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JANO.es y agencias · 04 diciembre 2007

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Aunque ahora dirige uno de los centros oncológicos de mayor prestigio del mundo, el M.D. Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas (Houston), en 1956 el Dr. John Mendelsohn era un joven universitario, estudiante de bioquímica, que tuvo la oportunidad de aprender de primera mano la importancia de trasladar la investigación científica al nivel asistencial. Su profesor, el Dr. James Watson, que años más tarde recibiría el Nobel por el descubrimiento de la estructura del ADN, le inició en los secretos de la biología molecular y la genética y le anticipó el impacto que tendrían ambas ciencias en el ámbito de la medicina y, más en concreto, en la lucha contra el cáncer. Ahora, el Dr. Mendelsohn aplica sus conocimientos al cáncer y reconoce que todavía “hay mucho que aprender en biología molecular y en genética”.

–¿Cuál es el papel del ADN en la investigación oncológica?

–Sabemos que el ADN tiene la configuración bioquímica correcta para llevar un código genético. Ahora estamos averiguando cuál es ese código y cómo se transmite a la proteína. Hay cientos de genes y proteínas alterados que están relacionados con las células tumorales. Esta información nos es muy útil para conocer cómo funcionan las células cancerosas y nos brinda la oportunidad de desarrollar nuevas dianas para tratar el tumor.

–¿Hacia dónde se dirigen los tratamientos en cáncer?

–El futuro es el tratamiento individualizado. Sin embargo, todavía en 2007 la mitad de los pacientes sigue precisando un tratamiento quirúrgico. La cirugía se mantiene como el patrón oro en el tratamiento antitumoral, acompañada por la quimioterapia y la radioterapia. Estamos investigando nuevos tratamientos que sean capaces de sustituir a la quimioterapia tradicional y cuyos mecanismos de acción se dirijan a fomentar el sistema inmune. Espero que estén disponibles dentro de 5-10 años.

»También la genómica y la proteómica nos van a dar información muy útil y es muy probable que las futuras terapias se centren en los genes y sus alteraciones. Por ejemplo, un tumor de estómago puede tener una alteración genética similar a la de una leucemia y es posible que el mismo tratamiento sirva para ambos tumores. En cualquier caso, en el futuro utilizaremos terapias menos tóxicas y, desde luego, más eficaces.

–¿Qué podemos esperar de la era genómica?

–Hace más de 10 años no teníamos información sobre el papel de los genes en los procesos tumorales, aunque lo sospechábamos. Ahora ya lo sabemos gracias al Proyecto Genoma Humano, pero todavía hay que seguir investigando y, sobre todo, trasladar esos conocimientos a la asistencia clínica.

–Usted es director del M.D. Anderson desde 1996, ¿cómo ha sido la evolución del centro y de la oncología?

–Hacemos progresos. Cuando nací, el porcentaje de supervivencia a los 5 años era del 30% y ahora es del 60%. En cuanto al M.D. Anderson, ha ido evolucionando con la investigación, además de ampliar el número de pacientes. Hoy contamos en el centro de Houston con 10.000 pacientes participando en ensayos clínicos. Estamos volcados en la investigación traslacional; es decir, nuestros conocimientos tienen un reflejo directo en el tratamiento de nuestros pacientes. Nos sentimos muy responsables a la hora de ofrecer tanto una buena investigación como buenos resultados asistenciales a todos los pacientes, así como de compartir nuestras experiencias. También invertimos más dinero en ello. Disponemos de 16.000 empleados y de un presupuesto operativo de 2.120 millones de euros. No hay muchas universidades que hayan crecido tanto: hemos tenido la suerte de progresar en esta medida y por ello nos sentimos responsables de ofrecer más y mejor investigación. Y también de compartirla, siempre pensando en el paciente. Por eso estamos en España.

–¿Cuáles son las diferencias esenciales entre EE.UU. y España a la hora de encarar la oncología?

–La principal diferencia viene dada por la financiación de la investigación. En Estados Unidos hay un enorme apoyo del gobierno a la I+D. Cuando empecé a investigar, el 80% de los fondos eran públicos y actualmente la mayor parte de la inversión viene de la industria. Creo que en España aún tiene que calar la idea de que la inversión en investigación biomédica no sólo mejora la salud y la calidad asistencial, sino la economía del país.

–¿No condicionan las líneas de investigación el hecho de que la financiación venga de la industria?

–Lógicamente, la industria farmacéutica busca resultados. Por eso es tan importante que las universidades sigan manteniendo su independencia en investigación y puedan hacer investigación básica, que normalmente tiene el apoyo del gobierno, junto con una investigación clínica más apoyada por la industria. En el M.D. Anderson la mitad de la investigación tiene el apoyo del gobierno federal. El resto es de capital privado.

Volcado en la investigación traslacional

Desde 1944, el M. D. Anderson ha atendido a casi 700.000 pacientes oncológicos. Este año más de 74.000 enfermos recibirán sus cuidados, 27.000 de las cuáles serán nuevos pacientes. Volcada en la investigación traslacional, esta institución invirtió en 2005 342 millones de euros en I+D, cifra que se ha incrementado en un 86% en los últimos 5 años.

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