Se sabe que la dermatitis atópica es una enfermedad caracterizada por un proceso inflamatorio, que cursa en brotes, que es recurrente y que se debe a una predisposición genética (si uno de los padres la sufre, el niño tiene alto riesgo de padecerla). También está demostrado que uno de los factores implicados en su aparición es la presencia de una alteración inmunológica que provoca una inflamación subclínica persistente en la piel.

Tal como explicó el Dr. Raúl de Lucas, jefe de la sección de Dermatología Pediátrica del Hospital La Paz, de Madrid, durante la rueda de prensa organizada con motivo del Día de la Dermatitis Atópica, “ahora, los últimos descubrimiento han venido a arrojar más luz sobre el origen de esta patología ya que relacionan su aparición con la mutación de un tipo de gen que desencadena una alteración en la formación de la estructura de la barrera cutánea, concretamente en lo que se refiere a la filagrina, una proteína que es responsable de la impermeabilidad de la piel y que refuerza su función de barrera. Esta alteración está presente en el 50% de los atópicos y es la responsable de que estén más predispuestos a que determinados organismos alergenos e irritantes penetren en su piel, traspasando la epidermis y provocando la inflamación característica de esta enfermedad. Así mismo, es debido a esta alteración de la barrera el que estos pacientes sean más susceptibles a otras enfermedades alérgicas, en lo que se cononoce como la marcha atópica, un estado en el que van apareciendo una tras otras varias enfermedades alérgicas, siendo la primera la dermatitis atópica y desarrollándose después el asma y la rinoconjuntivitis, así como la alergia a ciertos alimentos”.

Este experto recordó, asimismo, que en España de cada 10 niños que nacen, entre 2 y 3 desarrollan esta enfermedad. En el 45% de los casos, la dermatitis atópica aparece antes de los 6 meses de vida; en el 60% se manifiesta antes del año y en el 85% lo hace antes de los 5 años. “En un número elevado de casos, esta patología mejora antes de la pubertad, sobre todos las dermatitis más leves”, apuntó el doctor De Lucas.

Respecto al tratamiento, este especialista insistió en la importancia de la aplicación continua de emolientes, “ya que es la única forma de restaurar la filagrina. Además, estos productos hidratantes ‘imitan’ ese manto lipídico que se deteriora como consecuencia de la enfermedad. De hecho, tan o más importante que los corticoides es un buen uso de los emolientes. Así mismo, es fundamental adaptar el tratamiento según haya brote o no. La mayoría de las dermatitis atópicas –alrededor del 90%- se pueden controlar si son tratadas adecuadamente”.

Junto a la higiene e hidratación diaria de la piel, la terapia estándar para esta afección consiste en el uso de antiinflamatorios tópicos para el tratamiento de los brotes y, en los casos más graves, la utilización de luz ultravioleta e inmunosupresores por vía oral. “Uno de los avances más recientes que se han incorporado a este tratamiento es el uso de inmunomoduladores de forma profiláctica, con sesiones semanales, en aquellas zonas en las que los brotes son más frecuentes”, señaló Raúl de Lucas.

Por su parte, la presidenta de la Asociación de Pacientes y Familiares con Dermatitis Atópica (ADEA), Mercedes G. Labrador, se refirió al estrés que esta enfermedad produce tanto en el niño como en sus padres y señaló que, “aunque actualmente existe una buena oferta de productos para esta patología, aún no ha habido investigación suficiente en lo que se refiere al alivio del picor, uno de los síntomas más incapacitantes de la dermatitis atópica y que hasta ahora se aborda con antihistamínicos”.

En este sentido, el doctor De Lucas comentó que, en efecto, el prurito es el “caballo de batalla” en lo que al control de la enfermedad se refiere, “pero se trata de un aspecto en el que la investigación no resulta fácil. Se sabe que las interleukinas podrían ser las responsables del picor, pero aún hay un camino por recorrer en este campo”.

Tanto el dermatólogo pediátrico como la presidenta de la ADEA insistieron en la importancia de la educación del paciente y de sus padres en el conocimiento de la dermatitis atópica. “El paciente tiene que conocer su enfermedad, identificar el brote, para que pueda ser autónomo y no tener que estar recurriendo continuamente al médico”, afirmó el doctor De Lucas.