CARDIOLOGÍA
JANO.es · 20 enero 2009
El sendentarismo incrementa el riesgo de sufrir un segundo episodio
Según alerta un estudio publicado en el último número de la revista Stroke, muchos de los pacientes que han sufrido un ictus mantienen su capacidad para ser físicamente activos. El problema es que se niegan a serlo.
En palabras de la Dra. Janice Eng, de la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá) e investigadora principal del trabajo, “nos hemos quedado ciertamente sorprendidos y preocupados ante la nimia actividad física que nuestros pacientes con ictus acometían tanto en su domicilio como en su comunidad. Y es que no se trataba de casos con ictus severo. Por el contrario, presentaban lo que consideramos ictus moderado: podían caminar independientemente, pero su actividad física era menos de la mitad de la que llevan a cabo personas sin ictus de su misma edad”.
El problema, como recuerdan los autores, es que esta vida sedentaria podría conllevar el riesgo de sufrir un segundo ictus.
Para evaluar la actividad de los pacientes con ictus, los investigadores colocaron 3 días consecutivos acelerómetros en la cadera de 40 pacientes con ictus. Todos los datos recogidos en los dispositivos, incluidos los derivados de la prueba diaria consistente en caminar durante 6 minutos sobre una cinta en el laboratorio, fueron analizados.
“Lo más importante –apuntó la Dra. Eng– es que los individuos tenían la capacidad física, pero no la utilizaban para acometer actividades físicas. La situación, por tanto, es preocupante dado que los pacientes crónicos pueden caer fácilmente en un ciclo de vida sedentaria, con su consecuente discapacidad”.
De hecho, más de la mitad, hasta un 58%, de los supervivientes a un ictus no cumplen con los niveles de actividad física recomendados.
Más del 30% de los pacientes que han padecido un ictus sufre un segundo episodio. En consecuencia, como concluyó la Dra. Eng, “dado que la actividad física y el ejercicio resultan claves para disminuir el riesgo de un segundo ictus, hay que hacer llegar el mensaje a los propios pacientes, sus familias y cuidadores de que la actividad física regular es una modificación esencia del estilo de vida para la gente que ya ha sufrido un episodio”.