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Los geriatras alertan de la necesidad de que la gente mayor extreme el cuidado frente al sol

JANO.es · 09 julio 2010

El envejecimiento favorece la mayor fragilidad de la piel, lo que hace a este colectivo tan vulnerable como los niños a la radiación ultravioleta.

La población española cada vez envejece mejor, sin embargo, el envejecimiento en sí mismo es un proceso natural que conlleva alteraciones frente a las que hay que extremar las precauciones. Uno de estos procesos es la dermoporosis “que, de igual forma que sucede con el hueso (osteoporosis) o en el músculo (sarcopenia), conduce a una serie de cambios en la epidermis y la dermis por el cual la piel va perdiendo consistencia, y se hace más frágil y susceptible al daño de agentes externos, entre ellos, la radiación ultravioleta”, explica el doctor Leocadio Rodríguez Mañas, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) y jefe del servicio de Geriatría del Hospital de Getafe (Madrid).
Este fenómeno se produce en todas las personas de edad avanzada y, en algunos, la coexistencia con otros factores de riesgo (consumo de determinados medicamentos o ciertas enfermedades como la diabetes) hace que se aumente las probabilidades de padecerlo.
Entre las principales consecuencias de la misma cabe destacar el adelgazamiento de la piel, su pérdida de elasticidad y su menor capacidad para ejercer de barrera frente a la infección, “lo que se traduce –explica este geriatra- en una mayor facilidad para sufrir lesiones por agentes químicos y físicos y una menor capacidad para proteger tejidos subyacentes”.
Por ello, los geriatras alertan de la necesidad de extremar el cuidado frente al sol, al igual que se recomienda a los niños. Se aconseja la utilización de cremas de alta protección, evitar el sol en las horas centrales del día, no tomar el sol durante más de media hora seguida y practicar el ejercicio saludable en los momentos del día menos calurosos. Sin embargo, estos consejos, como reconoce el doctor Rodríguez-Mañas, “no se suelen seguir ya que los mayores no tienen costumbre, especialmente los varones, de proteger su piel de la agresión solar”.
Deshidratación
La exposición al sol no sólo genera daños en la piel sino también hace perder calor y agua. Así, la deshidratación se convierte en otro de los problemas frecuentes en las personas mayores en los meses de verano, ocasionando una de cada cinco visitas al hospital. Detrás de esta alteración se encuentra nuevamente el mismo proceso de envejecimiento. “A diferencia de lo que sucede en los jóvenes que están protegidos frente a la deshidratación por la sensación de sed que experimentan y que actúa como una especie de alarma que indica que se debe beber agua, en los mayores esta señal aparece de forma más tardía, e incluso puede no aparecer. Al no experimentar esta sensación no se bebe de forma regular, lo que les hace más proclives a desarrollar una deshidratación”, asegura el doctor Rodríguez-Mañas.


SEMEG

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