HIPERTENSIÓN
Carla Nieto. Madrid · 07 octubre 2011
La intervención consiste en quemar, mediante un catéter introducido en las arterias renales, la denervación del sistema simpático.
En el marco del IX Curso Internacional de Terapia Endovascular y Miocárdica (TEAM), y coincidiendo con los prolegómenos del Día Mundial de la Hipertensión, que se celebra este lunes, se ha realizado por primera vez en España una denervación renal percutánea, un tratamiento que permite reducir las cifras de presión de arterial en pacientes resistentes hasta ahora a los fármacos y tratamientos empleados para tratar la hipertensión.
Tal y como explicó el doctor Eulogio García, director ejecutivo del TEAM y consultor de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, “el objetivo final de esta técnica es tratar de frenar el mecanismo causante no sólo de la HTA sino también de la resistencia al tratamiento”.
La intervención consiste en acceder, a través de una punción femoral, a las dos arterias renales, introduciendo un catéter que, a su vez se une a una fuente de energía que aplica radiofrecuencia, con el objetivo de quemar la denervación del sistema simpático para así reducir la hipertensión. “Dicha fuente de energía tiene instalado un software que regula la cantidad de energía y el tiempo. Lo habitual es realizar de 3 a 5 aplicaciones en cada arteria renal. Los resultados comienzan a apreciarse a partir de las 4-6 semanas, y se ha comprobado que al cabo de seis meses se consigue un descenso de, como media, entre 35 y 40 mm/HG en estos pacientes. También hemos constatado que el efecto perdura al menos hasta dos años después de la intervención. Por otro lado, se trata de una técnica sencilla, que no dura más de media hora y que no requiere un equipamiento complejo”, señaló Eulogio García.
En España hay aproximadamente diez millones de hipertensos, y se estima que entre un 5 y un 10% de ellos no consigue reducir a cifras normales su presión arterial a pesar de estar recibiendo hasta 4 y 5 fármacos distintos en su tratamiento. “El principal beneficio de esta nueva técnica es que una persona hipertensa que a pesar de estar siguiendo tratamiento no consigue controlar ni reducir su hipertensión, manteniéndose ésta en niveles de 15-10, puede lograr tras la intervención situarla en cifras normales: entre 12 y 13 la máxima y entre 8 y 9 la mínima”, afirmó el doctor García.
Por su parte, el doctor Carlos Macaya, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad Española de Cardiología, comentó que “lo que se consigue con esta técnica es eliminar el efecto presor del riñón. El objetivo ahora es validar sus efectos a largo plazo en lo que se refiere a la reducción de daño orgánico y otras consecuencias de la HTA y también a la disminución del número de fármacos que deben consumir estos pacientes. Si las buenas perspectivas se confirman, la denervación renal percutánea se perfila como una técnica de futuro ya que es coste-efectiva y fácil de aplicar”.
Junto a esta novedosa intervención, que se retransmitió en vivo desde el Hospital Clínico San Carlos, durante el IX Curso Internacional del TEAM se llevaron a cabo dos mesas redondas en las que se debatió el presente y futuro del intervencionismo coronario y en las que participaron cardiólogos de reconocido prestigio a nivel internacional, quienes coincidieron en señalar que la aportación del intervencionismo coronario al campo de la Cardiología y a la Medicina en general ha sido importantísima. “En todos los campos médicos, la tendencia es aplicar cada vez más tratamientos y técnicas menos invasivas para el paciente, por lo que la cardiología intervencionista irá supliendo cada vez más el papel de la cirugía cardiovascular convencional, hasta el punto de que el cirujano cardiaco tendrá que reconducir su forma de trabajar hacia técnicas menos invasivas”.
Los expertos también concluyeron que el futuro de la cardiología intervencionista tiende hacia el tratamiento de malformaciones cardiovasculares que no son coronarias, las cuales está previsto que en diez años representen el 75% del volumen de asistencia y de gasto de las unidades de cardiología intervencionista.