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REUMATOLOGÍA

Identificadas células madre en el cartílago humano hasta los 75 años

JANO.es y agencias · 14 abril 2008

Según investigadores británicos tienen la capacidad de convertirse en condrocitos en número lo suficientemente elevado como para utilizarlas terapéuticamente

Con un Caravaggio robado de una iglesia del Trastevere y un Malevich sustraído en París arranca la novela El ladrón de arte, un relato de suspense que se diferencia de otros de sus mismos género y temática por el bagaje de su autor.

Y es que Noah Charney, a pesar de su juventud, es máster en Historia del Arte y experto en delitos contra el arte y sistemas de protección, además de director y fundador de una asociación especializada en sistemas de seguridad de las obras.

Como buen conocedor del mundillo, lleva al lector de forma instructiva por mil vericuetos, de las subastas a la seguridad en los museos y de los procesos de falsificación a los mecanismos policiales para la recuperación de obras robadas. Y lo mejor es que nos cuenta la historia de forma coral, con un puñado de personajes muy peculiares —caso de Jean-Jacques Bizot, un sibarita y obeso inspector francés, o su homólogo británico, el cortante Harry Wickenden— y con fragmentos geniales —impagable la clase de historia del arte que imparte el cínico profesor Simon Barrow en la National Gallery londinense—. Aunque en apariencia podría verse a priori como un thriller más del montón, el amor por el arte que irradia la novela, las verdades reveladas de este laberíntico ámbito y su capacidad para atrapar al lector lo hacen merecedor de una nota superior a la media.

El ladrón de arte. Noah Charney. Seix Barral.

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