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JANO.es y agencias · 14 enero 2008

Los principales impulsores de esta Ley fueron el congresista McCrey y el senador Burr, apoyados por diversas organizaciones y ecologistas

Desde hace más de 30 años, el MIR ha demostrado su utilidad a la hora de formar especialistas proporcionándoles un elevado nivel de capacitación. Sin embargo, la superespecialización ha generado, en muchos ámbitos, una asistencia excesivamente parcelada que ha puesto en dificultades al propio sistema sanitario principalmente por dos razones: la necesidad del concurso de diversos especialistas para atender a un mismo paciente —en muchas ocasiones es el mismo paciente quien informa de la actitud de uno y otro— y el encarecimiento de la asistencia. En definitiva, se ha desarrollado una medicina de gran calidad individual, pero globalmente cara, poco eficiente y difícil de sostener.

Para paliar estos problemas, ofreciendo un mayor volumen de conocimientos comunes a la mayoría de los especialistas, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) prevé la introducción de la troncalidad en los programas de formación de los médicos ya licenciados. Textualmente, recoge que “las especialidades en Ciencias de la Salud se agruparán, cuando ello proceda, atendiendo a criterios de troncalidad. Las especialidades del mismo tronco tendrán un período de formación común con una formación mínima de 2 años”.

En este sentido, la Comisión de Medicina y Especialidades Relacionadas del Consell Català d’Especialitats en Ciències de la Salut ha iniciado una reflexión sobre la troncalidad desarrollando una propuesta de competencias que los futuros profesionales deberían adquirir en estos 2 años de formación común. Este documento de trabajo —que se acaba de publicar en Medicina Clínica [Med Clin (Barc) 2006; 127: 139- 144], cabecera de nuestro mismo grupo editorial, Elsevier-Doyma— tiene por objetivo aportar unas reflexiones que, junto a otras que puedan surgir de sociedades científicas o de las diferentes administraciones, puedan ser consideradas a la hora de implementar este aspecto de la ley.

Habilidades comunes

Para los autores, el sistema sanitario debe fomentar una formación troncal que asegure la adquisición de unos conocimientos y habilidades comunes a las diferentes especialidades médicas. Esta formación evitaría que los pacientes sean visitados simultáneamente, por una misma enfermedad, por varios especialistas en distintos ámbitos y en diferentes dispositivos asistenciales; aumentaría la eficacia y la calidad de las prestaciones sanitarias, evitaría múltiples derivaciones y consultas innecesarias; y permitiría el desarrollo de áreas de capacitación en las especialidades con áreas claramente desarrolladas.

Miedo a equivocarse

Además, el modelo troncal, basado en la elección de la especialidad al final del período común de 2 años, puede mitigar el componente de ansiedad e incertidumbre que tiene en la actualidad realizar esta elección justo después del examen MIR. Por otro lado, el mayor conocimiento de las especialidades al cabo de 2 años de rotación permitiría disminuir de una forma sensible el riesgo de equivocarse.

La intensificación del aprendizaje de los aspectos troncales también puede proporcionar una formación básica común sólida, que se traducirá en una mayor homogeneización de muchos de los aspectos esenciales de la práctica clínica. Puede facilitar, por ejemplo, la estructuración de una historia clínica compartida y el abordaje de una buena parte de los problemas del paciente, independientemente del profesional médico o del lugar donde sea tratado. También puede estimular un mejor cumplimiento de las guías clínicas, al hacer partícipe de la elaboración y seguimiento de ellas a un mayor número de profesionales. Estos cambios pueden mejorar la calidad asistencial y la percibida por los pacientes, favorecer el intercambio de información entre profesionales, adecuar la eficiencia del sistema y, en definitiva, mejorar objetivamente el continuum asistencial.

Movilidad entre especialidades

Además, podría ofrecer una cierta “movilidad” entre determinadas especialidades, aquellas con más puntos en común, lo que sería una garantía de una atención asistencial permanente en determinados ámbitos geográficos, con independencia de los cambios sociales y de las modificaciones en las necesidades asistenciales que puedan producirse de forma puntual y, a veces, inesperada. De hecho, la LOPS, contempla la posibilidad de obtener de un segundo título de especialista (dentro de un mismo tronco) a profesionales con al menos 5 años de ejercicio profesional, y un tercero o sucesivos títulos una vez transcurridos 8 años desde la obtención del anterior. No obstante, el procedimiento de la obtención aún está por determinar y debe incluir lógicamente todos los resortes de seguridad que garanticen la calidad asistencial en cualquiera de los ámbitos de especialización requeridos.

La propuesta catalana ofrece dos tipos de competencias a adquirir durante los dos años de formación troncal: genéricas y clínicas específicas. En cuanto a las genéricas, los autores consideran que “hay una serie de conocimientos, habilidades clínicas y comunicativas, actitudes hacia el trabajo en equipo, a la formación e investigación, a la ética y derecho médicos, y también a aspectos relacionados con temas administrativos y de gestión, que todo médico en formación, de cualquier especialidad, debería haber aprendido en los primeros años de su formación”. La adquisición de estas competencias genéricas tendría lugar durante el período común formativo de 2 años.

Materias, aparatos y sistemas

Por otra parte, los redactores de la propuesta han agrupado las competencias clínicas específicas por materias o por aparatos y sistemas, en lugar de hacerlo por conocimientos, habilidades y actitudes, con la finalidad de facilitar su confección y sucesivas revisiones: “A diferencia de lo que sucede en el pregrado en el que es relativamente fácil clasificar las competencias que el alumno debe alcanzar en conocimientos (saber), habilidades y actitudes (saber hacer), en la etapa de posgrado muchas de las competencias específicas exigibles requieren haber adquirido e integrado de forma simultánea los 3 elementos”. En definitiva, en esta propuesta “se pretenden definir las competencias básicas que se ha considerado que los médicos en formación han de haber logrado aprender durante el período de formación troncal, sea cual sea su especialización futura”.

Por último, el artículo recuerda que la formación troncal, preceptiva por ley, ya tiene sus precedentes en la mayoría de países europeos, por lo que sería deseable que los diferentes agentes implicados en la formación de especialistas “trabajasen en aras de obtener un consenso que permitiera diseñar una formación médica especializada más acorde con las necesidades sanitarias actuales”.

Nuevo mapa de especialidades

La superespecialización —recuerdan los autores del artículo— mejora la calidad de la asistencia terciaria y favorece el avance en el conocimiento mediante la investigación y la docencia, pero también provoca la atomización de la asistencia e, incluso, la desconexión entre los distintos profesionales que atienden a un mismo paciente. Por otra parte, los mismos avances científicos introducen una cierta transversalidad entre las especialidades clásicas. Así, el desarrollo de las enfermedades infecciosas y de la oncología médica, por ejemplo, así como de la genética, genómica y proteómica, están tendiendo puentes entre distintas especialidades. Ello hace prever que en un futuro no muy lejano se conforme un nuevo mapa de especialidades, lo que exigirá una versatilidad mayor y cierta flexibilidad para que estos especialistas puedan derivar de una especialidad a otra, si las circunstancias personales o del entorno sanitario así lo aconsejan.

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