 meses, en su mayoría hemorragias y trombosis, siendo estos episodios más frecuentes en el caso de las mujeres. “A mi parecer, este porcentaje es muy elevado, y es un dato que debería despertar las alarmas de los agentes sanitarios”, señaló la doctora María Ángeles Fernández, asesora científica de FEASAN y directora científica del estudio.

De la misma opinión es Luciano Arochena, presidente de FEASAN, quien comentó que “nos preocupan estas cifras, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los pacientes acude a los controles cada 4-6 semanas. Es lamentable que 50 años después del inicio del tratamiento anticoagulate estemos en tasas de complicaciones tan graves como el ictus. Sería importante ahondar en las causas de este porcentaje”.

El estudio también refleja una ampliación considerable de la horquilla de edad de los pacientes que toman anticoagulantes por fibrilación auricular: un 25% de los anticoagulados tiene menos de 65 años, mientras que la edad del 41% supera los 75 años. Para el doctor José María Lobos, responsable del área cardiovascular de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), esto se debe a que “en los últimos años se han disparado hasta niveles casi epidémicos los factores de riesgo cardiovasculares, en especial la diabetes y la obesidad que, junto con la hipertensión, son los principales elementos determinantes para la fibrilación auricular y el ictus”. El 55% de las personas en tratamiento con anticoagulantes padece fibrilación auricular no valvular; un 23% tiene prótesis valvular y el 16% ha sufrido una embolia pulmonar o trombosis venosa. “Además, casi el 87% son pluripatológicos, lo que hace que se trate de pacientes complejos tanto para el seguimiento como para la cumplimentación precisa del tratamiento”.

Buenas alternativas

En cuanto al papel de los anticoagulantes, el doctor Lobos comentó que “actualmente existen buenas opciones terapéuticas alternativas a los tratamientos convencionales (Sintrom y warfarina). Desde hace aproximadamente año y medio disponemos de los nuevos anticoagulantes orales que presentan muchas ventajas, tal y como han demostrado los estudios realizados al respecto. Una de las principales es que este grupo farmacológico no requiere los controles del nivel de coagulación que exige el acenocumarol (Sintrom) y, además su efecto es más rápido, por lo que no es necesaria la heparina. Además, estos fármacos han demostrado ser igual o más eficaces y seguros que la warfarina y, en algunos casos, permiten reducir hasta en un 35% más el riesgo de ictus respecto a este anticoagulante. En vista de estos resultados, el siguiente paso sería ir seleccionando poco a poco a aquellos pacientes que se puedan beneficiar más de estos anticoagulantes orales”.

El estudio refleja también que el 95% de los participantes se declaran, en general, satisfechos con el tratamiento que reciben; que el 35,8% declara tener poca información y que sólo el 1,4% se asesora sobre el tratamiento a través de una asociación de pacientes. En este sentido, el presidente de FEASAN señaló que “es necesario aumentar la educación sanitaria al respecto y, sobre todo, cambiar el paradigma actual de forma que estos pacientes sean capaces de autogestionar su enfermedad”.